Monjas, diputadas, profesionales, actrices, novias, madres, mujeres de las más depauperadas favelas, o de los barrios residenciales… Por primera vez en la Historia, son las mujeres y no los hombres las que se enfrentan a un dictador y contribuyen si no a derribar, sí a producir grietas en el Muro de la opresión.
Una mujer fue la que se puso delante de las tanquetas bolivarianas, remedando al hombre que se enfrentó a los tanques maoístas de Tiannamen, en 1989.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraUna mujer, una religiosa de 78 años, Sor Esperanza, fue la que increpó a la “Gestapo” bolivariana, expresando el sentir generalizado de los venezolanos: “No os tenemos miedo”.
Una mujer, Lilian Tintori, la esposa del preso Leopoldo López -símbolo de la disidencia aherrojada en las mazmorras del chavismo-, la que clamó por su libertad y recordó a soldados y policías que ellos también forman parte del pueblo pisoteado y explotado.
Dos mujeres, las que en la Marcha del pasado sábado 6 de mayo afirma: “Con el muro de la vergüenza Maduro mostró su miedo a que las mujeres lo desafíen”.
Así lo testimonian para Actuall dos diputadas presentes en la multitudinaria Marcha nacional de Mujeres.
Estos son los hechos:
Un mar de mujeres avanza por una de las principales arterias de Caracas. A los pocos minutos se ven obstruidas por un destacamento militar. No quieren dar pretexto alguno a la violencia. Avanzan. Poco después, un muro metálico levantado durante la noche les detiene. Lo llenan de flores y se plantan frente a él durante horas.
Es el muro de la vergüenza. Así lo califican dos de las participantes en la gran Marcha nacional de Mujeres.
“Es el muro de la vergüenza” declara a Actuall categórica Carolina Jaramillo, diputada de la Asamblea Nacional y delegada en el Parlasur. Y la también legisladora Dinorah Figuera, completa: “Es el muro del miedo que ha dejado desnudo al dictador ante una multitud de mujeres”.
Las parlamentarias hablan con Actuall por separado y coinciden que a pesar de que nos las han dejado llegar a la sede del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Interiores, Justicia y Paz quien perdió fue Maduro ante centenares de miles de mujeres que salieron a las calles en todo el país.
“El presidente perdió la oportunidad de dialogar. Tendimos un puente y él construyó un muro. Ibamos con flores en las manos y violaron nuestro derecho a manifestarnos pacíficamente tal como lo reconoce el artículo 68 de nuestra Constitución”, dice Figuera.
Desde las 10 de la mañana del sábado, había cientos de miles de damas de todas las edades y condiciones sociales. Todas vestidas de blanco. Sin miedo. Con flores en las manos. Algunas desgranaban rosarios. No había estandartes de partidos, sólo banderas de Venezuela.
Al frente de ellas se encontraban la gran mayoría de diputadas opositoras de la Asamblea Nacional, titulares y suplentes, Lilian Tintori, esposa del preso político Leopoldo López, y algunas líderes del Consejo Nacional de los Laicos.
Un “bella multitud” tomo las calles, cuenta Figuera. Cuando bloquearon los accesos a la avenida Libertador con cordones militares, la diputada fue una de las que apuntó la nueva ruta, por la autopista Francisco Fajardo. Hasta que se toparon con el muro.
Para ella fue conmovedor ver a una joven a la que le faltaba una pierna realizar todo el trayecto con una determinación extraordinaria. Cuando se le impidió seguir fue a interpelar de forma firme y respetuosa a los militares que se escondían detrás del “muro del miedo y la vergüenza”.
Una novia, camino al altar, hace una breve parada en la marcha, ya vestida de blanco, y exclama: «por mi querida Venezuela»
Fue casi instintiva la reacción de estas madres, esposas e hijas cuando se toparon con el muro: colocaron las flores que llevaban en manos en las rendijas de la barrera metálica de casi dos metros o las entregaron a los militares que les contemplaban serios y atónitos.
Un par de jovenes religiosas de hábito negro mostraban una imagen de Jesucristo a los militares. Otras tres, sor Adela, sor Teresa y sor Rosalía, todas de sesenta años, rezan y piden a Dios les abra el corazón a los “tiranos”. Y no eran las únicas religiosas presentes en el acto.
Una novia, camino al altar, hace una breve parada en la marcha, ya vestida de blanco, y dice a las mujeres que le reciben jubilosas: “por mi querida Venezuela no podía dejar de estar hoy con ustedes”.
Una abuela, la señora Soledad Pinto, participa incansable en toda la marcha y en un momento determinado manda un mensaje para la esposa de Maduro, Cilia Flores: “tome consciencia de que aquí hay mucho dolor […] tome entonces la mano de su esposo y oren. El Señor les dará orientación de lo que deben hacer”.
El patriotismo y la fe se entrelazan en ese mar hijas de Eva. La plegaria es constante. Va y viene. Se entrelaza con silencio por los muertos y el grito cívico. Insistentemente entonan el himno nacional al cantar los versos de Vicente Salias: “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó”.
La diputada y líder del movimiento negro venezolano Rosaura Sanz lanza un intenso discurso con megáfono en mano: “como yo, he visto a muchas de ustedes llorar porque no tienen que darle de comer a sus hijos, hemos llorado juntas, en tanto ‘del otro lado’ (los beneficiados por Maduro) tienen pañales de varios modelos para sus hijos”.
Y dirigiéndose a los militares: “a ustedes hermanos, les digo, no nos vean como enemigos. Somos mujeres de paz. De ‘este lado’ de la calle solo hay una palabra que nos mueve: ¡Libertad!”
Mitzy. Tremendo discurso de Rosaura describiendo la vida real de los venezolanos. Imperdible pic.twitter.com/jwTTT67y9X
— Antonio Ledezma (@alcaldeledezma) May 7, 2017
Algunos habían considerado el acto, sólo con mujeres, una iniciativa descabellada y temeraria, considerando que la violencia sistemática del gobierno iba in crescendo contra las movilizaciones populares y pacíficas realizadas desde el día 1 de abril.
El jueves pasado fue la jornada más violenta: Maduro lanzó sobre los manifestantes, los “rinocerontes”, los temibles tanques de asalto
El saldo era de 38 muertos, más de 700 heridos y casi mil presos. El jueves 4 se había registrado la jornada más violenta: habían echado encima de los manifestantes los tanques de asalto, denominados “rinocerontes”.
¿Por qué ahora una marcha sólo con mujeres? Responde la diputada Jaramillo: “Para obligar al gobierno a bajar la intensidad de la represión por lo menos un día y obligar a las fuerzas armadas a reflexionar”.
En la convocatoria de la marcha la diputada Amelia Belisario lanzó una advertencia a los miembros de la Guardia Nacional Bolivariana: “Piénselo bien, si les dan la orden de disparar, recuerden que del otro lado, en la marcha, estarán muchas de sus madres, esposas e hijas”.
La oposición también se encontraba preocupada por el creciente uso de la fuerza en las reacciones de defensa de los manifestantes ante las agresiones de la policía, los militares o los “colectivos” armados.
De hecho la fiscal Luisa Ortega declaró en una entrevista a The Wall Street Journal, que no se puede “pedir un comportamiento pacífico a los ciudadanos si el Estado toma decisiones que no están de acuerdo a la ley”.
Las mujeres de la Mesa de la Unidad Democrática ofrecieron una solución inédita: ellas mismas arriesgarían sus vidas con un mensaje claro contra la tentación de ceder a la violencia y en favor la resistencia pacífica.
¿No era colocar en riesgo la vida de millares de mujeres? “En Venezuela todos los días nuestras vidas corren riesgo, y las de nuestros esposos, hijos y familiares. Este es un régimen que mata”, afirma la diputada Jaramillo.
La diputada Figuera, que el viernes 31 de marzo fue agredida por colectivos chavistas, añade: “Las mujeres obligamos a Maduro a bajar momentáneamente las armas”.
Y en efecto. Obligaron al régimen a contenerse. A pesar de que la movilización de los cuerpos de seguridad fue desproporcionada las marchas se realizaron sin represión violenta por parte del gobierno en la mayoría de los 23 estados del país y en el Distrito Capital.
Maduro contraprogramó la Marcha de las Mujeres lanzando a las calles a un pequeño grupo de “mujeres revolucionarias” que manifestaron su adhesión al presidente
En Caracas se impuso un cerco al Centro de la ciudad, considerado bastión chavista por albergar las sedes del gobierno y los ministerios. Y contraprogramó la marcha lanzando a las calles a un pequeño grupo de “mujeres revolucionarias” que manifestaron su adhesión al presidente y a la construcción del “Estado comunal”.
Este fue el pretexto por el cuál se impidió el paso a la marcha opositora. La propia página del Ministerio de Interior reconoce que se trataba de “cientos” de mujeres. Del otro lado del muro, como evidencían los registros gráficos, había cientos de miles.
Las diputadas intentaron negociar con la Guardia Nacional Bolivariana que se negó a atender sus pedidos. Consiguieron hablar con Rosaura Navas, viceministra del Gobierno de Maduro, a la que entregaron un documento que pide que cese la represión.
La diputada Jaramillo ve con optimismo marchas como las del sábado: “Estoy convencida ir la única manera que este país empiece el sendero de la recuperación será cambiando de presidente a través de elecciones libres donde el pueblo pueda realmente decidir su rumbo”.
Al declinar el día la marcha se encierra. Miles de voces femeninas cantan juntas de nuevo el himno nacional. Parecen querer enviar a todas las mujeres de América el estribillo final: “si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dio”.