Los perros no son cosas ¿y los niños de vientres de alquiler?

    Ciudadanos propone que los animales de compañía dejen de ser considerados como cosas, mientras apoya los vientres de alquiler. Pero si un perro no puede ser un capricho, un ser humano mucho menos, salvo que se siga la doctrina Aído: "Un ser vivo no humano".

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    Ciudadanos (presidido por Albert Rivera) promueve que los animales de compañía no sean considerados cosas, pero apoya los vientres de alquiler que cosifican al nino y explotan a la mujer.
    Ciudadanos (presidido por Albert Rivera) promueve que los animales de compañía no sean considerados cosas, pero apoya los vientres de alquiler que cosifican al niño y explotan a la mujer.

    El Congreso de los Diputados ha aprobado por unanimidad una iniciativa defendida por el partido de Albert Rivera, Ciudadanos, para otorgar a los animales de compañía un estatus diferente al de «bien semoviente» en el Código Civil.

    La idea es que estos animales son en una familia algo más que una mera posesión. Cualquiera que haya convivido con perros, gatos, aves u otros animales con los que se pueda establecer una mínima interacción lo sabe.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    En eso, «animalistas» y los que nos consideramos amantes de los animales sin más ínfulas podemos estar de acuerdo. También es comprensible el establecimiento de penas para aquellos que maltratan a los animales de tal forma que se sitúan por debajo del nivel irracional de sus víctimas.

    En todo caso, hay que subrayar, que los animales no son sujetos de derechos. Sólo los seres humanos podemos serlo, como ya decíamos hace un año en Actuall. Otra cosa es que tengamos deberes sobre ellos, que los tenemos. 

    Dicho esto, la unanimidad en el respaldo a la propuesta es un síntoma inequívoco de la hipocresía reinante en la clase política (y en la sociedad), que se deshace en protecciones hacia los animales, reclamando incluso la figura de la persona no humana como en el Proyecto Gran Simio, mientras avanzan hacia la cosifiación del ser humano.

    La exministra de Igualdad, Bibiana Aído
    La exministra de Igualdad, Bibiana Aído

    El ser vivo no humano de Aído

    Otro de los momentos estelares de nuestra dizque clase política al respecto fue la nunca suficientemente recordada metedura de pata (de pierna en este caso) de la exministra Bibiana Aído cuando se aupó a horcajadas de la estulticia sin rubor.

    Preguntada por la ley de aborto que hoy sigue en vigor gracias al Partido Popular, señaló sobre «eso» que habita el vientre materno a las 13 semanas de gestación: «Un ser vivo, claro, lo que no podemos hablar es de ser humano porque eso no tiene ninguna base científica». 

    La frase se explica por sí sola y mereció el reproche de la comunidad científica y hasta de la Real Academia de la Lengua. Pero volvamos a la actualidad.

    El último eslabón de la cadena de irracionalidad anticientífica y cosificante del ser humano es el apoyo casi unánime a los vientres de alquiler, que convierten a los hijos en un objeto de compra y venta y a sus madres en meras vasijas, hornos o máquinas reproductoras.

    Ciertamente, el hecho de que todo el proceso además se sustancie como un acto comercial similar al arriendo de un terreno para su cultivo y recolección, es repulsivo en lo que respecta al trato que se le dispensa a la mujer.

    Es inadmisible con independencia de si se produce mediante un pago o si tiene lugar con un improbable caso de gratuidad total, como defienden, entre otros, Cristina Cifuentes o Javier Maroto en el Partido Popular.

    Un perro no es un capricho ¿un niño sí?

    Por otro lado, el hijo, insitimos, es reducido en su dignidad hasta rebajarlo a la categoría de cosa, de objeto de intercambio, compra o, incluso devolución si no es del agrado del «cliente».

    Resulta muy evidente la comparación con las campañas contra la compra irreflexiva en épocas navideñas y el frecuente abandono de perros y otros animales al llegar el verano. Pero si un perro no puede ser un capricho, un ser humano mucho menos.

    resulta curioso que los mayores demandantes de vientres de alquiler sean parejas de igual sexo que, por naturaleza, son infértiles.

    Los partidarios de los vientres de alquiler, sin embargo, ocultan que este sistema convierte la paternidad en un antojo o, incluso, en un pretendido derecho, cuando no es así.

    Y ya resulta curioso que los mayores demandantes de vientres de alquiler sean parejas de igual sexo que, por naturaleza, son infértiles.

    Nadie tiene derecho a ser padre. Mucho menos a comprar un hijo o a alquilar a una madre gestante. Nadie tiene derecho a que ambos se conviertan en meros objetos. Lástima que quienes defienden los mismo para perros, gatos o cacatúas no sean capaces de verlo en el ser humano.

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    Nicolás de Cárdenas fue inoculado por el virus del periodismo de día, en el colegio, donde cada mañana leía en su puerta que “la verdad os hará libres”. Y de noche, devorando los tebeos de Tintín. Ha arribado en su periplo profesional a puertos periodísticos de papel, internet, televisión así como a asociaciones cívicas. Aspira a morir diciendo: "He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe".