Juan José Aguirre (Córdoba, 1954) lleva 36 años en África sirviendo a los más pobres entre los pobres. Misionero comboniano, es desde el año 2000 obispo de Bangassou, diócesis de República Centroafricana, el segundo país más pobre del mundo y azotado duramente por el yihadismo.
Esta semana es muy especial para él y sus fieles puesto que el Papa Francisco visitará el país, pese al enorme riesgo que existe para su seguridad. Actuall ha hablado con este obispo sobre lo que espera del viaje y cómo viven los cristianos la persecución y la pobreza.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahora¿Qué Iglesia se va a encontrar Francisco en República Centroafricana?
El Papa Francisco va a encontrar un país dividido y convulso que vive desde hace tres años en un pozo sin fondo en donde la violencia de fanáticos musulmanes ha sido desgraciadamente respondida con la venganza de fanáticos no musulmanes y no menos violentos. El Papa Francisco va a encontrar una Iglesia que siempre ha gritado por la reconciliación. Ha defendido que con la guerra no se llega a nada, que con la paz se llega a todos sitios.
No piensan lo mismo algunos en Centroáfrica…
Los grupos radicales pagados y armados por países ajenos a Centroáfrica y antiguas fuerzas políticas han boicoteado cualquier espíritu de reconciliación y metido el país en una espiral de violencia, agresiones, atentados contra las personas y crímenes que quedan impunes de la que no sabemos cómo salir.
«El Papa ha sopesado muy bien el riesgo, que será mayor para los miles de fieles que se juntarán»
¿Cree que existe un riesgo real de que se atente contra el Papa?
Ciertamente que hay riesgo. Las bombas y los asesinatos no han parado ni siquiera en estos últimos días. En el último mes han muerto de forma violenta más de 120 personas, otras 300 han sido heridas y otras miles han perdido sus bienes, sus casas, sus seguridades y han huido a un campo de desplazados que el Papa visitará. Creo que él quiere visitar dos: uno con desplazados musulmanes y otro con desplazados no musulmanes.
El 4 de noviembre un fanático tiró una granada en medio de una reunión de universitarios. Era de fabricación china y no explotó. ¿Será así con la próxima?
Creo que el Papa Francisco y sus colaboradores han sopesado muy bien el riesgo. La alegría de recibir al Papa es tan grande que, suspender la visita en los últimos días, sería un palo terrible, una desilusión inimaginable. El riesgo será mayor para los miles de fieles que se juntarán para oír la voz del Papa. Poned una vela en el altar de la Virgen en vuestras casas para que no pase nada malo.
¿Por qué cree que el Papa se ha empeñado en acudir a República Centroafricana pese a los problemas de seguridad?
El Papa Francisco tiene una vocación especial hacia el acercamiento donde están los pobres. Recuerden que su primer viaje después de su elección, fue a Lampedusa, donde se hacinaban (aún hoy) miles de siniestrados para transmitirles coraje y a decir que la misericordia de Dios estaba con ellos.
Centroáfrica es el segundo país más pobre del mundo, en guerra civil larvada que ocasiona un volumen de sufrimiento enorme. Para tocar con sus dedos ese sufrimiento quiere el Papa Francisco venir aquí. Abriendo la Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia precisamente en Bangui, una semana antes de hacerlo en Roma, el Papa quiere crear un carril más rápido para que este pueblo perseguido y martirizado tenga un acceso más veloz y seguro a la misericordia de Dios.
«Cuando mi pueblo vivió momentos terribles, ninguno de los misioneros pensó en dejarlo a la deriva y ponerse a salvo»
Usted ha estado a punto de perder la vida en varias ocasiones por sus fieles, ¿está dispuesto a morir por ellos?
En Centroáfrica la muerte está muy barata. Se muere uno por muy poco. Cuando mi pueblo vivió momentos terribles, ninguno de los misioneros pensó en dejarlo a la deriva y ponerse a salvo. Compartimos sus vidas, sus lágrimas y el peligro.
Pero el miedo es libre…
En momentos cruciales, muchas ONG y organismos se ponen a salvo y hasta lo comprendo. Pero la Iglesia es la última para apagar la luz. Compartiendo riesgos con mi pueblo, también compartí inseguridades, balas rozando mi cuerpo y momentos de gran tensión. Lo importante es estar junto a nuestro pueblo en todo momento, en las duras y en las maduras, creo yo.
¿No le tienta a veces tener una vida más cómoda?
¿Una vida más cómoda? La vida misionera es magnífica, es una manera preciosa de gastar la vida. Los misioneros combonianos me lo enseñaron hace ya muchos años. Si el cuerpo aguanta y la esperanza también, ¿a dónde te vas a ir?
¿Cuál ha sido el momento más duro que ha vivido como obispo de Bangassou?
Ha habido muchísimos. El día que los Seleka (grupo terrorista musulmán) atacaron Bangassou, el 11 de marzo de 2013, y nos expoliaron todo: 39 coches, un microscopio, medicinas, ordenadores, neumáticos, motores, objetos personales y un sinfín de cosas más. El miedo hizo que la mayor parte de la poblacion se escondiera de los disparos y los saqueos en sus propios campos. Fue horrible.
En las primeras semanas de apocalípsis, violaciones en masa, incendios de casas o asesinatos irracionales, la gente se quedó en estado de shock, como viendo estrellitas después de un accidente, rezando el Rosario para que la tormenta termine y temblando de miedo. Escondimos a varias jovenes de Bangassou que acababan de ser violadas, algunas musulmanas.
Y sus curas ¿qué hicieron?
Cuando amainó la violencia, reuní a mis curas y monjas y nos sentamos a rezar juntos, a hablar en alta voz respondiendo a la pregunta: ¿Cómo te encuentras? Tardamos todo un día para que cada uno sacara a sus labios la violencia o el miedo que llevaba en su corazón.
«Nunca podrán robarnos nuestra vida, nuestra fe y nuestra esperanza»
¿Cómo afrontó la comunidad todo esto?
Para contrarrestar el exceso de celebraciones de los radicales musulmanes en Bangassou, decidimos organizar una ordenación sacerdotal en la catedral, un encuentro donde toda la comunidad saliera sin miedo para manifestar su fe. Fue una fiesta maravillosa, de risas, de poner el acento, no tanto sobre lo que nos habían quitado, sino sobre lo que podrían nunca robarnos: nuestra vida, nuestra fe y nuestra esperanza.
En cada parroquia los sacerdotes centroafricanos se quedaron con su pueblo, como columnas de bronce, para estar junto a ellos en estos momentos de tribulación, rezar con ellos, seguir con la vida de la parroquia. Las monjas hicieron igual, sin coches pero a pie hicieron hasta 60 kilómetros, a donde estaban las comunidades, y vivieron con ellas los momentos peores.
Ante los ataques yihadistas en África y Oriente Medio, ¿cree que Occidente debería intervenir militarmente?
Creo que raíz de los grupos como el ISIS (el DAESH) y el más sangriento que es Boko-Haram en Nigeria, está en la pobreza de muchos y en la lucha por el poder de unos pocos, utilizando los muchos desesperados de la vida. Ninguna religión permite matar impunemente. Los terroristas son criminales que ponen la religión como una pantalla. Y en el fondo hay siempre una aspiración económica, que encubre otra social. La religiosa no es la más importante, aunque los radicales quieran explicarlo así.
La razón religiosa está detrás de ellas, creo yo. Antes están el comercio de armas, las multinacionales y los gobiernos que engordan su Producto Nacional Bruto con ellas, las materias primas… Occidente ve ya «con agrado» una intervención militar contra el ISIS en Siria. Entre otras cosas, aparte las humanitarias, va a engordar sus ingresos por venta de armas.
«Hay más mártires que en ningún momento de la historia, más sangre derramada por el nombre de Cristo que en los primeros siglos juntos del cristianismo»
¿Tiene Occidente olvidado a los cristianos perseguidos?
Miles de musulmanes moderados han sido matados en Siria en estos tres últimos años, han sido exterminados los yazidíes, miles de personas desplazadas, torturadas, vendidas, vapuleadas… Pero los cristianos perseguidos actualmente en el mundo son millones. Hay más mártires que en ningún momento de la historia, más sangre derramada por el nombre de Cristo que en los primeros siglos juntos del cristianismo. «La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos», decía San Justino. Lo digo también yo y lo decimos miles de misioneros esparcidos a lo largo y ancho de este mundo.
De África se ha destacado siempre el drama de la pobreza y ahora del yihadismo, ¿es la ‘colonización ideológica’ el tercer peligro para el continente?
Puede ser que sea así. Pero nunca olvidemos que el dueño de la historia es el Señor. África es un continente con una fuerza interior inmensa, con un futuro cierto. El Señor la protege a pesar de las miserias y la violencia. Al final, Él es quién gana las batallas, incluso si empezaron mal. No nos dejemos invadir por el desaliento. ¡El pesimismo es un enemigo feroz! Al final, Dios pone a cada uno en su sitio. Con colonización ideológica o sin ella.
«En Córdoba el islam estuvo siglos, pero al final Cristo triunfó»
Pero la avalancha de la yihad no invita al optimismo precisamente.
La avalancha del Islam es innegable. Pero Él sabe por qué, porque a la larga, es Jesús quién triunfará. En mi tierra cordobesa el islam estuvo siglos, pero al final Cristo triunfó. Ahora parece triunfar el nihilismo, el materialismo salvaje en toda Europa… pero al final, Él vencerá. Es el ejemplo del péndulo. Así lo veo yo.
¿Es África, tal y como dice el cardenal Sarah, el continente que salvará a la familia y a la Iglesia?
África es un continente con enormes potencialidades. La Iglesia africana es viva, por eso es mártir. Porque se compromete. No sé el futuro de la familia en África. En mi diócesis es aún complicado la unión por amor, porque el amor está muy contaminado de la influencia de la etnia, de la poligamia, de otras razones sociales.
La Iglesia africana es la Iglesia del futuro, creo yo, y con la vivencia del Evangelio sin tapujos crecerá también la vivencia idónea de la familia cristiana. El Señor conoce mejor que nosotros qué pasará en los años venideros.