La ley antidiscriminación LGTBI aprobada la semana pasada por la Asamblea de Madrid a propuesta del Partido Popular, con Cristina Cifuentes a la cabeza, continua suscitando reacciones contrarias a la misma, en especial dentro del mundo de la educación, uno de los apartados en el que esta ley ejerce una mayor intromisión.
Una de las voces más críticas de las consultadas por Actuall ha sido María Calvo Charro, presidenta de la Asociación europea de centros de educación diferenciada (EASSE), profesora de Derecho Administrativo de la Universidad Carlos III y autora de libros como ‘Alteridad sexual, razones frente a la ideología de género‘.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLo primero que remarca María es que le llama más la atención el contenido de la ley que el partido que la propuso y la aprobó (el PP), porque ya vio venir las intenciones de los populares cuando el año pasado el Ministerio de Sanidad publicó la Guía ‘Abraza la diversidad’, un documento que da una serie de directrices para los alumnos y los profesores en un intento de prevenir la discriminación LGTBI en las escuelas.
María Calvo: «Se les estimula a masturbarse, a tocar al vecino, a elegir su identidad sexual,… se les adoctrina»
«Si te metes a ver los contenidos, son casi pornográficos. Se quiere enseñar a los ninos una educación sexual que no necesitan. Se les estimula a masturbarse, a tocar al vecino, a elegir su identidad sexual,… se les adoctrina», afirma la profesora Calvo.
Dicha Guía, que cumple de forma clara los requisitos para que se utilice en todos los colegios de la comunidad (públicos, privados y concertados) y se imparta a todos los alumnos (desde los 0 a los 18 años), fue elaborada con el consenso de grupos LGTBI.
Esta ley no contó con ninguna asociación de padres, o de expertos educativos independiente, sino que fue elaborada con el consenso de grupos LGTBI que además revisarán de manera anual el funcionamiento de la norma. Una decisión que no gustó mucho en Concapa.
Para María Calvo no es sorprendente, ya que cualquier profesional desaconsejaría enseñar sexo a los ninos. «Los ninos no se plantean esas cosas. Se saltan la parte psicológica y esto les afecta. Están violando sus derechos, les puede traumatizar«, insiste.
Es más, la presidenta de la asociación remarca que en España intentamos ir de mordernos con estas leyes, pero que en el fondo vamos con 30 años de retraso. «Es una ley muy anticuada y retrógrada. En EEUU ya han dado la vuelta a esto».
María Calvo: «Me llamarán homófoba por decir esto, pero yo hablo de datos, es sentido común»
Se refiere a que ahora la tendencia en EEUU es a no hablar con los más pequeños de sexo, sino a enseñarles a autocontrolarse. «Me llamarán homófoba por decir esto, pero yo hablo de datos, es sentido común. Hoy está todo dominado por el relativismo absoluto y el emotivismo, la muerte de la razón».
Es difícil argumentar frente a alguien que te dice yo me siento así y ya está, reconoce María Calvo, pero se debería tener más en cuenta los estudios del Instituto John Hopkins, que ha pasado de ser el primer lugar en realizar operaciones de cambios de sexo en los año 70 a recomendar no operar a nadie porque no soluciona nada.
Mariano Bailly-Bailliere: «Es un paso más en el control de la sociedad»
Para Mariano Bailly-Bailliere, miembro de objetores a Educación para la Ciudadanía, «la Ley contra la “LGTBfobia” supone un paso más en el control de la sociedad civil por parte de las autoridades».
Y es que esta ley lo que «pretende es enjuiciar y educar obligatoriamente los sentimientos de los los menores de edad sin mediar ningún consentimiento paterno«. Insiste Mariano en que «más que al respeto o a la tolerancia, la norma aspira a que los miembros de los colectivos LGTBI sean queridos por sus conciudadanos».
Además, argumenta que «las agresiones contra el respeto y la tolerancia están ya tipificadas en el Código Penal», por lo hablar de que «los hechos son objeto de la justicia pero los motivos son indemostrables. Y la inversión de la carga de la prueba propia de regímenes totalitarios».
Bailly-Bailliere: «Pretender achacar un hecho delictivo a un sentimiento es tan dudoso como ineficaz: lo que ha de juzgarse es el hecho»
Lo resumen así: «Pretender achacar un hecho delictivo a un sentimiento es tan dudoso como ineficaz: lo que ha de juzgarse es el hecho, no sus motivaciones».
Sobre lo que debería hacer el gobierno de Cristina Cifuentes Bailly-Bailliere remarca que «el Estado debe velar por el respeto y la tolerancia. Y este respeto ampara tanto a quien se considera ciudadano LGTBI como a quien no lo es. En igualdad: sin supuestas discriminaciones positivas que, además de privilegiar a unos en detrimento de los otros, transmiten un mensaje ideológico».