Cuando en 2005 Zapatero (PSOE) aprobó el matrimonio homosexual justificó la medida alegando que había una gran demanda: llegó a decir que 250.000 parejas del mismo sexo estaban esperando para casarse. Pero en el primer año el suflé se desinfló hasta los 4.000 parejas.
Y en los siguientes diez años el número de matrimonios del mismo sexo es de unos 3.250, lo que representa menos del 2% del total de matrimonios que se contraen en España. Total, que en diez años aquel ‘gaymonio’ que tan urgente era aprobar apenas supone el 1,77% del total de nupcias.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLas cifras demuestran no sólo que Zapatero tiene la nariz tan larga como Pinocho (lo cual no es una novedad), sino que el objetivo del lobby LGTB no era casarse sino destruir el matrimonio de toda la vida, por el procedimiento de llamar matrimonio a algo que jamás lo ha sido y que biológicamente nunca lo será.
“Es como si alguien se empeñara en que la palabra ‘mar’ dejara de significar “Masa de agua salada que cubre la mayor parte de la superficie terrestre”, y pasara a significar además “feria de la maquinaria agrícola”
No tenemos nada contra los homosexuales y su vida privada. Como personas tienen una dignidad inviolable y merecen todo respeto. La gran objeción se la hacemos a los Gobiernos que han llamado matrimonio a algo que no lo es.
Podían haber recurrido a un registro de uniones civiles, si lo que buscaban era no ser discriminar al homosexual. Pero no se conformaban con ello, querían que la palabra matrimonio dejará de referirse a la unión de un hombre y un mujer. Es como si alguien se empeñara en que la palabra ‘mar’ dejara de significar “Masa de agua salada que cubre la mayor parte de la superficie terrestre”, y pasara a significar además “escoba voladora” o “feria de la maquinaria agrícola”.
De hecho, el Diccionario de la Real Academia ya incluye, entre las acepciones de la voz “matrimonio”, “en determinadas legislaciones, unión de dos personas del mismo sexo”.
Lo mismo ocurre con la familia. Desde hace unos años, se habla de modelos de familia, o de familias en plural, y han conseguido que se visualice un tipo de familia alternativa, en la que puede haber dos padres o dos madres, o tres o cuatro…
Una vez que –con la inestimable ayuda del poder político, y los obedientes académicos- han usurpado el papel del matrimonio y la familia, han pasado a imponer por ley el homosexualismo y la agenda LGTBI, a enseñarlo en la escuela, y a impregnar toda la sociedad como si fuera algo normal. Y finalmente, a señalar con el dedo a quien tiene la osadía de ser… normal, es decir heterosexual.
De aprobar matrimonios gays (para una minoría irrelevante de puro exigua) se ha pasado a demonizar a quienes discrepan (una inmensa mayoría), sacándose de la manga una fatwa (“homófobo”).
Tan inmensa es esa mayoría que resulta cómico el perfil del “homófobo”, sugerido por colectivos LGTBI y que se ha apresurado a suscribir la izquierda en el Ayuntamiento de Getafe: “hombre blanco y heterosexual ”. Es casi como decir el mundo mundial, al menos en esta parte del mundo –por lo del blanco-. O al menos la mitad del medio mundial, porque la otra mitad son mujeres. Eso sí luego desbarran porque incluyen en ese robot del pérfido perseguidor de gays, a los “delgados”. (¿??)
Sería para tomárselo a broma, y no hay más que ver la cantidad de chistes que ha generado en las redes sociales. O quizá no tanto.
¿Está queriendo decir el colectivo gay –y lo que es más grave los representantes públicos elegidos en las urnas- que a partir de ahora van a poner etiquetas a quien discrepe del pensamiento único?
¿Va a ser esto el primer paso de una nueva caza de brujas contra quienes sostengan que el Estado no es quien para adoctrinar a nuestros hijos impartiéndoles Ideología de Género?
¿Va a ser esto el primer paso de una nueva caza de brujas contra quienes sostengan que matrimonio no hay más que uno, que un nino tiene derecho a un padre y una madre, y que ningún poder político es quien para adoctrinar a nuestros hijos impartiéndoles Ideología de Género?
Si es así, que nos lo hagan saber cuanto antes. Si los heterosexuales vamos a ser los nuevos judíos a los que un nuevo totalitarismo señala con estrellas amarillas, nos gustaría enterarnos cuanto antes.
Resulta muy significativo que quienes han comprado tan inquisitorial mensaje hayan sido los partidos de izquierda, con el PSOE en primer término (el mismo que aprobó el matrimonio homosexual hace diez años). Lo cual demuestra que el partido de la Educación para la Ciudadanía, la Memoria Histórica y otras formas de ingeniería social sigue sin tener otras ideas en la cabeza que dividir a los españoles; que aún sigue prisionero del zapaterismo y que trata de ocultar con ocurrencias demagógicas lo pésimo gestor que es desde hace décadas.
La grata sorpresa nos la ha dado el PP al negarse a suscribir el manifiesto por el orgullo gay que contiene semejantes tonterías. El portavoz popular de Getafe señala lo incongruente que son los autores al reclamar “tolerancia y respeto» al tiempo que «hacen un flagrante ejercicio de discriminación de la poblacion por motivos tan burdos como la apariencia física, el nivel de renta económica o las creencias religiosas».
Aunque también sería bueno que el Partido Popular, que tan sensatamente ha puesto el dedo en esta llaga, nos haga saber si ésta es su línea oficial o si por el contrario su línea es la de Cifuentes “regalando” estaciones de metro al colectivo LGTBI o aprobando leyes de transexualidad.
Que nos diga, en fin, de qué lado está.