Un psicólogo sostiene que la adaptación no es el criterio único para determinar la adecuación de la adopción por personas del mismo sexo.

Se llama Vittorio Cigoli, es profesor emérito de Psicología Clínica en la Universidad Católica del Sacro Cuore y autor de varias obras sobre psicología de la familia y la pareja. En una entrevista en La Nuova Bussola Quotidiana, de la que se ha hecho eco Religión en Libertad, ha puesto en evidencia la homoparentalidad.

Por su interés reproducimos la entrevista:

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Profesor Cigoli, ¿puede explicarnos cómo se ha llegado a este bloque de opiniones a favor de la homoparentalidad y por qué es usted el único que subraya los riesgos para los hijos?

El Giornale italiano di psicologia afronta siempre temáticas concretas y, en este caso, la dirección decidió confiar el tema de la homoparentalidad al profesor Vittorio Lingiardi, que se ocupa de este tema desde hace años, ayudado por un compañero de profesión más joven, Nicola Carone.

Estos responsables se ponen en contacto, normalmente, con un determinado número de científicos e investigadores para que escriban una contribución, mientras otros, como es mi caso, son contactados por la dirección de la publicación, que me preguntó si estaba dispuesto a participar.

En su artículo de conclusión del estudio, los autores han hecho el cálculo de los comentarios para decir que estos «concuerdan al considerar que el género y la orientación sexual de los padres no son, de por sí, factores de riesgo para la estabilidad y el bienestar psicológico de los hijos».

Todos los comentarios concordaban, menos el suyo.

Sí, y en sus conclusiones los autores dedicaron mucho espacio para replicar mi contribución. Creo que al hacerlo han instrumentalizado la publicación con un fin ideológico. Ahora bien, yo investigo desde hace cuarenta años y creo que estoy en mi derecho de expresar mi pensamiento sobre el tema de las relaciones familiares sin que se me tache de tener prejuicios.

Pero los autores decidieron hacer una especie de plebiscito y no creo que los otros compañeros de profesión se sientan felices de haber sido homologados de esta  manera.

Los autores, para corroborar sus tesis sobre homoparentalidad, citan distintas investigaciones, de las que usted en cambio resalta las carencias metodológicas.

Una buena parte de estas investigaciones han sido dirigidas por personas e investigadores homosexuales, algunos famosos. La homoparentalidad se ha convertido en un zona prácticamente reservada. De hecho, casi toda la investigación está centrada en personas de raza blanca, alto nivel económico y buena inclusión social. Los autores usan a menudo el tema de la discriminación, del estigma, pero en realidad detrás hay lobbies importantes como el lobby LGBT y becas de investigación que se dedican a esto.

Además de los problemas metodológicos, hay otros problemas relacionados con la investigación psicológica sobre estos temas, ¿no?

Es verdad, el problema está en lo que podemos decir como psicólogos: es la primera vez que la investigación psicológica es llamada en causa para dirimir cuestiones que no son meramente psicológicas. Porque cuando se habla de familia y generatividad, surgen necesariamente cuestiones de carácter antropológico, ético y filosófico. Pedir a la psicología que dé respuestas definitivas es instrumentalizarla.

Las investigaciones psicológicas que apoyan la  homoparentalidad pueden decir algo sólo en el ámbito de un marco cognitivo-comportamental, en el que los aspectos considerados son la adaptación y la calidad de la relación.

Esta calidad de la relación se valora en base a la percepción que tienen el progenitor o el nino, es decir, de ninguna manera estas investigaciones estudian la relación en vivo y no pueden responder a preguntas fundamentales como las relacionadas con la concepción, las relaciones generacionales, las organizaciones familiares, la relación entre géneros que es, desde siempre, un factor de riesgo, pero también de fundamental oportunidad.

«Cuando alguien levanta una duda sobre lo problemático de estas familias modernas, es inmediatamente atacado»

En resumen, son investigaciones que toman en consideración aspectos muy parciales.

Exacto. Esta tipología de investigaciones da algunos resultados, pero tiene también sus límites y no puede ser considerada como científica en sí misma. El punto está precisamente aquí: cuando alguien levanta una duda sobre lo problemático de estas familias modernas, es inmediatamente atacado.

En su contribución a la revista usted ha puesto en evidencia la importancia de la generatividad y de su diferencia con la educación.

Sí, hay diferencia entre los aspectos educativos, que son especie-específicos en el sentido de que la especie humana se distingue porque es capaz de educar, y los aspectos generativos, que en cambio son una especificidad de las relaciones familiares.

La generatividad está necesariamente vinculada a la diferencia sexual: por consiguiente, la homologación de los sexos constituye un problema. La generatividad, de hecho, nos dice muchísimo de la relación entre las generaciones y sería reducirla en extremo considerarla sólo como relación progenitor-hijo, porque el vínculo familiar incluye también los nombres, los orígenes, la relación con quien ya no está, etc. El vacío de los orígenes, la eliminación del vínculo, lo complica todo.

Hemos llegado hasta este punto a causa, también, de la fecundación artificial, que apoya una ideología que pretende afirmar la irrelevancia de la naturaleza humana.

Este tipo de intervenciones, como en el caso de la maternidad subrogada, no cuestan menos de 150.000/200.000 dólares. Los fertility centers, muy presentes también en Europa y no sólo en los Estados Unidos, son centros de negocios. Así, se han creado nuevas formas familiares que se basan sobre una fecundación extracorpórea dominada por la técnica.

Se ha dado un salto que no es indoloro. Saber del esperma y de los óvulos congelados, saber que desde el punto de vista netamente biológico puedes tener decenas y decenas de hermanos (de hecho, hay sitios internet en los que las personas se buscan), el hecho de tener una-dos madres biológicas y una denominada madre social, la presencia o menos de figuras masculinas y el anonimato o menos del donante son todas preguntas que tienen que ver con las consecuencias sobre los hijos.

Es imposible, por lo tanto, no plantearse preguntas a nivel antropológico y psíquico. Por lo tanto, no tiene nada que ver con un prejuicio o un estigma. También el tema recurrente de la donación tiene que ser reconsiderado con atención. No es lo mismo que donar sangre u órganos.

«Las investigaciones sobre las familias modernas se han centrado sólo en la adaptación y son un intento sutil de anular lo familiar como dimensión crucial de lo humano»

¿Son preguntas que la investigación dominante ya no se plantea?

Es como si más de 50 años de estudios sobre el valor de la diferencia sexual, la generatividad, la relación padre-madre-hijo, hubieran sido literalmente silenciados, expulsados de la investigación de la homologación (ninguna diferencia). Las investigaciones sobre las familias modernas se han centrado sólo en la adaptación y son un intento sutil de anular lo familiar como dimensión crucial de lo humano.

Para algunos compañeros investigadores ya no importan, de hecho, la estructura y la organización, sino sólo la calidad de la relación, si tienes más o menos «amor». Ahora bien, ellos llaman «organización» sólo a la raza, al estatus socio-económico, y no tienen la idea antropológica de los vínculos. Todos estos son temas que el Centro para la Familia de la Universidad Católica afrontará en un Cuaderno que se publicará en breve, con un comentario de Eugenia Scabini y mío.

¿Por qué se niega de manera tan obstinada la importancia de los vínculos y de los orígenes para el bienestar de los ninos?

Fundamentalmente, la idea es ir más allá, hacer cosas que hasta hace poco tiempo eran impensables: por lo tanto, es realmente un desafío al límite, a la búsqueda de una denominada normalidad.

Pero si se supera el límite natural, ¿se podrá encontrar la normalidad?

Buena, ésta es precisamente la pregunta. Nosotros conocemos el tema de la hybris [concepto que se puede traducir como «desmesura», un intento de transgresión de los límites impuestos, NdT], los griegos nos lo enseñaron. Hay riesgos. Yo creo que una buena investigación científica debe tenerlo en cuenta.

«Es como si la psicología se hubiera alineado, renunciando prácticamente a 50 años de investigaciones psico-sociales y clínicas sobre las relaciones familiares»

Usted tiene más de cuarenta años de experiencia a sus espaldas y no ha permitido que condicionaran su libertad investigativa. ¿Cree que para sus compañeros de profesión más jovenes y, en general, para las futuras generaciones, a la luz del eco que tienen los temas de la homoparentalidad será más difícil no estar condicionados?

Desde luego. Como decía antes, es como si la psicología se hubiera alineado, renunciando prácticamente a 50 años de investigaciones psico-sociales y clínicas sobre las relaciones familiares. El mundo siempre ha sufrido presiones y ha tenido lobbies, que normalmente llevan al conformismo, que es el camino más fácil: les toca a los jovenes tomarse su responsabilidad en el respeto de la diferencia.

Traducción de Helena Faccia Serrano (diócesis de Alcalá de Henares).

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