El ginecólogo Carlos Morín / Plataforma por la vida

El tribunal que juzga al ginecólogo Carlos Morín, acusado de un centenar de abortos, ha autorizado al médico a no presentarse en el juicio por sus problemas de salud. Sin embargo, deberá acudir a la sesión final y el día de su declaración, prevista para el 10 de marzo.

Morín acudió este viernes a la primera sesión del juicio que se celebraba en la Audiencia de Barcelona. Después de que un médico forense le examinase y de las alegaciones presentadas por la defensa, el juez consideró estas circunstancias «suficientes» para que el médico no esté.

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Además, el presidente del tribunal ha aceptado que su mujer, María Luisa Durán, tampoco acuda a las sesiones del juicio. Según informa Europa Press, el juez ha tenido dudas de esta decisión aunque finalmente ha valorado «la necesidad de que sea asistido». María Luisa deberá también estar tanto en la sesión final como el día que le toque declarar.

Las mujeres sí estarán presentes

Por otro lado, el tribunal ha rechazado la petición de algunas mujeres que abortaron, supuestamente de manera irregular, para no asistir presencialmente a declarar.

«Sé que es impopular que diga esto, pero elementales puntos del proceso penal impiden que el ministerio fiscal se adhiera a esta propuesto», afirmó el fiscal.

Las atrocidades del ‘abortero’ Morín

Cabe recordar algunas de las barbaridades de las que se acusa al doctor y a las que tendrá que hacer frente en los próximos dos meses, hasta que se vuelva a dictar sentencia.

– 89 abortos ilegales: De todos ellos, algunas de las madres se encontraban en el octavo mes de gestación, pero el doctor Morín nunca ponía pegas. Así lo reconoce una de las testigos, Nieves, quien acudió a la clínica del doctor Morín con 24 semanas de gestación. La testigo aseguró en el juicio que llegó a la clínica TGB (regentada por Morín) en “estado avanzado de embarazo”, pero que “a los responsables no les importó”. Las cifras por cada uno de esos abortos oscilaban entre los 1.500 y los 3.000 euros.

Morín falseaba las historias clínicas para que fetos de 33 semanas de gestación figurasen como de 22, dando de esta manera una apariencia de legalidad a sus actuaciones.

– Digoxina para matar al bebé: Para realizar los abortos tardíos, en los que se provocaba el parto a la madre, el equipo médico a las órdenes del doctor peruano inyectaba este tóxico en el corazón del bebé para pararlo y evitar así que naciera vivo.

Menores de edad: Carlos Morín no sólo practicó abortos en mujeres con un avanzado estado de gestación fingiendo que sufrían daños psicológicos, sino que no tuvo miramientos en realizarlos también en ninas menores de edad, de hasta 13 años, según reconoció él mismo en su declaración ante la juez durante el juicio.

Madres desangradas: “¿No te conté que le pusimos una inyección e hizo un hematoma en la nalga? Y empezó a hacer hematuria. Sí, sí hizo. Se descoaguló completa”. “Ah, mi****, esa no la sabía”. Esta es una de las conversaciones telefónicas que se grabó y que sirvió como prueba para resaltar los graves riesgos que sufrieron varias mujeres al someterse a estos abortos, riesgos que no parecen importarles a los médicos que trabajaban en las clínicas.

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