A dos semanas de haber resultado vencedor en las elecciones, Andrés Manuel López Obrador empezó a jugar como presidente en funciones y a “fintar” políticamente. Para el consumo general, es decir, para la tribuna, ha lanzado una agenda legislativa dirigida abiertamente al control de los presupuestos y afianzar su popularidad.
Y para los puntos finos, los tácticos, han salido a la palestra algunos de los más experimentados políticos con quienes conserva la misma afinidad ideológica desde que militaban en el PRI.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLas formas resaltan el fondo en los anuncios de esas agendas.
Para la primera, reunió a todos los legisladores federales electos (senadores y diputados) y él hizo los anuncios: una serie de medidas reiteradas como promesas de campaña entre las que se encuentran la reducción de sueldos de altos funcionarios y “eliminación de privilegios”; reforma para considerar como delitos graves la corrupción de servidores públicos; el robo de gasolina perforando los ductos (huachicoleo se le llama en México) y el fraude electoral.
Además, eliminar el fuero a todo nivel; garantizar educación gratuita a todos los niveles y hasta una ley de consulta de revocación de mandato del Presidente de la República.
Para la reforma cultural, legalización de drogas, eutanasia y despenalización del aborto la vocera ha sido Olga María del Carmen Sánchez Cordero de García Villegas, exministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
Pocas reformas relevantes para el nuevo Gobierno fueron anunciadas: la creación de la Secretaría de Seguridad Pública (abrogada en el actual gobierno priista); quitar la guardia militar al presidente, llamada Estado Mayor Presidencial y que se reintegre al Ejército.
El único anuncio de gran calado fue la modificación o revocación de la reforma educativa. La incertidumbre de cómo y con quién se hará sigue siendo el punto prevaleciente.
Por un acuerdo con el actual presidente, Enrique Peña Nieto, el equipo del ganador influirá en el diseño del presupuesto gubernamental del año entrante.
Y para ello, López Obrador empieza a usar figuras jurídicas no existentes, pues designó coordinadores estatales federales, es decir, una especie de “virreyes” que autorizarán los recursos federales en cada estado.
Para la segunda agenda, la de fondo, los emisarios y el mensaje han sido selectos.
Para la reforma cultural, legalización de drogas, eutanasia y despenalización del aborto la vocera ha sido Olga María del Carmen Sánchez Cordero de García Villegas, exministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación acreditada con una larga trayectoria en los ámbitos legales en el país.
Políticamente ha militado con los liberales del viejo sistema priista, algunos de ellos promotores de ciertos movimientos “progresistas”, como los actuantes en 1968.
Dicho fenómeno se inscribió como parte de una corriente internacional reivindicatoria de cambios y localmente quedó enmarcado en un pleito entre los grupos de la llamada familia revolucionaria.
Y para los cambios políticos de fondo, cambio de régimen y cambio de sistema, el vocero ha sido uno de las figuras provenientes del viejo sistema priista: Porfirio Muñoz Ledo.
Junto con Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez, López Obrador y otros militantes de una corriente priista postuladora del nacionalismo revolucionario –la izquierda dentro del sistema, por decirlo llanamente– Muñoz Ledo fracturó al PRI hace exactamente 30 años en una sucesión presidencial.
En ese entonces se trataba de una pugna por un proyecto de nación en contra de los neoliberales, liderados por Carlos Salinas de Gortari.
Ahora en el poder con uno de los suyos, Muñoz Ledo ha sido claro: vendrá una nueva República y una nueva Constitución. Si no lo ha dicho, es por táctica, ha remarcado.
“La nueva República depende de un nuevo diseño constitucional, Andrés está convencido de eso. Pero tiene que crear las condiciones hacia mediados de su sexenio. Todavía falta hacer una revisión integral de la Constitución o la convocatoria de una Constituyente. Ahora no se dan las condiciones”, ha dicho en una entrevista.
Muñoz Ledo, quien será diputado federal por Morena, a partir del 1 de septiembre sí propone las tácticas. La primera es transformar al Poder Legislativo antes de la toma de posesión de López Obrador, el 1 de diciembre. “La reforma de la República pasa por la reforma del Congreso” ha sentenciado.
Y otra, de lucimiento personal. Quiere ser él quien le coloque la banda presidencial a López Obrador en la ceremonia del 1 de diciembre. Ese sería el símbolo de la reivindicación histórica de los liberales revolucionarios provenientes del viejo sistema. Cuauhtémoc Cárdenas e Ifigenia Martínez, las otras figuras emblemáticas, ya se reagruparon con López Obrador.
Sobre el nuevo modelo de Constitución, ese grupo ya tuvo un primer fruto: la de la Ciudad de México, aprobada en enero del año pasado, definida como una Constitución de izquierda, liberal.
Dos de las figuras constituyentes fueron Porfirio Muñoz Ledo y Olga María del Carmen Sánchez Cordero de García Villegas.
Al tiempo.