La mano izquierda de Francisco Franco y la Guerra de Vietnam

    Mano izquierda por su habilidad para torear miuras como Hitler en Hendaya o el presidente americano Johnson cuando le pidió ayuda para la Guerra de Vietnam. Y mano izquierda también porque de cualquiera menos de Franco se hubiera esperado que elogiara al líder comunista Ho Chi Minh.

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    El general Francisco Franco y el presidente de los Estados Unidos Lyndon B. Johson.
    El general Francisco Franco y el presidente de los Estados Unidos Lyndon B. Johson.

    A la espera de que llegue una Elvira Roca y desenmascare la ‘francofobia’ que pesa como un tabú sobre el general que gobernó España durante 40 años, se ha conocido un episodio que rompe más de un tópico sobre el Caudillo.

    Se trata del ‘No’ a la gallega, con que Franco paró los pies a la primera potencia mundial cuando quiso involucrar a España en la Guerra de Vietnam (1964-1975), tal como cuenta Javier Santamarta en el libro Siempre tuvimos héroes (EDAF, 2017) y que han reproducido diversos medios.

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    Hitler y Franco
    Encuentro entre Adolf Hitler y Francisco Franco en Hendaya

    El mismo general bajito que en 1940 dijo ‘No’ a Hitler, en Hendaya, y evitó que España se metiera en la II Guerra Mundial, se excusó hábilmente ante el presidente Lyndon B. Johnson que le pedía apoyo para luchar contra el régimen comunista de Ho-Chi-Minh, en Vietnam del Norte.

    Corría el año 1964 y Washington quería aplastar a las norvietnamitas con una intervención a gran escala. Pero Mambrú no puede ir a la guerra así como así, si antes no le atacan. No sería legal. De modo y manera que se inventó un pretexto. Si en el 98 fue la voladura del Maine, en el 64 fue el ataque -fingido- contra el destructor USS Maddox, en el golfo de Tonkin. El pastel no se descubrió hasta unos años después cuando se desclasificaron los famosos papeles del Pentágono.

    Lo cierto que es, a la hora de buscar apoyos, EEUU se los pidió -entre otros- a la España de Franco, con la que en 1953 había firmado acuerdos para instalar bases militares.

    Franco era el único general que había sido capaz de derrotar al comunismo. No podía negarse a la petición de EEUU

    Por si fuera poco, Franco era el único general que había sido capaz de derrotar al comunismo, en la Guerra Civil española. No podía negarse a la petición de EEUU.

    Pero contra todo pronóstico, el Generalísimo dijo “No” en la carta de respuesta. Bueno ni que sí ni que no, sino todo lo contrario. Con la misma mano izquierda con la que había vuelto loco a Hitler, veinticinco años antes.

    Lo más llamativo no es (solo) la evasiva a la gallega, sino los argumentos que le ofrece al presidente americano, en los que demuestra ecuanimidad, conocimientos geoestratégicos, pragmatismo y una sorprendente visión de futuro.

    Ecuanimidad porque calibra  pros y contras en un análisis sereno. Por un lado le dice: “Comprendo que un abandono militar de Vietnam por parte de EEUU afectaría a todo el sistema de seguridad del mundo libre”.

    Pero por otro le advierte de lo complicado que es una guerra de guerrillas: “La guerra de guerrillas en la selva ofrece ventajas a los elementos indígenas subversivos que con muy pocos efectivos pueden mantener en jaque a contingentes de tropas muy superiores”.

    Y añade:

    “Las más potentes armas pierden su eficacia ante la atomización de los objetivos (…) Con las armas convencionales se hace muy difícil acabar con la subversión. La guerra en la jungla constituye una aventura sin límites (…) Los resultados, como veis, no parecen estar en relación con los sacrificios”.

    Desde la época del Empecinado contra Napoleón, los españoles sabemos muy bien lo que puede dar de sí la guerrilla frente a los ejércitos más poderosos; y el propio Franco conocía de primera mano lo complicado que es reducirla, tras su experiencia en la Guerra de Marruecos (que no terminó hasta el desembarco a gran escala hispano-francés de Alhucemas).

    También demuestra conocer bien la situación geoestratégica:

    En el fondo los principales actores aspiran a lo mismo; los Estados Unidos a que el comunismo chino no invada los territorios del sudeste asiático; los estados del sudeste asiático a mantener a China lo más alejada de sus fronteras; Rusia, a su vez, a que su futura rival, China, no se extienda y crezca; Ho Chi Minh, por su parte, a unir el Vietnam en un Estado fuerte y a que China no lo absorba”.

    Y en su análisis de cómo los países descolonizados del Tercer Mundo se echan en brazos del comunismo demuestra su visión pragmática y desprejuicida de los hechos:

    “La subversión en Vietnam, aunque a primera vista se presenta como un problema militar, constituye un hondo problema político a mi juicio. Está incluido en el destino de los pueblos nuevos.

    No es fácil para Occidente comprender la raíz de sus cuestiones. Su lucha por la independencia ha estimulado sus sentimientos nacionalistas. La falta de intereses que conservar y su estado de pobreza les empuja hacia el social-comunismo, que les ofrece mayores posibilidades y esperanzas que el sistema liberal patrocinado por Occidente, el cual les recuerda la gran humillación del colonialismo”.

    Incluso desliza, entre líneas, una crítica a los países capitalistas de Occidente:

    “Los países se inclinan en general al comunismo porque, aparte de su poder de captación, es el único camino eficaz que se les deja. El juego de las ayudas comunistas rusa y china viene siendo para ellos una cuestión de oportunidad y provecho.”

    El análisis supone visión de futuro, ya que tanto los países árabes, como varios de América Latina y de África terminaron aproximándose a la órbita de la URSS.

    Franco a Johnson: “Las cosas son como son y no como nosotros quisiéramos que fueran”

    No sabemos cómo le sentaría a Johnson el elogio encubierto que Franco hace del “patriota” Ho Chi Minh. Lo cierto es que rompe más de un tópico sobre el Generalísimo.

    “No conozco a Ho Chi Minh -escribe Franco-, pero por su historia y sus empeños en expulsar a los japoneses, primero; a los chinos, después, y a los franceses más tarde, hemos de conferirle un crédito de patriota, al que no puede dejar indiferente el aniquilamiento de su país. Y dejando a un lado su reconocido carácter de duro adversario, podría ser, sin duda, el hombre que necesita Vietnam”.

    De cualquiera menos de Franco se hubiera esperado que elogiara a un líder comunista frente a EEUU; y que se atreva a decir que “puede ser el hombre que necesita Vietnam”.

    Este es el personaje que la censura de los últimos cuarenta años ha querido presentar como un espadón iletrado, incompetente y cerril. Si el presidente Johnson hubiera seguido sus consejos, EEUU no habría quedado atrapado en el berenjenal vietnamita, que costó la vida de casi 60.000 norteamericanos, y supuso un terrible desgaste de imagen para la primera potencia.

    Al final, tanta sangre derramada por la juventud norteamericana no sirvió para nada y EEUU perdió la partida por primera vez desde la II Guerra Mundial, pues Saigón, capital de Vietnam del Sur, cayó en manos de los comunistas.

    Ya se lo advirtió Franco, en su carta:

    “Las cosas son como son y no como nosotros quisiéramos que fueran. Se necesita trabajar con las realidades del mundo nuevo y no con quimeras”.

    Una lección de realismo que podría aplicarse muy bien no sólo el presidente norteamericano de los años 60, sino también el presidente español del 2018, persiguiendo quimeras por los camposantos, mientras la unidad de España se le va a pique.

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    Nacido en Zaragoza, lleva más de 30 años dándole a las teclas, y espera seguir así en esta vida y en la otra. Estudió Periodismo en la Universidad de Navarra y se doctoró cum laude por el CEU, ha participado en la fundación de periódicos (como El Mundo) y en la refundación de otros (como La Gaceta), ha dirigido el semanario Época y ha sido contertulio en Intereconomía TV, Telemadrid y 13 TV. Fue fundador y director de Actuall. Es coautor, junto con su mujer Teresa Díez, de los libros Pijama para dos y “Manzana para dos”, best-sellers sobre el matrimonio. Ha publicado libros sobre terrorismo, cine e historia.