A veces bastan un hombre y una mujer que digan la verdad

    Dos personas conmovieron ayer los pilares del régimen actual. Una de ellas, la actriz Aina Clotet, dejando como mentirosa a una sacerdotisas del feminismo; y la otra, el magistrado Manuel Marchena, renunciando a un enchufe ofrecido por la partitocracia.

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    El juez Manuel Marchena y la actriz Aina Clotet.
    El juez Manuel Marchena y la actriz Aina Clotet.

    En El hombre que fue Jueves, G. K. Chesterton escribió una frase que siempre me ha fascinado. Cuando el anarquista trata de que sus camaradas no elijan para el Consejo General del Anarquismo Europeo al policía, solo puede implorarles que no le voten, sin dar más explicaciones. Y Chesterton describe esos segundos con las siguientes palabras:
    “La verdad, aun encadenada, es tan terrible que por un instante pareció que la efímera victoria de Syme iba a doblarse como un junco bajo la tempestad”.

    Y es cierto: la verdad, incluso encadenada, es terrible. Basta que alguien la pronuncie en público para que se haga el silencio y quienes trataban de olvidarla o de vivir de espaldas a ella se sientan tan incómodos como si una bandeja se hubiera caído al suelo.
    Las mentiras bajo las que vivimos son tan burdas que se tambalean cuando unos pocos se atreven a ponerse en pie y decir la verdad.

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    «Las mentiras en medio de las que vivimos son ya tan burdas y tan asfixiantes que ayer dos personas tumbaron el régimen y la partitocracia siquiera por unas horas con unas palabras»

    Bien puede pasar que después del estruendo, las personas reaccionen expulsando de la sala al atrevido, para reanudar la fiesta o los negocios. Esto ocurre cuando el Poder es todavía fuerte y su discurso no se discute, cuando hay dinero y diversión para todos, cuando las promesas son más hermosas que el presente.

    Pero cuando las promesas se han demostrado mentiras y cuando a los pregoneros del Poder se les trata como a bufones sin gracia alguna, quien ha hablado ve que se le acercan otros para felicitarle por su valor y hasta que surgen palabras de asentimiento en los corrillos. Entonces, la fiesta puede acabar como el cotillón de Nochevieja de 1958 en La Habana, con Fulgencio Batista y su camarilla huyendo ante el avance de los ‘barbudos’.

    Primero, el magistrado Manuel Marchena difundió un comunicado en que renunciaba a presidir el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Supremo, tal como habían pactado el PSOE y el PP, en uno de los periódicos repartos del órgano de nombramiento y control de los jueces realizados desde que, en la primera legislatura de Felipe González, los socialistas cambiasen (con la ayuda del pío José María Bandrés) el método de elección de los 20 vocales.

    A diferencia de otros jueces ‘progresistas’, el magistrado Marchena se ha negado a aceptar el enchufe que la ofrecían PP y PSOE en el CGPJ

    En su comunicado, Marchena asegura que jamás ha concebido “el ejercicio de la función jurisdiccional como un instrumento al servicio de una u otra opción política para controlar el desenlace de un proceso penal”, en alusión a los indicios de que el PP lo quería poner en la presidencia del Supremo para controlar los juicios a Mariano Rajoy y otros dirigentes.

    En mayo, en una entrevista en ABC, la juez Mercedes Alaya se quejó de que el PP y el PSOE se habían puesto de acuerdo en retirarla de la investigación de la corrupción de los ERE y los cursos de formación por parte de la Junta andaluza por miedo a que hurgase en los repartos del bipartidismo de instituciones, comunidades autónomas y vías de financiación.

    Quienes quedan como serviles de los partidos que los nombran son los que han dicho que sí, que están encantados de sacrificarse para servir al Estado de Derecho, como el magistrado José Ricardo de Prada, uno de esos ‘jueces justicieros’ de izquierdas al modo del condenado Baltasar Garzón.

    De la misma manera, el partido que nació contra la casta ya ha entrado a empujones en el Sistema. No se trata solo del famoso chalé de Galapagar, sino también del asalto al botín del Estado. Como desveló Ana Pardo de Vera, Pablo Iglesias le llamó para ofrecerle la presidencia de RTVE después de haberla pactado con Pedro Sánchez. Y Podemos aceptó participar en el reparto de los vocales del CGPJ.

    La sacerdotisa del culto feminista Leticia Dolera ha despedido de una serie de televisión a la actriz Aina Clotet por quedarse embarazada

    De las instituciones y los partidos, pasemos a otro asunto, que es tan importante o más, ya que afecta a la ideología del régimen, lo que está admitido en el debate público, que es el feminismo.

    La actriz feminista Leticia Dolera, en la revista FHM.
    La actriz feminista Leticia Dolera, en la revista FHM.

    La segunda persona que se ha puesto en pie es la actriz Aina Clotet a la que la sacerdotisa del culto feminista Leticia Dolera ha despedido de una serie de televisión que va a dirigir para Movistar+ porque está embarazada.

    Cuando se supo el abuso de poder, Dolera salió con la manida excusa de la transición para justificar los desnudos: “lo exige el guión”; añadió no sé qué de los seguros; y trató de endulzar el trago con la promesa de que había ofrecido otro papel a Clotet, que ésta había rechazado.

    Ya ve, amigo lector, la fuerza que tienen quienes, en democracia, donde no hay ‘gulags’, en vez de callarse o decir ‘sí’, dicen ‘no’

    También ayer Clotet difundió un comunicado en que la feminista Dolera queda como una mentirosa y una, ¿lo podemos decir?, machista.

    “Asumí que la producción de una serie marcadamente feminista y que plantea la dificultad de ser mujer y madre en esta sociedad, consideraría todas las opciones para no excluirme solo por estar embarazada.”

    Clotet acaba de descubrir en sus carnes que el feminismo actual es un mecanismo de poder y de ocupación de asientos y despachos; vamos, una farsa. Dolera da la razón a Alicia Rubio y a Nicolás Márquez y Agustín Laje en sus afirmaciones sobre la ‘ideología de género’ como negocio que mueve billones de euros, dólares, libras, pesos, escudos, reales… y (no nos olvidemos, ya que la derecha tiende a fijarse solo en el dinero) como discurso del Poder para controlar la sociedad.

    Para ser ciudadanos libres hay que arrumbar el consejo de nuestras abuelas: “Hijo, no te signifiques”

    Me pregunto si no sería justo que Movistar+ despidiese a Dolera, que quizás se hizo con la dirección de la serie solo por ser mujer. Porque mantenerla en ese puesto supone premiar a una opresora de las mujeres.

    En fin, querido lector, ya ve la fuerza que tenemos en las democracias cuando algunos dicen ‘no’. La próxima vez que se pregunte qué hacer ante el desmoronamiento de España o cacicadas como el plan del Gobierno navarro para enseñar juegos eróticos a los niños, aquí tiene un consejo práctico.

    ¡Qué daño ha hecho el consejo de nuestras abuelas de ‘hijo, no te signifiques’! Fue el primer peldaño para nuestra mansedumbre.

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    Cuando me digo por las mañanas que el periodismo es lo más importante, me entra la risa. Trato de tomarme la vida con buen humor y con ironía, porque tengo motivos para estar muy agradecido. Por eso he escrito un par de libros con mucha guasa: Bokabulario para hablar con nazionalistas baskos, que provocó una interpelación en el Congreso por parte del PNV, y Diccionario para entender a Rodríguez el Progre. Mi último libro es 'Eternamente Franco' (Homo Legens).