«El Vaticano despide al prelado Krysztof Charamsa después de reconocer que es gay». Así titulan muchos medios de comunicación, como el Times, después de que el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, anunciase el cese de cura polaco como secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional, oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe y docente de las universidades pontificias donde imparte Teología.
Pero la realidad es otra, pues el motivo que le costó la fulminante reacción del Vaticano no tiene tanto que ver con su condición sexual, como con el hecho de que tenga novio siendo cura, que lo anuncie en la prensa y que lo haga un día antes de que empiece el Sínodo de la Familia como forma de presión.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLa Iglesia se enfrenta durante los próximos días a una de sus citas más importantes del año y ahora, por culpa de la acción del prelado Charamsa «la asamblea sinodal se verá sometida a una indebida presión mediática», reconoció en rueda de prensa Lombardi.
La fecha, como reconoció el propio prelado polaco, no fue escogida por casualidad: «Me gustaría decir al Sínodo que el amor homosexual es un amor que necesita de la familia».
Lobby gay
La declaración de Charamsa estaba estudiada al detalle, pues nada más ser apartado de sus funciones el ya exmiembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe convocó una multitudinaria rueda de prensa en la que presentó a su pareja, un hombre de origen catalán llamado Eduard, rodeado numerosos colectivos del «lobby gay» como el Global Network of Rainbow Catholics.
La orquestada puesta en escena del sacerdote poseía una clara reivindicación que nada tenía que ver con sus votos: «es el momento de que la Iglesia abra los ojos frente a los gays creyentes y entienda que la solución que les propone, la abstinencia total de la vida amorosa, es inhumana».
Dicha abstinencia, en el caso del prelado Charamsa, es totalmente independiente de su homosexualidad, pues se impone a todos los curas que quieren entrar, siempre de forma voluntaria, en el sacerdocio, y de la que pueden salir siempre que quieran. Y fue este incumplimiento de sus votos lo que obligó al Vaticano a cesarle.
Pero, como en muchas otras ocasiones, una parte de la Prensa internacional ha querido sacar tajada de la oportunidad y acusa, al igual que ha hecho el propio Charamsa, de homofobia a la Iglesia, faltando a la verdad y a los hechos.
Precedentes
No es la primera vez que el Vaticano aparta a un sacerdote por querer imponer su propia ideología. En 2011 el cura australiano Greg Reynolds fue suspendido por el arzopispo Monseñor Denis Hart por defender públicamente el matrimonio homosexual en contra de la Iglesia.
A pesar de la suspensión, Reynolds no se amilanó y siguió defendiendo la unión entre personas del mismo sexo. Hasta llegó a fundar un grupo llamado Inclusive Catholics (Católicos incluidos) dedicado a promocionar la agenda del lobby gay dentro de la Iglesia.
Su continua desobediencia provocó que el Vaticano le abriese un expediente y finalmente le excomulgase en 2013, a través de un decreto firmado por el Papa Francisco.
Nadie puede extrañarse, por lo tanto, que ahora el Vaticano haya expulsado al sacerdote polaco.