El spot anticomunista que nadie hizo… y el triste destino de Ciudadanos

    Ciudadanos, que hubiese podido ser el Podemos de la derecha, apostó en cambio por la ambigüedad ideológica, la equidistancia y el centrismo vacuo.

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    Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Podemos)/Fuente:EFE.

    Les voy a explicar el spot electoral que se hubiera hecho en EE.UU. o en cualquier otro país con algún instinto de supervivencia. El spot que hubiesen podido hacer el PP, Ciudadanos o el PSOE (o, mejor aún, los tres conjuntamente). Veríamos a Pablo Iglesias explicando que “Lenin fue un calvo con una mente prodigiosa”. A continuación, imágenes de las matanzas del Ejército Rojo y del canibalismo en las aldeas rusas en 1921. O bien, una rápida antología de los greatest hits del padrecito Stalin (aplicador, en definitiva, de las geniales ocurrencias de la prodigiosa mente de Lenin): fosas de Katyn, exterminio de millones de ucranianos en 1932-33, campos de esclavos de Kolyma, calabozos de la Lubianka. De nuevo Pablo Iglesias, esta vez admitiendo que ha recibido apoyo iraní, y que Irán busca desestabilizar a España, y que él colabora en dicho designio, de la misma forma que Lenin fue instrumento de Alemania para desestabilizar a la Rusia zarista en 1917. Y después, imágenes de homosexuales colgados de las grúas en Teherán. Saltemos a Venezuela: Leopoldo López en su cuchitril, las tiendas vacías, los hospitales inmundos… Y vídeo de Juan Carlos Monedero llorando al caudillo Chávez y maldiciendo a Juan Pablo II por haberse enfrentado al comunismo.

    Los diputados de Podemos y de sus candidaturas satélite, en las escalinatas del Congreso /Efe
    Los diputados de Podemos y de sus candidaturas satélite, en las escalinatas del Congreso /Efe.

    Un spot así había revolucionado la campaña, habría puesto a Podemos a la defensiva, habría proporcionado un millón de votos extra al partido que se hubiese atrevido a dar el paso. ¿Por qué no se hace? En el caso del PP, todo indica que ha habido complacencia maquiavélica –y probablemente complicidad- en el ascenso de Podemos, una formación que dividía a la izquierda y permitía extorsionar mediante el miedo los votos de una derecha sociológica a la que Rajoy ha abofeteado repetidamente (consolidación de la ley del aborto, de la Memoria Histórica, y demás legislación ideológica de Zapatero).

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    Pero ¿y Ciudadanos? ¿Por qué no ha jugado Ciudadanos más a fondo la carta anti-podemita? ¿Por qué no se presenta como el partido nítidamente anticomunista, el único que se atreve a denunciar el abismo de ruina económica y deterioro de las libertades al que nos arrastraría un presidente Iglesias? ¿Por qué no ha sido su eslogan: “Con nosotros, los bolivarianos no pasarán”?

    Seguramente en Ciudadanos han pensado que cargar demasiado las tintas anticomunistas podría conferir al partido una imagen “derechista”

    Seguramente en Ciudadanos han pensado que cargar demasiado las tintas anticomunistas podría conferir al partido una imagen “derechista”. Y, como es sabido, una misteriosa ley histórica condena a España a tener un espectro político hemipléjico, que va desde el centro a la extrema izquierda, con un tenebroso agujero negro en la derecha. Una lástima, porque existe toda una derecha social políticamente huérfana, cautiva a regañadientes de un PP que tampoco quiere ser de derechas. Ciudadanos hubiese podido apostar fuerte por esos votantes; hubiese podido plantear una OPA hostil al PP, presentarse como un partido coherentemente liberal-conservador que defendiese cosas como la bajada de impuestos, la reducción del peso del Estado, la profundización en la flexibilidad del mercado laboral, la recuperación de competencias decisivas por la administración central (como pie en pared frente a la deriva secesionista), la derogación de las leyes zapaterinas sobre familia y bioética… La ocasión era inmejorable: Rajoy es un líder sin el menor tirón, y su praxis gubernamental ha sido socialdemócrata.

    Es lo que ha hecho Podemos en el otro lado: aspirar a sustituir al PSOE como el verdadero partido de izquierdas. Y está a un paso de conseguirlo. Lo habrá logrado intensificando la apuesta ideológica, y no descafeinándola: adelantando al PSOE por su izquierda.

    Ciudadanos hubiese podido aspirar a suceder al PP, en lugar de sólo a servirle de bisagra para una posible grosse Koalition

    Ciudadanos hubiese podido aspirar a suceder al PP, en lugar de sólo a servirle de bisagra para una posible grosse Koalition. Pero suplantar al PP hubiese implicado adelantarlo por su derecha. ¡Y eso nunca! ¡Antes muertos que conservadores! Ciudadanos, que hubiese podido ser el Podemos de la derecha, apostó en cambio por la ambigüedad ideológica, la equidistancia, el centrismo vacuo. Por su falta de ambición –pero también por su sumisión a la regla no escrita que prohíbe en España defender posiciones abiertamente liberal-conservadoras- terminará convertido en un triste partido-bisagra, un nuevo CDS. El PP quizás incluso podrá permitirse el lujo de pactar directamente con el PSOE, puenteando a Rivera.

    Rivera y Rajoy, en uno de sus encuentros/Fuente: EFE.
    Rivera y Rajoy, en uno de sus encuentros/Fuente: EFE.

    La “nueva política” sigue cautiva de la misma maldición que la vieja: la aceptación implícita de la superioridad moral de la izquierda. No se puede denunciar abiertamente el totalitarismo de Podemos, porque eso le situaría a uno “demasiado a la derecha”. No se puede proponer un verdadero programa liberal-conservador de liberalización económica, defensa de la vida y la familia y fortalecimiento de la unidad nacional. Sólo lo ha intentado VOX. Y sigue en el desierto.

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    Francisco J. Contreras Peláez (Sevilla, 1964) es catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Sevilla. Autor de los libros: Derechos sociales: teoría e ideología (1994), Defensa del Estado social (1996), La filosofía de la historia de Johann G. Herder (2004), Savigny y el historicismo jurídico (2004), Tribunal de la razón: El pensamiento jurídico de Kant (2004), Kant y la guerra (2007), Nueva izquierda y cristianismo (2011, con Diego Poole), Liberalismo, catolicismo y ley natural (2013) y La filosofía del Derecho en la historia (2014). Editor de siete libros colectivos; entre ellos, The Threads of Natural Law (2013), Debate sobre el concepto de familia (2013) y ¿Democracia sin religión? (2014, con Martin Kugler). Ha recibido los premios Legaz Lacambra (1999), Diego de Covarrubias (2013) y Hazte Oír (2014). Diputado de Vox por Sevilla en la XIV Legislatura.