Quizá Infierno azul no sea una obra maestra. Tampoco pretende serlo. Se trata de un thriller agobiante, de ritmo impecable y lograda atmósfera, que transcurre en su mayor parte dentro del agua, casi todo el tiempo con una sola actriz en la pantalla, que en la narración de su enfrentamiento a un tremendo escualo combina con gran pericia elementos de Tiburón, por supuesto, pero también de Alien, el octavo pasajero, y hasta de Acorralado. Nuestra atractiva rubita puede ser si se lo propone un perfecto combinado de Ripley y Rambo, enfrentada a un monstruo y muy apañada a la hora de coserse sus heridas.
Blake Lively es una jovencita estudiante de medicina, triste por la muerte de su mamá debido a un cáncer, que ha decidido hacer surf en la recóndita playa mexicana donde la fallecida practicaba este deporte en sus años mozos. La amiga que la debía acompañar tiene planes de jarana, así que ella va sola a surfear, le conduce hasta la playa un magnífico Óscar Jaenada, que con apenas un par de escenas sigue demostrando lo buen actor que es, de lo mejorcito del panorama español, como ya demostró recientemente interpretando nada menos que a Cantinflas en el biopic homónimo.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraBastan unas pocas pinceladas para humanizar a la protagonista y sus circunstancias, jugada inteligente, pero que con frecuencia descuida el cine de acción, demasiado preocupado por las escenas adrenalíticas, parece mentira que no caigan en la cuenta de que sin guión en una película lo demás importa muy poco. Aquí el libreto del desconocido Anthony Jaswinski sirve muy bien a los propósitos de Collet-Serra de servir entretenimiento puro, bien diseñado y empaquetado, superdisfrutable, y más en días de canícula como los actuales. Se dosifica la intriga, las posibilidades de salvación, los efectos de la marea. Sí, la cosa funciona.
Collet-Serra se fue con 18 años a Los Ángeles a estudiar cine y ahí se ha quedado. Logró el padrinazgo de un gran productor como Joel Silver, que le dio la oportunidad de debutar en el largo con Casa de cera, cine de terror donde la presencia de Paris Hilton, terrible actriz pero carne de cañón de la prensa del cotilleo, ayudó a que el público fuera a verla. En el mismo género repitió con La huérfana, que también logró buena acogida.
El director catalán, que tiene ya en su haber siete películas, no se avergüenza ni mucho menos de su deseo de triunfar en la taquilla entreteniendo al gran público, y piensa que lo contrario, un complejo habitual en el cine español de ser tachado de comercial, supone un serio defecto. Además ha optado por rodar en inglés, y en el entorno de Hollywood, que considera, no sin razón, el centro del universo fílmico. En los últimos tiempos se ha escorado más bien hacia el suspense, teniendo en mente sin duda a su admirado Alfred Hitchcock con recursos como la amnesia –Sin identidad– o las amenazas anónimas a bordo de un avion –Non-Stop (Sin escalas)–, que bien podría haber sido un tren expreso en otros tiempos, ¿eh?.
Me da un poco de pena el escaso reconocimiento que se le concede a Collet-Serra en nuestro país, me recuerda al caso de otros grandes profesionales del Hollywood clásico, que eran etiquetados como artesanos, de un modo algo despectivo. Con 42 años, me descubro ante su sólida carrera, que ya quisiera para sí Alejandro Amenábar, un cineasta no tan diferente en su manejo del thriller, pero que se ha malogrado en parte por la carga ideológica de un cine que, curiosamente, en los últimos tiempos, sólo triunfa en España. Y agradezco su modestia, el hecho de que no se da aires ni importancia, y tampoco se queja del silencio que envuelve a su admirable trayectoria. E incluso, toma castaña, se arriesga al apoyar al cine español como productor –eso sí, con películas en inglés, él ha apostado por la trayectoria internacional de sus cintas–, respaldando los filmes Mindscape de Jorge Dorado y Extinction de Miguel Ángel Vivas, a través de su productora Ombra Films.