Este miércoles Vladimir Putin se desmarcaba de la línea general de Occidente y lanzó una ofensiva militar contra el Estado Islámico (Daesh). Desde ese momento, aviones rusos bombardearon enclaves estratégicos de los yihadistas pese a que distintos países europeos y EEUU consideran que su objetivo real es proteger a Al Asad.
El presidente ruso justificó esta decisión asegurando que era la única manera efectiva de acabar con los terroristas. Esta respuesta política ha encontrado un gran espaldarazo de la Iglesia Ortodoxa rusa, que ha dado una vertiente espiritual a la operación.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEl Patriarcado Ortodoxo de Moscú ha llamado a las “cruzadas” para defender a los cristianos perseguidos. Así lo manifestó públicamente el responsable de asuntos públicos, Vsevolod Chaplin, de una manera clara y contundente.
“La lucha contra el terrorismo es una batalla sagrada y hoy nuestro país es quizás la fuerza más activa del mundo contra ellos”, aseguró. Defendiendo también la intervención militar, el propio patriarca Kirill indicó que “Rusia tomó una decisión responsable al utilizar la fuerza militar para proteger al pueblo sirio de los males provocados por la tiranía de los terroristas”.
Del mismo modo, agregaba que reza para que “este conflicto no derive en una gran guerra, para que el uso de la fuerza no entrañe la muerte de civiles y porque todos los soldados rusos regresen vivos a casa”.
Una nueva «cruzada»
El concepto de “cruzada” está en estos momentos muy presente entre los ortodoxos rusos. Ven paralelismos a lo sucedido en 1095 durante la Primera Cruzada. En aquel momento el emperador bizantino Alejo I pidió ayuda al Papa Urbano II ante el avance de las tropas musulmanas. Entonces, el Pontífice hizo un llamamiento a los reyes de Occidente para liberar a sus hermanos y la ciudad santa de Jerusalén.
Ahora aseguran que existe la misma situación pero con Oriente, en este caso los ortodoxos rusos, haciendo el llamamiento al resto de potencias mundiales para frenar el avance de los islamistas y proteger a las minorías cristianas de Oriente Medio. Por ello, el arcipreste Chaplin llama a la intervención rusa en Siria “batalla sagrada”.