Fue una de las pocas voces en Cataluña que se alzó contra el Padrenuestro blasfemo patrocinado por Ada Colau en los premios Ciutat de Barcelona. Agnóstica convencida («vivo en la duda»), Pilar Rahola ha vuelto a sorprender a todos al defender la vocación misionera de la Iglesia católica durante el pregón que pronunció en la Jornada Mundial del Domund.
Lo cortés no quita lo valiente incluso para quien profesa fe nacionalista (catalana). Filóloga de formación, Pilar Rahola ha tenido una larga carrera política: exdirigente de Esquerra Republicana, diputada por Barcelona en el Grupo Mixto (1993-2000), fue una de las cabezas visibles del Partit per la Independència.
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Suscríbete ahoraEsta polémica y visceral tertuliana televisiva, columnista de La Vanguardia, confiesa en esta entrevista para Actuall que se siente muy alejada de «izquierdas dogmáticas, intolerantes y mezquinas». Una rara avis, sin duda, dentro del magma cultural del progresismo español.
¿Qué hace una atea como usted dando un pregón como este?
La palabra atea es un poco excesiva, soy agnóstica. Tanto creyentes como no creyentes vivimos en la duda permanente. La diferencia con una racionalista agnóstica, como es mi caso, es que la duda puede más que cualquier dogma de fe. Desde hace muchos años escribo un artículo en La Vanguardia y no sólo he mantenido siempre un enorme respeto, sino también una gran admiración por toda la gente que desde su convicción religiosa, su trascendencia espiritual, la convierte en una fuente luminosa muy tolerante y extraordinaria.
No abunda su ejemplo, desde luego.
He dado un paso más allá de lo que hace el progresismo respecto a las misiones de la Iglesia. Ellos dicen: «Es una obra social, pero lástima el tema de la religión, Dios y la evangelización». Por eso yo voy más allá: es que gracias a que creen en Dios y tienen esa espiritualidad profunda se convierten en grandes personas, y eso es un caudal enorme de fuerza y energía humana que no se puede despreciar aunque nosotros no creamos. Cuando murieron los dos sacerdotes por el ébola escribí sobre ellos, pero antes lo he hecho sobre otros temas. Me he carteado con el teólogo González Faus, por lo que para mí no es una posición nueva.
En su pregón habló de las ideologías que se sienten incómodas con la solidaridad. ¿Se puede defender el nacionalismo y la solidaridad al mismo tiempo?
Depende. Porque el nacionalismo de Estado de ideologías totalitarias, como el nazismo alemán, no se puede defender. Otra cosa es el nacionalismo defensivo de países que intentan sobrevivir con sus derechos y libertades, como por ejemplo la lucha por la independencia de Grecia. No lo es en cambio el nacionalismo que inspiró al franquismo. Ese concepto en genérico es difícil. Me siento muy orgullosa y feliz de que me pidieran el pregón que hice desde el respeto y el cariño. A partir de ahí hay creyentes nacionalistas catalanes, nacionalistas españoles, ingleses…
«Me molesta que haya gente que le parezca muy bien que haya solidaridad en una ONG pero no cuando la hace un misionero»
Con la izquierda ha sido muy crítica.
He sido muy crítica en mi pregón con los planteamientos mayoritarios de la izquierda que sienten un profundo desprecio al hecho religioso. Me molesta que haya gente que le parezca muy bien que haya solidaridad en una ONG pero no cuando la hace un misionero, o que crean correcto hacer proselitismo por cualquier ideología pero nunca por un ideal espiritual, yo eso no lo entiendo. Me parece gravísima esta intolerancia. Por eso rompo una lanza en favor de los misioneros.
-¿Por qué, en general, los no creyentes no reconocen la labor de los misioneros?
Los no creyentes más conservadores quizá lo reconocen más, pero en el mundo del progresismo se ha modelado un discurso antirreligioso y especialmente un discurso anticatólico: fíjate que nunca adoptan la misma posición crítica con el islam, al contrario, ahí son paternalistas. Sin embargo hay una inquina contra el mundo católico por parte de la izquierda que a mí siempre me ha parecido un enorme acto de intolerancia. Y los misioneros sufren de esa inquina porque aunque a veces la izquierda los salva, los salva con paréntesis «bueno, hacen muy buena labor pero luego van con la cruz y quieren evangelizar». A mí que me importa si es la cruz quien inspira al misionero, yo tengo que tener respeto a ese ideal que los inspira. Pues gracias a Dios, gracias a esa creencia, se convierten en salvadores de la humanidad, son un auténtico ejército de luz, amor, respeto, paz… yo a ese Dios lo quiero cerca. Lo importante es que las ideologías vayan en favor de la humanidad.
O sea, no cree en Dios pero sí en los creyentes.
Puede que a mí me cueste el concepto de la fe y la creencia, yo me siento alejada de esa idea. Prefiero vivir en la duda aunque sea menos cómodo y más triste. Pero me encanta tener cerca de mí a quienes dan esperanza y fe a la humanidad a través de la meditación, la cruz, la fe y la plegaria. Eso es importante que lo diga un no creyente. Todo esto ha culminado en este pregón en el que he puesto todo el amor y respeto que tengo por este mundo espiritual y luminoso.
«Las ideologías totalitarias van a ser tan fuertes que vamos a necesitar muchísimo a los católicos para volver al mensaje de Jesús y a las ideas básicas de convivencia»
Cree que los católicos tienen un papel importante que hacer…
Además al mundo al que vamos en el que las ideologías totalitarias van a ser tan fuertes que vamos a necesitar muchísimo a los católicos para volver al mensaje de Jesús y a las ideas básicas de convivencia. También hay, claro, gente que mata en nombre de Dios, algo que vemos constantemente en los atentados yihadistas.
«Considero mi educación católica una de las cosas buenas que me han pasado en la vida. Pero a lo largo de mi crecimiento personal me resulta imposible creer en Dios, es un concepto que se me escapa»
¿Acaso su aprecio por los misioneros viene de pequeña por haber recibido formación cristiana?
Mi formación católica en una escuela de monjas siempre me resultó buena, tengo un buen recuerdo, me dieron nivel académico y trascendencia espiritual. Considero mi educación católica como una de las cosas buenas que me han pasado en la vida. Pero a lo largo de mi crecimiento personal me resulta imposible creer en Dios, es un concepto que se me escapa. No me quiero hacer trampas al solitario, por miedo a la muerte no quiero creer, sino por un acto de honestidad. Hace unos años hice unos reportajes para TV3 sobre zonas de conflicto. Recuerdo que en una ocasión acabamos rodeados por la guerrilla en Etiopía durante unos días con unos curas católicos que regentaban hospitales y orfanatos en una zona muy pobre, y lo hacían con un amor extraordinario. Ese fue mi primer contacto con un mundo que desconocía y me impresionó mucho.
¿Qué aprendió de todo eso?
Tengo dos hijos adoptados, además de una biológica, y mi primer instinto para la adopción surgió en Etiopía. Después me he encontrado con más personas en zonas de conflicto y tengo la impresión de que solo podía aprender de ellos. No todo es blanco y negro: hay ideologías que nos separan y luego respeto que nos une. Seguramente yo estaré muy lejos de postulados ideológicos de católicos más conservadores que no entienden el tema catalán, pero en este punto tenemos un territorio común donde hablarnos y tender puentes, me parece fantástico.
¿Qué le diría a uno de sus hijos si le dijera que se hace misionero?
Si fueran mis hijos sufriría como una loca y probablemente intentaría encontrar otro camino para ayudar a la gente que no implicara viajar a lugares tan terribles en los que poder sufrir un virus o poder morir asesinados. Imaginarme a un hijo mío en una zona de conflicto pobre luchando por ayudar y sobrevivir me parece una idea terrorífica como madre, pero como ciudadana claro que lo aplaudo.
«El día de la muerte de mi padre me sentí muy sola, pero no pude llegar a creer (…) no tuve paz, me quedé mirando a mi padre diciendo ‘¿qué haces aquí?»
¿En qué cree Pilar Rahola?
Creo en la duda. Soy una racionalista en el sentido más puro del término. La idea de un ser trascendente a mí me resulta muy contraria a la ciencia y la razón. Pero tampoco soy nadie para negarlo. El día de la muerte de mi padre me sentí muy sola, pero no pude llegar a creer, habría sido muy cómodo. Pero no tuve paz, me quedé mirando a mi padre diciendo «¿qué haces aquí?» No sé en lo que creo, no voy a creer en un dogma para resolver eso. Yo milito en la duda, en el terreno del no saber.
Dijo usted en el pregón del Domund que «todo está en los Diez Mandamientos». ¿Incluye el aborto en el ‘no matarás’?
El aborto es un concepto muy complejo que se puede revestir al blanco y negro, pero no va a ser mi caso. A mí el aborto no me gusta, no hay una sola mujer en el mundo que esté encantada de abortar. No tengo esa concepción del catolicismo de lo que significa el aborto, por eso estoy de acuerdo en que esté regulado por ley. No animaría a nadie a abortar, pero creo que ayudaría a alguien en una situación de conflicto. Pero no soy una entusiasta del aborto, siempre es una derrota, un punto límite que tiene que estar regulado para proteger a la mujer.
La biología y la genética han demostrado que hay vida desde el momento de la concepción… ¿no le parece que el primer acto de caridad y solidaridad -de las que habla en el pregón- es no atentar contra esos inocentes?
Evidentemente hay límites. Si usted me pregunta si estoy a favor del aborto a los seis meses, yo le digo que no. También ahí hay límites, no soy una ultraliberal en ese sentido. No estoy a favor del aborto libre. En el momento en el que hay un feto absolutamente desarrollado con capacidad nerviosa, etc, ahí sí tengo mi límite.
«Reducir el cristianismo a una ONG es hacerle un flaco favor (…) va más allá, tiene que ver con que da respuestas a las dudas del hombre»
¿Cree que el cristianismo, como creen muchos en la izquierda, es una ONG o es algo más?
Reducirla a una ONG es hacerle un flaco favor. El cristianismo es una de las grandes ideas inspiradoras de nuestra sociedad y cultura, junto a la primera base del judaísmo. Somos herederos de ambos. Desde el principio de los tiempos el cristianismo ha animado a salir a la gente de sus tierras para ir a ayudar al prójimo, como dice el Papa. De la misma manera que durante la historia hubo cruzadas, algo terrible que ha hecho cualquier religión, también es cierto que desde el principio de los tiempos gente extraordinaria inspirada por la cruz se ha ido a ayudar al prójimo. En este sentido el cristianismo es la gran fuerza inspiradora de vida y paz que ha crecido en nuestra sociedad occidental.
¿Qué explica que esta institución dure dos milenios?
Sin duda, tiene que ver que su mensaje es muy inspirador. Y la prueba es que ha inspirado a millones de personas, por lo tanto hay una base de ideas muy sólida. El cristianismo es algo muy profundo y cualquiera que quiera denostarlo no se da cuenta de hasta qué punto lucha contra molinos porque estamos hablando de algo que inspira ideales, trascendencia y servicio público. Por supuesto que también el catolicismo tiene la diplomacia más inteligente y brillante del mundo. Pero creo que va más allá: tiene que ver con que da respuestas a las dudas del hombre, da esperanza e ideas luminosas y todo ello configurado en una cultura global. No hay ninguna ideología que haya durado tanto.
Por cierto, ¿a qué espera Ada Colau para dedicar una calle la religiosa Isabel Solá Matas, asesinada en Haití, de la que usted habló en su pregón?
Isabel, en Barcelona, y los dos hermanos que murieron por el ébola, en Madrid, merecerían una calle. Son auténticos héroes, revolucionarios. Colau representa esa progresía dogmática que tiene muchos tics intolerantes que además practica un anticlericalismo contra los católicos patético, y sumado a un paternalismo aún más patético con el islam está lleno de contradicciones. No le tengo ningún respeto en este punto. Colau es incapaz de entender la grandeza de una Isabel Solá. Ella se mueve por consignas que suelen ser muy reducidas, por eso no cabe esta grandeza.
Además usted fue de las pocas personas en Cataluña que levantó su voz contra el padrenuestro blasfemo.
Colau fue la culpable del patético Padrenuestro en los premios Ciutat de Barcelona. Y fui de las pocas que levantó la voz horrorizada. Yo, que no soy creyente, creo que no hay una oración en el mundo más bella y solemne que el Padrenuestro. Todos enterramos a nuestros seres queridos con el Padrenuestro… Fue un insulto a un momento de trascendencia, no lo entendemos, estamos ante un gobierno populista que se mueve a través de una consigna y una pancarta y que tiene mucha mezquindad. En muchos sentidos soy una persona conservadora, en otros, progresista. Me siento muy alejada de izquierdas dogmáticas, intolerantes y mezquinas.
Entrevista realizada a: Pilar Rahola