En La idea de la Universidad John Henry Newman reflexiona sobre el sentido de esta institución que pivota a su juicio sobre dos magnitudes imprescindibles: la búsqueda de la verdad y el trabajo de la comunidad que la conforma, principalmente profesores y alumnos.
Esta idea de la comunidad en busca de la verdad está siendo cada vez más rechazada en numerosos ambientes que rechazan la realidad, no creen que sea posible hallar una verdad (ni siquiera en las ciencias puras) y persiguen toda reflexión que no se pliegue a los postulados de la corrección política actual, muy ligados a la ideología de género.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraAsí le ha sucedido en Canadá al prestigioso profesor Tomas Hudlickly, de la Universidad de Brok, especialista en Química Orgánica y flamante receptor de una importantísima posición investigadora financiada por el gobierno canadiense, que dedica unos 300 millones de dólares a atraer y mantener talento universitario e investigador de excelencia en el país.
Hudlickly, de origen checo, no es un investigador cualquiera. No sólo tiene una producción ingente de artículos (más de 400 publicados en revistas del máximo nivel en su especialidad), sino que además su calidad es reconocida ampliamente por sus colegas.
Por citar un dato, veamos el llamado «índice h». Se trata de un sistema de medición de la calidad profesional de los científicos basado en la relevancia de su producción científica basado en el número de trabajos citados y el número de citas de cada trabajo. Si el índice es 7, significa que el investigador tiene 7 trabajos publicados que han sido citados al menos 7 veces. Pues bien, Hudlickly tiene un índice h de 57.
Todo esto se ha convertido en papel mojado después de que unas pocas frases fueran utilizadas por unos pocos en Twitter para descalificar toda la trayectoria de Hudlickly. ¿Equivocó sus cálculos? ¿Rechazó de plano las leyes más básicas de la químca? ¿Menospreció a alguien?
No. Simplemente, sugirió en un artículo los riesgos de las políticas que dan preferencia a personas que pertenecen a determinados grupos sin atender de manera principal a su valía académica. Y, a la vez, denunció la necesidad de una cierta «sumisión incondicional del alumno a su maestro» para asegurar la transmisión efectiva del conocimiento a lo largo de los años.
En total, unas pocas palabras de un texto demás de 4.000 sobre el rango de opciones de investigación disponibles en química orgánica, la fiabilidad de la literatura científica disponible, el efecto de las nuevas tecnologías, la diversidad de la fuerza laboral disponible y la pugna entre los investigadores por los recursos siempre escasos.
Diversidad y sumisión académica
Sobre la diversidad de los trabajadores, Hudlickly aseveró:
«En las últimas dos décadas, muchos grupos han sido designados con ‘estatus preferencial’ (a pesar de los aumentos sustanciales en el reclutamiento de mujeres y minorías). El tratamiento preferencial de un grupo conduce inexorablemente a desventajas para otro. Cada candidato debe tener la misma oportunidad de asegurar un puesto, independientemente de la identificación / categorización personal. Las prácticas de contratación que apuntan a la igualdad de resultados son contraproducentes si resultan en discriminación contra los candidatos más meritorios. Dicha práctica también ha llevado a la aparición de ‘talleres de capacitación’ obligatorios sobre equidad de género, inclusión, diversidad y discriminación».
Estas 100 palabras fueron la materia prima para retorcer el primer nudo de la soga preparada por los censores de lo políticamente correcto para linchar a Hudlickly. El segundo nudo, se trazó a partir de una reflexión sobre la transferencia del conocimiento y la «sumisión» académica del alumno a su mentor.
Según Hudlickly, dos son las condiciones que aseguran una correcta transmisión del conocimiento. La primera, que esta se realice a través de al menos tres generaciones; la segunda, que se tiene que dar «una sumisión incondicional del aprendiz a su maestro». en este sentido, Hudlickly considera que «la sumisión al mentor rara vez es posible hoy en día. Muchos estudiantes no están dispuestos a someterse a ningún nivel de trabajo duro exigido por los profesores. La universidad no apoya a los profesores en este esfuerzo, ya que considera a los estudiantes como activos financieros y, por lo tanto, los protege de las dificultades indebidas que pueden exigir los ‘maestros’. Esta situación, junto con el hecho de que los profesores tienen cada vez menos tiempo para guiar a los estudiantes en el laboratorio, no puede proporcionar una transferencia productiva de habilidades, especialmente el mantenimiento de los estándares y la integridad de la investigación».
Las sentencias de ‘destierro’ académico en nombre de la corrección política han caído como fichas de dominó sobre el impecable currículum del científico
Unas pocas protestas en Twitter llevaron a la revista Angewandte Chemie, de gran prestigio en el mundo de la química, a retirar el artículo del sitio web, no sin antes publicar una disculpa, anunciar la «suspensión» laboral de dos de los editores de la revista y criticar abiertamente que la aportación de Hudlicky no tenía la suficiente dosis de equidad.
No sólo eso. Las sentencias de ‘destierro’ académico en nombre de la corrección política han caído como fichas de dominó sobre el impecable currículum del científico. El señalamiento del profesor Hudlicky ha conllevado la cancelación de un número especial de la revista Synthesis, dedicado a su 70 cumpleaños, para el cual ya se había movilizado a una cuarentena de científicos prominentes; la revista Highlights in chemistry decidió eliminar cualquier mención a sus trabajos; y, tal vez la más relevante de todas: el repudio del rector de la Universidad de Brock en una carta abierta en la que se rechazan las afirmaciones de Hudlicky porque «no refeljan los principios de inclusión, diversidad y equidad incluidos en la misión, visión y valores de la Universidad».
Solidaridad de Jordan Peterson
En un reciente artículo publicado en el National Post el profesor Jordan B. Peterson, también señalado por los gurús de lo políticamente correcto, resume el caso: «La destreza en la investigación ya no es tan importante como la volujtad de expresar los espantosos lugares comunes de corrección política en los sagrados pasillos de la academia».
A su juicio, los campos académicos conocidos en el mundo anglosajón por las siglas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics -ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas-), se han convertido en un objetivo prioritario para los censores de la corrección política.
«Los investigadores cualificados y los expertos en estos campos ya están en gran peligro de ser apartados por activistas de la opinión adecuada. El resto de nosotros lo pagará a largo plazo, cuando ya no tengamos la voluntad o la capacidad para hacer uso de los escasos talentos que hacen que las personas sean altamente competentes y productivas como los científicos, innovadores tecnológicos, ingenieros o matemáticos. Despertad, ciudadanos STEM: vuestra famosa inmunidad a las preocupaciones políticas no os protegerá contra lo que se aproxima rápidamente en los próximos cinco años».