La gran lección de los juicios de Núremberg, lo que el tribunal consagró para enviar a la horca a algunos de los jerarcas nazis que aún quedaban con vida tras la Segunda Guerra Mundial, fue que la conciencia debe prevalecer sobre las órdenes: si la orden no es conforme a tu conciencia no hay que cumplirla. Es decir, de nada vale escudarse en que uno cumple órdenes o leyes si éstas son injustas.
El problema 70 años después, sostiene el historiador Fernando Paz, es que la moral kantiana -basada en el cumplimiento del deber por encima de todo- con la que los nazis justificaron su responsabilidad ante los vencedores, hoy les valdría para salvarse. Es lo que sucede al eliminar el derecho o ley natural, lo único que puede justificar incumplir una ley por ir contra la moral. Lo contrario, claro, es el relativismo, hoy dogma de fe.
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Suscríbete ahoraAcaba de publicar «Núremberg, juicio al nazismo» (La Esfera de los libros), aunque sus legiones de fieles le siguen la pista desde que publicara «Europa bajo los escombros», «El fracaso de una utopía» o «Antes que nadie». Pero el gran público también le conoce por sus intervenciones en tertulias televisivas (Intereconomía) en las que a menudo recuerda al profesor de Historia que de lunes a viernes lucha contra el destino que el sistema educativo reserva a sus alumnos de bachillerato.
No es Fernando Paz de la raza de historiador que abraza una visión edulcorada de la Historia si con ello garantiza el éxito en las estanterías de los grandes almacenes. Por ello sus enemigos -que no son pocos- no le perdonan compartir repisa con quien refuta -y de qué manera- las mentiras oficiales.
¿El juicio fue una aberración jurídica?
Sí, en cierta manera adoleció de una serie de problemas desde el comienzo: territorialidad, retroactividad e imparcialidad. El paso del tiempo nos da la perspectiva suficiente de que los juicios de Núremberg son difícilmente defendibles desde ese punto de vista. Los expertos tratan de justificar el procedimiento, pero siempre tropezamos con alguna piedra. Eso viene recogido en el libro: la justificación de por qué se podía celebrar un juicio aplicando una serie de leyes que no estaban codificadas en el momento en el que se cometieron los delitos.
Los aliados fueron juez y parte.
Quienes convocaron y presidieron el juicio y formaron parte de la acusación negaron este punto, dijeron que en realidad sí existían esas leyes por las cuales se iban a juzgar a los que acabaron en el banquillo. Es verdad que algunos cargos sí existían, por ejemplo, los delitos «crímenes contra la humanidad» y «crímenes de guerra». Lo que no existía era el delito que daba pie a toda la acusación: el de la conspiración contra la paz, es decir, la preparación de la guerra de agresión. En este punto la defensa tenía razón.
¿Tenía sentido la acusación de «conspiración contra la paz» cuando las potencias aliadas fueron las que declararon la guerra a Alemania?
Esa acusación no tenía ningún sentido, aunque sí hubo una política exterior muy agresiva por parte de Alemania. No hubo tal conspiración para desatar la guerra y mucho menos que fuera generalizada. Hitler y los nazis podían ser lo que fueran, pero no tontos, sabían que lo último que les convenía era una guerra, y menos en dos frentes, y menos contra quienes no querían hacerla: los aliados occidentales.
¿En qué se basó la acusación de conspiración?
Se basó en una idea norteamericana que usaban allí contra las bandas de gánster. Cuando una banda atracaba un banco, quedaban fuera de la acusación algunas de las personas que no habían participado directamente en el atraco, por ejemplo, el conductor del coche que propiciaba la huida. Por ello, los norteamericanos crearon la figura de la conspiración a través del cooperador necesario, de modo que se pudiera acusar al chófer o a cualquier otra persona que hubiera colaborado con la banda de la comisión del mismo delito, puesto que había sido imprescindible para que el delito se cometiese. Esta idea se aplicó a los alemanes y evidentemente era una idea exagerada y falsa: no había habido una conspiración propiamente dicha para desatar una guerra.
«El cargo de conspiración fue fallido hasta tal punto que muchos de los jueces y fiscales no quisieron asumirlo como propio cuando hubo que emitir el veredicto»
¿Entonces no hubo plan?
Sí lo hubo, pero era otro: llevar hasta el límite las exigencias de tipo político-diplomático y en el peor de los casos que se produjera una guerra localizada en el centro o este de Europa para al final llegar a la guerra que Hitler sí quería: la guerra contra la URSS. Por ello el cargo de conspiración fue fallido hasta tal punto que muchos de los jueces y fiscales no quisieron asumirlo como propio cuando hubo que emitir el veredicto. No quisieron asumir la idea del fiscal Jackson de que había habido una conspiración.
Uno de los puntos negros del juicio fue la acusación a los alemanes de las matanzas de Katyn.
En abril de 1943 la radiodifusión alemana anunció al mundo que habían encontrado una fosa con varios miles de polacos asesinados por los soviéticos. En realidad no era nada anormal, porque cuando los alemanes invaden la URSS, en las zonas de Ucrania, Estonia, Letonia y Lituania se encontraron con grandes matanzas perpetradas por la policía política soviética. Por ello, el asesinato masivo de polacos en Katyn fue una baza propagandística utilizada por Goebbels. Pero lo soviéticos negaron haber cometido el crimen y acusaron a los alemanes de su autoría durante el juicio.
¿Y en qué quedó la cosa?
Los norteamericanos trataron de disuadir a los soviéticos de que denunciaran a los alemanes. Les insinuaron que eso era como ponerse ellos mismos la soga al cuello, pero los soviéticos rizaron el rizo. Luego quedó meridianamente claro que los alemanes no tuvieron nada que ver con aquello y en lugar de seguir la investigación -hubo 20.000 oficiales polacos asesinados- el asunto se sobreseyó y no se acusó a nadie. Es evidente que si no habían sido los alemanes habían sido los soviéticos. Lo grave es que esto nos da la medida de lo que fue el juicio.
«Capitalismo y comunismo son hermanos, están en una misma línea de modernidad. ¿Dónde estuvo cada uno en la Segunda Guerra Mundial? ¿Quién se alió con quién? ¿En qué lado de la trinchera cayó cada cual?»
Una curiosidad: al comunismo se le atribuyen 100 millones de muertes. ¿Por qué no ha tenido entonces su particular ‘Núremberg’?
Porque ganaron la guerra. De hecho quien ganó la guerra de verdad fue la URSS, si es por Reino Unido y Estados Unidos todavía están en Kent ensayando sus misiones para el desembarco. Por cada muerto estadounidense, los soviéticos tuvieron 55. Evidentemente aquello les daba algún derecho. Los rusos mataron al 90% de los alemanes muertos en la guerra y sufrieron 27 millones de bajas. Stalin era el hombre más popular del mundo en 1945, pero por encima de todo eso porque la democracia y el comunismo son hijos de la misma madre. Y en medio de todas sus disputas se sienten hermanos.
¿Hermanos, capitalismo y comunismo?
Sí, están en una misma línea de modernidad. El nazismo e incluso el fascismo son otra cosa. Son hijos también de la modernidad pero van por otro camino. No son parientes de comunistas ni demócratas. Los demócratas dicen que comunistas y fascistas son los mismo porque son totalitarios. Los comunistas, por su parte, dicen que demócratas y fascistas son igualmente defensores del capitalismo y por ello son también iguales. Los fascistas dicen que demócratas y comunistas están del mismo lado por muchas discrepancias que tengan, pues tienen una identidad básica idéntica. A la pregunta de ¿quién tuvo razón? responde la Segunda Guerra Mundial. ¿Dónde estuvo cada uno? ¿Quién se alió con quién? ¿En qué lado de la trinchera cayó cada cual?
«Fue un juicio en el que si la prueba incriminaba a alguno de los jueces, quedaba desechada. Si se producía un crimen y no se podía imputar al acusado, no se investigaba. Es una irregularidad sin precedentes»
En el juicio el acusado no podía acusar al juez.
Fue un juicio en el cual si la prueba incriminaba a alguno de los jueces, quedaba desechada. Si se producía un crimen y no se podía imputar al acusado, no se investigaba. Es una irregularidad prácticamente sin precedentes. En la acusación estaba implícito, y lo dijo el fiscal Jackson, que sólo se podía acusar a los alemanes, o sea, que éstos tenían prohibido usar argumentos que pudieran implicar a los aliados. Y así, por ejemplo, se negó que los alemanes pudieran aportar como prueba el reparto de Polonia con los soviéticos firmado en el pacto de no agresión germano-soviético, un protocolo secreto en el que se habían repartido las zonas de influencia de Europa oriental. No se permitió que los abogados alemanes adjuntasen ese documento puesto que aparecía la URSS al mismo nivel de agresor que Alemania.
En el libro también se recoge el caso del almirante Dönitz.
Fue un caso incluso más escandaloso. El almirante Karl Dönitz fue acusado de crímenes de guerra por la razón de que él había ordenado que los submarinos alemanes que torpedearan un buque mercante con civiles no recogiesen a los civiles. Efectivamente hubo una orden al respecto del almirante. Pero esa orden llegó después de que los alemanes recogiesen supervivientes en sus submarinos y los aliados, sabedores de ello, atacaran con aviones a los submarinos alemanes. Es un hecho bastante vergonzoso, máxime cuando los alemanes habían notificado que estaban salvando a los compatriotas de britanicos y norteamericanos.
¿Acabó en la horca, Dönitz?
No, se libró de la acusación no por sentido de común, sino porque logró demostrar que los aliados habían dado el mismo tipo de órdenes. Como hubo oficiales norteamericanos que declararon en favor de Dönitz diciendo que ellos habían hecho lo mismo, aquello no tuvo efectos. Pero desde el punto de vista jurídico aquello era aberrante: a la hora de condenar ni siquiera el fiscal se somete a la norma, sino que la norma es él mismo. Es una enorme irregularidad sin precedentes.
Habla de Goering como «la estrella del proceso, estuvo muy por encima del fiscal Jackson».
El suyo fue un juicio muy peculiar. El acusado estuvo muy por encima de las circunstancias y de la fiscalía. A Jackson, que era un hombre bienintencionado y que intentó hacer valer el derecho en todo momento, le gustaba improvisar. Sabían de sobra que Goering era el más difícil de todos los acusados porque entre otras cosas se les hizo un test de inteligencia y el Reichmarshall obtuvo el mejor resultado. A Goering, que era morfinómano tras la herida que sufrió tras el Putsch de Múnich en 1923, los aliados le retiraron las pastillas y la morfina.
¿Con qué resultados?
Resurgió el viejo luchador nazi que había sido. Tuvo una presencia extraordinaria en el juicio hasta tal punto que el fiscal, desesperado, se quitó los cascos con los que escuchaba la traducción simultánea y los arrojó con violencia contra la mesa. Jackson se equivocó porque no tuvo en cuenta varias cosas. Por ejemplo, que Goering había utilizado su posición como número dos del Tercer Reich para conseguir obras de arte mediante el saqueo. Era un voraz coleccionador de obras de arte. Era un punto muy débil que el fiscal no aprovechó. Jackson también pudo haberle atacado por su papel en relación a los judíos: si hubiera sido atacado por ahí desde el principio, Goering lo hubiera pasado mucho peor. Pero Jackson le atacó como si hubiera sido uno de los instigadores de la guerra, pero la realidad es que Goering trató de evitarla, ya que las cosas le iban muy bien en Alemania. Pero Jackson se empeñó y lo que consiguió fue realzar su figura enormemente.
Y eso que por entonces el Reichmarshall ya no gozaba de las simpatías de los alemanes.
El juicio se retransmitió en los campos de concentración en los que había presos alemanes. Se hizo con el objetivo de aleccionarles moralmente en contra del nazismo. Lo que lograron fue todo lo contrario. Los soldados alemanes, que habían perdido todo el respeto por Goering por abandonar y convertir la Luftwaffe en un desastre al final de la guerra debido a su adicción a las drogas, recuperaron un notable afecto por Goering al dar su mejor imagen defendiendo a los alemanes. Y lo hizo muy bien: era un hombre muy difícil de vencer, dialécticamente muy preparado, y además tenía dos ventajas: conocía los documentos que la fiscalía empleaba contra él y sabía inglés, circunstancia que aprovechó para ganar tiempo respecto a Jackson. Goering entendía las respuestas en inglés, pero hacía como que no y les obligaba a que le tradujeran las respuestas del fiscal, así que ganaba tiempo sobre Jackson, que no sabía nada de alemán. De modo que cuando Goering contestaba, el fiscal tenía que esperar la traducción. La imagen que mostraba era a un Goering muy rápido y veraz mientras que Jackson era todo lo contrario. Eso no se corresponde a la realidad, pero ayudó enormemente a Goering.
Habla del suicidio de Goering como de «su última victoria».
La pastilla de cianuro con la que se suicida o se la dio el médico que le visitaba en la celda, el doctor Pflücker, o un guardia tejano en la prisión, de 20 años, que resultó ser cazador como Goering. Es probable que con este soldado tejano tuviese una relación de cierta simpatía. Posteriormente esta persona reconoció haberle entregado el veneno a Goering. No se sabe al 100%. También cabe la posibilidad de que Goering tuviera la pastilla escondida desde el principio porque los reos tenían bastantes objetos ocultos en sus celdas. Creo que lo más fácil es que alguien de la cárcel se la proporcionase.
«La manía que nos ha entrado de enjuiciar y condenar períodos históricos desde nuestra perspectiva es un disparate de esa creencia de que el intelectual moderno es un definidor del bien y el mal»
Goering era cristiano, pero el sacerdote no le dio de comulgar en la celda.
Era luterano y decía que no creía en las escrituras, es una inconsecuencia absoluta. Decía que era cristiano cultural pero no creía en las escrituras ni en el Dios bíblico. Goering creía en la providencia de un modo muy parecido al de Hitler, un Dios no personal, no sé si aristotélico, que rigiese el universo y fuera creador de la naturaleza. No creía en el Dios cristiano, sin embargo Hitler sí creía que él era un instrumento de la providencia, así que pensaba que esa providencia sí dirigía la historia.
Desde la perspectiva de 2016 alguien podría discutir que se aplicara la pena de muerte a los jerarcas nazis cuando los aliados querían dar ejemplo frente a la Historia.
Para comprender la Historia lo que tenemos que hacer es tratar de entender la mentalidad de la época. Enjuiciarla desde la mentalidad actual no nos acerca absolutamente nada ni a la comprensión ni a la verdad histórica. La manía que nos ha entrado de enjuiciar y condenar determinados períodos históricos desde nuestra perspectiva es un disparate procedente de esa creencia de que el intelectual es un sacerdote de los nuevos tiempos laicos y es el definidor del bien y el mal y tiene que estar dictaminando todo el tiempo lo que es correcto. Es una idea muy progresista.
¿Y sobre la pena de muerte?
Lo cierto es que en aquel momento existía la pena de muerte en la URSS, EEUU, Francia y Gran Bretaña, por lo que se les aplica una pena vigente. Pero en tiempos muchos más recientes se le ha aplicado a Sadam Husein en un momento en el que hay una fuerte controversia con la pena de muerte y prácticamente está abolida en todo occidente con la excepción de EEUU. Pero me parece mucho más llamativo que mantuvieran a Rudolf Hess encarcelado hasta su muerte en 1987. Esa aplicación de una cadena perpetua de una manera absolutamente inmisericorde de una persona que había volado hasta Gran Bretaña con la finalidad de obtener la paz (y quizá no por amor a la paz misma, sino por una cuestión política: para favorecer a Alemania). Pero en último término era su propósito y haberlo tenido encerrado 46 años es una medida extremadamente cruel.
¿Por qué tardaron dos semanas en llevar a cabo las ejecuciones?
En realidad pasa más tiempo, lo que ocurre es que a los acusados les dan un plazo para recurrir. La sentencia no se apela a un tribunal, sino a la comisión de control aliada, que es un organismo político. Aquello facilitaba mucho las cosas, porque si lo hubiera tenido que estudiar un tribunal tendría que haber revisado parte del juicio. Como el órgano competente en aquel momento era esa comisión, se hizo una sentencia política. El primer ministro británico, Clement Attlee, ordenó que ninguna de las sentencias se alterasen.
¿Cómo está Europa 70 años después? Los vencedores fueron en gran medida los artífices de la UE.
La UE, que tiene sus comienzos una década después de la II Guerra Mundial, tuvo el propósito de reconciliar a países enfrentados desde tiempo inmemorial, como es el caso de Francia y Alemania. Pero hay a quien le sorprende saber que en ese proyecto originario de la unidad europea los artífices habían trabajado para los nazis. Los artífices de ese mercado común del carbón y del acero habían trabajado con uno de los acusados en Núremberg, el ministro de Economía Walther Funk. Habían estado preparando una unión europea bajo el amparo alemán. El proyecto nacionalsocialista era una Europa unida en lo económico bajo la hegemonía política alemana.
«Desde los años 90, y no digamos ahora, la Unión Europea es una de las instituciones más beligerantes contra lo que puede quedar de herencia o tradición cristiana»
¿Hegemonía alemana ayer y hoy?
No quiero trazar un paralelismo con lo que está ocurriendo hoy, pero era un proyecto que preveía la constitución de un sólo mercado para toda Europa del que el principal beneficiario iba a ser Alemania con total seguridad. A partir de ahí se crea una UE que nace bajo unos principios bienintencionados tratando de encontrar los elementos comunes, por ejemplo, nuestra herencia cristiana. De hecho las figuras que se invocan en el principio son Carlomagno, Carlos V… figuras europeístas ligadas a un concepto de cristiandad.
Pero con el paso del tiempo…
Se ha ido desnaturalizando todo. Sabemos cuál es el origen de la bandera europea con las 12 estrellas sobre el fondo azul, que tiene que ver con la virgen María. Pero desde los años 90, y no digamos ahora, de aquella primera intuición cristiana de la UE no queda nada. Es una de las instituciones más beligerantes contra lo que puede quedar de herencia o tradición cristiana. Hoy vemos cómo la UE trabaja por un proyecto absolutamente distinto, es un proyecto mundialista que aspira a eliminar las soberanías y las identidades. Eliminar todo aquello que las hace posible: la identidad europea. Y lo hace a través de la destrucción de nuestra tradición, nuestra identidad y propiciando una inmigración masiva.
¿Qué riesgos conlleva?
La inmigración masiva destruye el bienestar de los europeos, porque la entrada masiva de esa gran cantidad de poblacion trabajadora, que pasa a engrosar el mercado laboral, lógicamente deprime los salarios en toda Europa. Y eso no es precisamente un fenómeno favorecedor de la estabilidad y de los valores, porque no se puede crear una sociedad de valores sobre la precariedad. La UE es un caballo de Troya contra la identidad europea.
¿Cuál es la lección del juicio de Núremberg? Hace tiempo usted escribió: «Aborto: el PP exige la obediencia debida por encima de la conciencia. Exactamente lo que se condenó en Núremberg».
Uno de los problemas que ofrece el juicio de Núremberg es que los alemanes fueron enjuiciados bajo unos parámetros legales y filosóficos que no entendían. Un alemán en 1945 no entiende porqué de la ejecución del deber se puede derivar una sanción. Ellos fueron educados en una moral kantiana, es decir, en el cumplimiento del deber como imperativo categórico. Y en Núremberg lo que se consagra es que tu conciencia debe prevalecer sobre las órdenes: si la orden no es conforme a tu conciencia no hay que cumplirla. Entonces al hablar de conciencia se daba por hecho que esa conciencia estaba edificada bajo los criterios del derecho natural.
Sin embargo, hoy el derecho natural es papel mojado.
El problema es que hoy nos lo hemos cargado, así que cualquiera podría alegar el incumplimiento de una orden porque ‘no obedece a mi conciencia, y mi conciencia está construida como me dé la gana’. Hoy la conciencia no tiene que adecuarse al principio que entonces se daba por sobreentendido que es el derecho natural. En consecuencia hoy crearía un enorme problema ese principio, porque si una persona sostiene que él en conciencia cree no sé qué cosa y por eso no cumple una orden, pues nos estamos encontrando ante la imposibilidad del funcionamiento de casi de nada. Es lo que nos estamos encontrando en nuestra sociedad y de una manera acuciada en nuestro ejército.
«Desde el punto de vista actual podría impugnarse Núremberg en tanto que sólo existe el positivismo y no se cree en el derecho natural, según esta visión los alemanes actuaron de forma correcta»
O sea, que desobedecer una ley injusta siempre sería justificable si se apela a la ley natural.
Si uno se carga la ley natural, ya vale cualquier cosa. Porque uno puede apelar siempre a ‘mi conciencia me dice que yo no sé qué debo hacer’. Ya, pero la contrapartida a eso es: ‘ya, pero es que usted debe tener su conciencia rectamente formada y su conciencia, entendemos, tiene que acoplarse al derecho natural’. Pero si ya no creemos en esto, es obvio que nos hemos cargado la razón de la sentencia de Núremberg.
Con la mentalidad de hoy, ¿sería posible impugnar el juicio de Núremberg?
Podría impugnarse desde el punto de vista actual en tanto que hoy sólo existe el positivismo y no se cree en el derecho natural. Según esta visión los alemanes que ejecutaron las órdenes que eran legales en el Tercer Reich actuaron de forma correcta. El juicio de Núremberg hoy se puede impugnar desde el punto de vista de que no creemos en la ley natural. Había un decreto del nazismo, «Noche y niebla», que facultaba a las autoridades alemanas hacer desaparecer a cualquier persona en Europa que supusiera un problema para el poder político alemán o el orden público. Quien cumpliese esa orden, según el juicio de Núremberg, habría incurrido en un delito, pero no desde el punto de vista actual, ya que estaba cumpliendo las órdenes del Gobierno, puro derecho positivo. Pero a eso se contestaría: ‘claro, pero es que esas leyes iban contra los derechos humanos y hoy son la piedra angular de la defensa de esa idea’. A su vez se contestaría: ‘Ya, pero es que los derechos humanos no habían sido compilados en 1945. Por lo tanto, habría que hacer una revisión del juicio’. Lo que está claro es que si nos cargamos la ley natural, nos cargamos todo.
Entonces, ¿qué tipo de moral usó el PP al purgar a los 10 diputados provida que exigían el cumplimiento de la promesa electoral?
El PP no usó ningún tipo de moral, utilizó una moral utilitarista porque lo demás le trae sin cuidado. Los que han cumplido con su deber son los que siguieron a su conciencia y que además en este caso se corresponde con el derecho natural. El PP al expulsarlos no cumple con nada, en todo caso podríamos decir que los diputados que teniendo en su conciencia que el aborto es un crimen siguen apoyando al PP y votan en consecuencia en los distintos parlamentos, estarían ejecutando una moral kantiana al adecuarse a otro tipo de moral. Tengo para mí que el tema moral no es una preocupación en Génova 13.
¿Qué queda del nazismo en la Europa actual? ¿La eugenesia y la eutanasia?
Ambas son ideas preexistentes al nazismo y estuvieron de moda a finales del siglo XIX y principios del XX, momento en el que hubo una especie de explosión científica. El hombre de esa época vivía muchísimo mejor que el de un siglo antes. Europa casi había doblado su poblacion y la calidad de vida era mayor. En consecuencia existía una especie de adoración al progreso, algo parecido a lo que ocurre hoy. Esa adoración avalaba las tesis progresistas y hacía creer a mucha gente que la historia de la humanidad no terminaría nunca, que sería un progreso indefinido.
¿Qué día se despertó Europa de ese sueño?
Ese sueño terminó en las trincheras, el fango y el alambre de espinos de la Primera Guerra Mundial. El progreso no sólo era bueno, sino que también producía el gas mostaza y la aviación que bombardeaba a los jovenes que morían por millones en los campos de Europa. Entre las dos guerras mundiales hay una época mucho menos optimista y de menor adoración al progreso. Y entre esas ideas de progreso una muy destacada era la de eugenesia: la selección natural, que se practicaba con animales y se dijo ‘por qué no practicarla con seres humanos’, ‘Podemos manejar genéticamente a la persona, podemos crear a las personas que queramos’.
¿Quién abrazó la eugenesia además de los nazis?
La eugenesia tuvo un enorme público, entre ellos Winston Churchill, que pidió esterilizar a los 100.000 britanicos más pobres para que no dejaran descendencia. Además en Suecia y Estados Unidos la eugenesia fue enormemente popular durante la primera mitad del siglo XX.
«Los que defendían la eugenesia a principios del XX pensaban en aplicarla a los más pobres. La realidad es que hoy en EEUU se producen más abortos en la poblacion negra que en la blanca»
¿No fue, entonces, una idea original del nazismo?
Ni mucho menos. Fue una idea que profesaba mucha gente de muchas ideologías y en general podemos decir que fue una idea más de la izquierda, lo que ocurre es que hoy nos cuesta asociar la izquierda con el racismo. El ejemplo más claro es Margaret Sanger, fundadora de Planned Parenthood, favorable a la eugenesia y el aborto, práctica que veía como un medio para limitar el nacimiento de las clases pobres y los negros. Esas ideas eran anteriores a los nazis, lo que ocurre es que los nazis las llevaron tan al paroxismo que supusieron una vacuna, y durante un tiempo que los nazis las hubieran desarrollado fue un freno para que esas ideas fueran asumidas por la sociedad. Durante mucho tiempo los países en los que ha tenido menos aceptación la eugenesia han sido Austria y Alemania, eso no es casualidad.
¿Hemos olvidado 70 años después?
Han pasado tres generaciones y la lección se ha olvidado: el nazismo practicó la aniquilación de los deficientes, los perturbados y las ‘vidas indignas de ser vividas’. Pero hoy vuelven a reaparecer con fuerza este tipo de ideas ligadas al progreso y al mejoramiento material de la sociedad. El mundo ha cambiado mucho desde la caída del Muro de Berlín, hasta entonces occidente al tener un adversario necesitaba ser mejor moralmente, pero hoy en día como no tenemos adversario en ese sentido, lo que se ha producido es una debacle moral. Esas ideas inhumanas se han recuperado, por ejemplo en las legislaciones del aborto: incluyen el supuesto socioeconómico, parece bastante claro que eso es eugenésico o tiene una connotación eugenésica. Los que defendían la eugenesia a principios del XX pensaban en aplicarla a los más pobres porque se suponía que eran los sectores menos dignos e inteligentes de la sociedad. La realidad es que hoy en Estados Unidos se producen más abortos en la poblacion negra que en la blanca.
Hablando de Estados Unidos: ¿Trump o Hillary?
Hillary Clinton es la candidata en la historia de Estados Unidos que ha tenido el apoyo más activo por parte de la prensa además de muchos otros sectores, eso que aquí llamamos ‘intelectuales y artistas’. La prensa ha ocultado cuestiones que afectaban negativamente a Hillary: desde los famosos correos electrónicos, la manipulación de las elecciones contra Bernie Sanders, la financiación de Planned Parenthood o sus problemas de salud. Ella representa la corrección política, esa casta que define el bien y el mal, esa casta llamada a dirigirnos, a mostrarnos la verdad y diría que hasta la vida.
O sea, que usted es de Trump.
Trump es un personaje que se me hace antipático, escasísimamente digno de admirar, muy oportunista, sin principios y repudiable. Dicho todo esto me sigue pareciendo unas 200.000 veces mejor que Hillary Clinton. Clinton es una persona a la que se le puede llamar con tranquilidad ‘Lady aborto’, es la gran embajadora del aborto en el mundo, es la persona que ha condicionado la ayuda a los países pobres en Hispanoamérica a cambio de que éstos incluyan el aborto en sus legislaciones. Una persona, en fin, que ha sido la primera impulsora de la ideología de género y que ha dicho públicamente en uno de sus excesos a los que acostumbra -y que son sistemáticamente silenciados por la prensa- que el poder político dictamine hasta qué punto las religiones pueden conformar sus dogmas. Cualquier cosa que se presente contra Hillary merecería apoyo.
Entrevista realizada a: Fernando Paz