La pornografía a través de internet se ha convertido en un problema social de primera magnitud. Millones de personas están enganchadas y los médicos la han calificado como una droga dura, tan peligrosa como el crack o la cocaína.
Para explicar los efectos de esta nueva ‘droga’ del siglo XXI Óscar Tokumura ha publicado el libro La pornografía online. Una nueva adicción (Voz de Papel). En declaciones a Actuall, el autor explica que se decidió a abordar el tema porque era “una verdadera epidemia que no tiene ningún control y que afecta tanto a adultos como ninos de temprana edad”.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLas cifras son contundentes. Tras la pornografía se ha generado un negocio millonario. Cada día más de 146 millones de páginas de internet de esta temática son vistas por los usuarios, es decir, el 30% de todo el tráfico de internet.
Y son datos de 2006, los más detallados hasta la fecha. Existe, en su opinión, “un tipo de conducta adictiva que hoy por hoy no tiene ningún tipo de control y que, salvo la pornografía infantil, no tiene ningún tipo de restricción legal».
Tokumura afirma que en 2006 esta industria movía más de 90.000 millones de euros al año. Este dato superaba lo que Microsoft, Google, Amazon, eBay y Yahoo facturaban todos juntos. Con la fuerte penetración de internet en los hogares que se ha producido durante los últimos años se cree que estas cifras se hayan podido disparar.
Esta industria movía ya en 2006 más de 90.000 millones de euros al año
Los efectos de la pornografía digital son devastadores. Tokumura afirma que en Norteamérica “se calcula que más del 10% de la poblacion se declara adicta”.
Aunque afirma que hay que distinguir entre adicción y consumo moderado, considera que la línea es muy estrecha y se puede pasar a la dependencia “con cierta facilidad”.
La adicción afecta más a los varones
Según el informe Internet Pornography Statics publicado por Family Safe Media en 2006, más de 40 millones de adultos estadounidenses visitaban regularmente páginas pornográficas. En aquella encuesta un 20% admitía que accedía a estas webs desde el trabajo.
Los varones aparecían como las principales víctimas de esta adicción: según el estudio un 83% eran hombres y un 17% mujeres. El problema también afectaba a los que se definían como cristianos puesto que un 47% de ellos declararon que la pornografía era un problema importante en el hogar.
Tokumura agrega que la pornografía online puede ser considerada como la droga del siglo XXI pues es una “fuente de gratificación inmediata, de fácil acceso, de alta actividad y con gran dificultad para dejarla”.
Además cita dos estudios realizados en Alemania e Inglaterra que afirman que “hay indicios de que (la pornografía) sí afecta físicamente al cerebro, literalmente, reduciendo su tamaño en la zona en la que se genera la dopamina, que es el neurotransmisor que genera la excitacion”.
Estos nuevos adictos no se diferencian en gran medida de los consumidores de drogas. “La persona desea dejarlo y se lo propone, pero descubre que no puede. Hay una degeneración progresiva, que suele darse por buscar formas violentas de pornografía o perversiones cada vez más complejas”, asegura.
Tokomura: “La persona desea dejarlo y se lo propone, pero descubre que no puede”
Óscar Tokumura explica que aún hay más consecuencias negativas, tanto físicas -«falta de sueño, pérdida de apetito, disfunción sexual»- como sociales –«distanciamiento de la familia, del cónyuge o pareja y un gran aislamiento»-. Incluso afectaría a la persona en su aspecto laboral y económico con «la pérdida del trabajo y el endeudamiento al gastar cantidades desmedidas en este vicio».
El problema añadido en adolescentes
Lo más inquietante es que esa adición cada vez afecta a un elevado número de adolescentes. En opinión del autor, con los más jovenes existe “el agravante de que sus conexiones neurológicas se encuentran en proceso de consolidación y los hábitos –ya sean buenos o malos- se fijan con mayor profundidad”. Y añade “no es lo mismo cambiar un hábito adquirido en edad adulta que uno que se ha adquirido de pequeño”.
De hecho, da un dato estremecedor: “Se calcula que la edad promedio en que una persona toma contacto con la pornografía es de once años”.
«Es casi imposible salir del problema en solitario»
¿Es posible salir de esta adicción? Ante esta pregunta, Óscar Tokumura asegura que en casos extremos como los que se están dando “es casi imposible salir del problema en solitario”. Por ello, cree que lo más conveniente es pedir ayuda a profesionales como psicólogos y psiquíatras o a grupos de ayuda, que se han comprobado de “gran efectividad”.
Una “educación saludable a los menores” y una “sana sexualidad que señale los efectos nocivos de la pornografía” son para el autor las únicas vías posibles para cambiar este panorama desolador.
Y pone un ejemplo gráfico: se tardó más de 50 años en concienciar a la ciudadanía de que el tabaco podía causar cáncer. “Hoy sucede algo análogo. Hay una gran inconsciencia del daño que se está generando”.