La conciliación de la vida laboral y familiar: un reto aún por conquistar

    La falta de los cumplimientos electorales por parte de los partidos políticos sitúa a España a la cola de Europa en este sentido.

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    Se acercan las elecciones generales del 20D y los partidos políticos empiezan a hacer públicas sus propuestas, entre las cuales no suelen faltar las relativas a la conciliación de la vida laboral y familiar.

    Y es que hablar de conciliación queda bien, es políticamente correcto y da votos. Y, además, prometer es muy fácil. Después, el cumplimiento de las promesas es otra cosa…

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    Por ejemplo, allá por el 2009 se aprobó con el gobierno de Zapatero la ampliación a cuatro semanas del plazo de disfrute del permiso de paternidad, una medida que tenía que entrar en vigor en 2011. Pero primero con Zapatero y después con Rajoy, y a pesar de que han sido promesas electorales en sus respectivos programas, se ha ido retrasando la entrada en vigor de dicha disposición. El último anuncio es que se aplicará en el 2017 (¡8 años después!).

    Esta es la realidad: la conciliación laboral y familiar sigue siendo la gran asignatura pendiente en la sociedad del siglo XXI. Es hoy un reto aún por conquistar.

    Las consecuencias

    La incorporación creciente de ambos cónyuges al mercado de trabajo formal, la extensión de los horarios laborales, la distancia cada vez mayor desde los hogares a los centros de trabajo, la dispersión de la familia extensa, etc., están provocando una defectuosa conciliación de la vida laboral y familiar. Esto se agrava por las todavía deficientes medidas para impulsarla, tanto desde las propias empresas como desde los poderes públicos.

    Hablar de conciliación es una cuestión de qué modelo de vida y de sociedad queremos. Encontrar el equilibrio entre vida familiar y laboral supone entender que ambos aspectos son pilares fundamentales en el desarrollo de la persona. La conciliación de la vida laboral y familiar se da sobre todo a través de las políticas realizadas por las empresas y las administraciones, y tienen por objeto construir una sociedad donde las personas se pueden desarrollar en todos los ámbitos vitales, es decir, en el ámbito personal, familiar y laboral, siempre respetando el que sean ellas las que elijan el tipo de conciliación que deseen.

    Hay que generar un cambio de cultura y un cambio de actitud en las empresas

    El apoyo a la maternidad, la flexibilidad de horario, la racionalización de los horarios laborales, la posibilidad de la jornada continua o a tiempo parcial, la reducción de la jornada o el teletrabajo son elementos fundamentales que las empresas deben desarrollar para una verdadera y eficaz conciliación de la vida laboral y familiar. Pero a hasta ahora, las empresas ya sea por una cultura presencialista (“eres mejor trabajador cuantas más horas en la empresa pases”), o por considerar la maternidad como un obstáculo y una carga –llevándolo incluso hasta el mobbing maternal-, hacen que la familia se vea relegada. Cada vez más personas tenemos claro que no queremos llegar a nuestra casa a la hora del baño o de la cena de nuestros hijos.

    Las empresas en España

    Las empresas españolas van a contracorriente de Europa con unas jornadas laborales infinitas, que en muchas ocasiones se alargan por factores culturales y merman la competitividad y productividad de la economía.

    Las empresas que deseen tener futuro tendrán que percibir los cambios que se están produciendo en la sociedad. Para ello, hay que generar un cambio de cultura y un cambio de actitud en las empresas. Es uno de los grandes déficits de las empresas de nuestro país. Conciliar no es trabajar menos, sino trabajar de una forma diferente, con mayor calidad de vida, con horarios más flexibles, jornadas continuas, el teletrabajo, escuelas y guarderías infantiles para los hijos de los trabajadores, desarrollo de servicios para el cuidado de las personas dependientes o discapacitadas a cargo de los trabajadores, etc.

    De otra parte, y aunque la legislación española ha elevado a la categoría de derechos los diferentes instrumentos de conciliación de la vida personal familiar, éstos no son del todo satisfactorios, resultando claramente insuficientes las prestaciones incorporadas a nuestro sistema legal.

    Es fundamental la adopción de un marco legal, social, laboral y fiscal que facilite también la libre elección del tipo de conciliación

    Una deficitaria conciliación de la vida laboral y familiar puede originar, por una parte, incomunicación y desencuentro en el ámbito familiar que puede desembocar en crisis, conflictividad o rupturas familiares. Por otra parte, puede provocar insatisfacción laboral y un insuficiente desarrollo personal y profesional.

    La conciliación es una exigencia del equilibrio de las personas, pero es también una necesidad para construir familias sólidas en las que la convivencia sea una realidad y en la que los hijos puedan ser atendidos debidamente por sus padres.

    Necesidades plurales

    La conciliación ha de partir del profundo respeto a la libertad de elección de las personas y no de la imposición de la medida que parezca más conveniente al Estado o a las empresas. Las necesidades de las familias son plurales y más en el caso de las familias con hijos; por tanto, tiene que existir la posibilidad de elección de las medidas más adecuadas en cada caso.

    En este contexto, es fundamental la adopción de un marco legal, social, laboral y fiscal que facilite no sólo dicha conciliación, sino que también permita la libre elección del tipo de conciliación. Así, los que quieran tener hijos podrán hacerlo sin tener que renunciar por este motivo a su vida laboral y al desarrollo profesional o al cuidado de los mismos a edades tempranas. Este debe ser un punto central de las agendas políticas de las administraciones.

    Se trata, en definitiva, de promover activamente medidas de flexibilidad en el espacio y en el tiempo y servicios para los padres trabajadores, pero, sobre todo, culturas empresariales de signo humano y un ambiente público en el que quedarse en casa para cuidar a los hijos o atender a la familia no sea considerado poco menos que un fracaso existencial.

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