En el mundo hay auténticos héroes, personas que no salen en las portadas de los diarios y que no cobran decenas de millones de euros pero que con el ejemplo de su vida hacen un mundo mejor, un lugar del que sentirse orgulloso de vivir.
Uno de estos héroes hasta ahora anónimos es un humilde vietnamita de 48 años llamado Tong Phuoc Phuc, natural de la ciudad costera de Nha Trang, en la parte sur del país, que tras ver el mal en el mundo decidió actuar para con su pequeña contribución lograr cambiarlo. Y como quien no quiere la cosa este hombre ha conseguido salvar a decenas de ninos de ser abortados y a sus madres de vivir una de las peores experiencias de su vida, tal y como recoge Bebé y más.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEsta historia comenzó en 2001 cuando su mujer tuvo muchos problemas durante el embarazo y estando en el hospital se percató de que muchas mujeres llegaban al centro embarazadas pero salían de él sin ningún bebé.
Todas estas mujeres acababan abortando y pensó con tristeza en la cantidad de ninos que nunca verían la luz del sol. Y es que Vietnam es uno de los países con mayor número de abortos.
En el pequeño terreno que compró ya descansan los restos de más de 10.000 bebés abortados
Ante esta situación Tong Phuoc Phuc decidió hacer algo. Con sus pocos ahorros compró un pequeño campo para enterrar allí los fetos de todas las mujeres que pasaban por el hospital para abortar. Hasta ese momento, los restos de los bebés eran arrojados directamente a la basura del hospital.
Empezó poco a poco y actualmente este terreno se ha convertido en un auténtico camposanto en el que hay enterrados más de 10.000 fetos abortados. Con esto, él consiguió paz interior pero sin saberlo también hizo bien a muchas madres que decidieron abortar a sus bebés y que ahora acuden allí a ver a sus hijos.
Pero este era sólo el inicio de una gran obra. Pronto se corrió la voz de su cementerio de bebés abortados y algunas mujeres embarazadas que tenían intención de abortar empezaron a visitarle. Este vietnamita pensó entonces que lo mejor que podría hacer era ofrecer un lugar para hospedarlas o la posibilidad de adoptar a los bebés que ellas no quisieran tener.
Desde 2004 ha adoptado ya a más de 100 ninos que iban a ser abortados y con el tiempo ha conseguido que muchos de ellos vuelvan junto a sus madres
Desde 2004 ya ha adoptado a más de 100 ninos y lo que es mejor aún, ha conseguido que muchos de ellos vuelvan con el tiempo junto a sus madres.
Muchas mujeres que se han hospedado en este hogar le han entregado a sus hijos en vez de abortarlos y otras conociendo de la existencia de este lugar han dejado a sus bebés en la puerta.
Todos los ninos que adopta tienen como nombre Ving, que significa “honor” si son ninos, o Tam, que es corazón, si son ninas. Como segundo nombre les pone siempre el de su madre o el del pueblo de donde proceden por si algún día vuelven a por ellos. Y de apellidos les pone Phuc, el suyo, pues es un padre para todos ellos.
En la actualidad su obra sigue creciendo y ha abierto una segunda casa que hace las veces de orfanato y así separar a los bebés de los ninos más mayores.