Queridos jóvenes,
Miguel Ángel Blanco tenía 29 años cuando fue secuestrado un 10 de julio de 1997, había nacido en Ermua, se había licenciado en económicas, le gustaba la música, tocaba la batería en un grupo, tenía familia: su madre Consuelo Garrido y su padre, Miguel Blanco, y una hermana menor, Marimar. Miguel Ángel se sentía vasco y español en una tierra en la que por sentirte vasco y español podían asesinarte.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraMiguel Ángel Blanco era un joven comprometido social y políticamente y militaba en el Partido Popular, uno de los partidos constitucionalistas que estaban amenazados por ETA. En 1997 era concejal por este partido en el ayuntamiento de Ermua y por eso la banda decidió secuestrarle un 10 de julio y le disparó mortalmente a las 48 horas, falleciendo horas después el 13 de julio.
En estos días conmemoramos el 23º aniversario del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, una de las 854 víctimas mortales de la banda terroristas ETA, y también recordamos los acontecimientos que tuvieron lugar en Ermua, y en toda España, como respuesta a este atentado.
Por edad muchos de vosotros no vivisteis aquellos días de julio de 1997 que cambiaron la percepción social del terrorismo y que constituyeron una rebelión cívica: seis millones de españoles participaron en las cientos de manifestaciones, concentraciones, actos, declaraciones institucionales, etc. que tuvieron lugar entre el 10 y el 14 de julio de 1997, fueron días imborrables en la memoria para muchos ciudadanos.
El terrorismo, no sólo ETA pero sobretodo ETA, ha condicionado la historia reciente de nuestro país y ha ocasionado miles de víctimas: asesinados, heridos, extorsionados, amenazados, exiliados, etc. La democracia española, con el sacrificio y la profesionalidad de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, ha sido capaz de derrotar la ofensiva criminal de ETA pero sigue pendiente que sus herederos políticos reprueben su historia criminal, sigue pendiente más de trescientos casos de asesinato sin resolver, sigue pendiente la construcción de un relato compartido que no legitime a ningún tipo de terrorismo. Hoy todavía se justifica, comprende o relativiza la historia criminal de ETA y hoy, en el País Vasco y Navarra, se producen acciones violentas y actos de exaltación del terrorismo que humillan a las víctimas en las que participan jóvenes.
Desde hace unos años, algunos de vosotros estudiáis la historia del terrorismo y de sus víctimas en el segundo ciclo de la ESO y Bachillerato. La triste realidad es que hay generaciones de jóvenes españoles que desconocen cuáles han sido las consecuencias del terrorismo y qué significado tiene la Memoria de las víctimas. La Fundación Miguel Ángel Blanco
trabaja para paliar este desconocimiento y para que entendáis por qué es importante conocer, respetar y apreciar a las víctimas, a todas las víctimas del terrorismo, que, como Miguel Ángel Blanco, son un símbolo de libertad y de principios éticos y políticos fundamentales para la democracia constitucional que disfrutamos todos.
Las víctimas del terrorismo nos recuerdan que las respuestas violentas o el radicalismo que las justifica no nos hacen más libres sino más esclavos
Hasta el secuestro de Miguel Ángel ETA había asesinado a cientos de personas y después de Miguel Ángel seguiría haciéndolo hasta 2010. Pero algo cambió, algo fue diferente en este crimen: la reacción de la sociedad lideró la repulsa ante este atentado, como todos los demás, abominable. En cuanto se supo la noticia de su secuestro y el ultimátum que la banda hacía al gobierno: “Si en 48 horas no se acercan los presos a Euskadi mataremos a Miguel Ángel Blanco”, sus vecinos en Ermua salieron a las calles, inundaron las paredes de carteles, acompañaron a la familia, exigieron a ETA que liberara a Miguel Ángel, su rostro, la foto de un inocente sometido a tortura, y la denuncia de esta barbarie, de esta cuenta atrás, de esta muerte anunciada, sacudió las conciencias y en muchos grandes y pequeños municipios de España los ciudadanos secundaron a Ermua estando presentes en las calles y exigiendo a ETA que no matara a Miguel Ángel.
En las calles, en las plazas, en la clase política, en las instituciones, hubo unidad, todos estuvimos unidos contra ETA, defendiendo la justicia y la dignidad para las víctimas, solo Herri Batasuna, partido que apoyaba a ETA , no condenó el atentado. La familia de Miguel Ángel, sus compañeros y amigos fueron un ejemplo de entereza y fortaleza y generaron una empatía social nunca antes tan generalizada. En las manifestaciones se gritaba: “Vascos sí, ETA no”; “BASTA YA, todos contra la violencia”; “Sin pistolas no sois nada”; “ETA, aquí tienes mi nuca”. Muchos jóvenes participaron y todos juntos nos rebelamos ante la barbarie que nuevamente imponía ETA. Las imágenes de aquellos días sobrecogen, son recuerdos que vuestros familiares, seguro, recuerdan con emoción.
ETA hizo lo que sabe hacer, asesinó a Miguel Ángel el 12 de julio desoyendo el clamor popular, cumplió su amenaza. Jamás olvidaremos, los que por edad podemos recordar, el estupor, el dolor y la indignación que sentimos, tras el asesinato. El día 13 y 14 de julio se convocaron cientos de manifestaciones de protesta en toda España. La banda nos robó la vida de Miguel Ángel pero no nos robó la dignidad, supimos estar a la altura.
Tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco nos dimos cuenta de que las víctimas habían estado muy solas y que debíamos protegerlas y reconocerlas; de que la unidad social era el único camino, de que la defensa del Estado de derecho era nuestra única arma democrática contra el terrorismo, de que no podíamos admitir como iguales a los grupos sociales y partidos políticos que no condenaran el asesinato de un joven inocente lleno de sueños, proyectos, ilusiones que había sido asesinato vilmente para imponer una ideología totalitaria que utilizaba la vida humana como moneda de cambio.
Miguel Ángel Blanco representa la libertad y la democracia constitucional que nos ampara, la tolerancia, el derecho a sentirse vasco y español, a ser como cada uno quiera ser respetando las reglas de convivencia democrática y los derechos humanos. Los valores y principios con los que ETA quiso acabar. Las víctimas del terrorismo son un referente moral de toda la sociedad española. Conocer su historia y sus testimonios es un aprendizaje de vida, de tesón, de valentía, de supervivencia ante la adversidad.
En estos momentos socialmente tan duros por los que atravesamos su ejemplo puede ayudaros. Las víctimas del terrorismo nos recuerdan que las respuestas violentas o el radicalismo que las justifica no nos hacen más libres sino más esclavos de conductas que atentan contra los derechos y libertades de todos los ciudadanos que tanto nos ha costado
asentar.
A lo mejor escucháis que el terrorismo no fue para tanto, o que ETA tuvo justificación, o que no es necesario condenar los crímenes terroristas, que lo importante es el futuro. Condenar a ETA, sus crímenes y su ideología totalitaria es muy importante por calidad democrática y porque se lo debemos a las víctimas del terrorismo.
En homenaje a Miguel Ángel Blanco y a todas las víctimas del terrorismo nos gustaría compartir que los principios de Memoria, Justicia, Verdad y Dignidad que las víctimas defienden son claves para fortalecer una convivencia Libre y en Paz.
Os necesitamos para seguir recordando a las víctimas y para construir una sociedad en la que no tenga cabida ni la práctica ni la justificación de la violencia política. Para no caer en el riego del sectarismo, el fanatismo identitario, la exclusión del diferente. En 1997 aprendimos que hay causas por las que merece la pena comprometerse y que la defensa de la dignidad de las víctimas del terrorismo es una de ellas. Todas las víctimas necesitan ser respetadas, no humilladas, y defendidas en su derecho a la Justicia y a la Verdad.
La defensa de la democracia es tarea de todos, también vuestra. Os necesitamos para continuar esta tarea.
Muchas gracias.
Fundación Miguel Ángel Blanco, julio 2020.