A raíz de una denuncia de la Plataforma Trans, la Fiscalía contra los Delitos de Odio de Barcelona ha abierto diligencias contra Lidia Falcón. Aprecia la Fiscalía indicios suficientes de que la histórica activista feminista ha incurrido en un “delito contra el ejercicio de los derechos fundamentales y libertades públicas reconocidos por la Constitución.”
Los hechos presuntamente constitutivos de delito de odio son artículos y opiniones vertidas en prensa contra la pretensión del movimiento LGTBi de desvincular el sexo biológico del sexo legal, promoviendo eso que se ha venido a llamar libre elección de la identidad de género.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn concreto, una de las cosas que la Fiscalía considera constitutivo de delito de incitación al odio ha sido una crítica de Falcón a la participación de un niño de ocho años travestido de niña en la Asamblea de Extremadura. Ante un nutrido auditorio, el menor leyó un emotivo discurso, probablemente escrito por adultos, en el que pedía a los políticos que impulsasen leyes para evitar que nadie arrebatase la felicidad a las personas trans.
La mayor parte de los medios acogieron muy positivamente este discurso. Muy pocos medios, y muy pocos articulistas, entre ellos Lidia Falcón, criticaron la instrumentalización de un menor por parte de las organizaciones trans.
Y la crítica no es baladí, porque precisamente los menores están siendo los grandes perjudicados por la promulgación de las leyes trans. Entre otras cosas, los partidarios de la promulgación de este tipo de leyes pretenden que se permita que los niños cambien su sexo, reciban tratamiento hormonal con carácter previo a la pubertad e incluso vean sus órganos sexuales mutilados de forma irreversible. Todo ello a pesar de los numerosos estudios científicos que demuestran los perjuicios que este tipo de tratamiento tienen en el crecimiento del preadolescente. Y pesar también de la constatación de que en muchos de los casos de disforia de género infantil la situación es revertida de forma natural al pasar la adolescencia. Cosas como esta hacen que el debate sobre el impacto de las leyes trans en los menores no solo sea legítimo, sino también necesario.
No es la primera vez que el lobby LGTBi pretende silenciar a las voces discordantes. HazteOir.org ha sido denunciado en innumerables ocasiones. Afortunadamente, en España todavía vivimos en un estado de derecho y ninguna de esas denuncias han prosperado en los tribunales.
Y digo todavía, porque la independencia del Poder Judicial en nuestro país está hoy más amenazada que nunca. Sánchez e Iglesias pretenden cambiar las reglas para que los miembros del Consejo General del Poder Judicial sean nombrados enteramente por la mayoría gubernamental. Y el PSOE tiene previsto que la fiscalía arrebate a los jueces la competencia de instruir los sumarios.
Si el gobierno alcanza su objetivo, no habrá entonces ningún freno a la represión del disidente. Cualquier persona que exprese una opinión contraria a la agenda social del gobierno podrá ser castigada como reo de delito de odio. Cualquier asociación, institución o partido político que ejerza su derecho a disentir podrá ser ilegalizada.
El que se oponga a la aprobación de la eutanasia, será acusado de odiar a los enfermos que optan por el suicidio asistido. Los que digan que la vida en el seno materno merece ser protegida, serán acusados de odiar a las mujeres que deciden abortar. Los que defiendan el derecho constitucional a que sus hijos sean educados conforme a sus convicciones morales, serán también peligrosos odiadores.
Es evidente que son muchas cosas las que nos separan del Partido Feminista, en especial todo lo que tiene que ver con la defensa de la vida de los no nacidos. Pero siempre defenderemos su libertad para expresar sus opiniones. Y lo haremos con la misma fuerza con la que defenderemos nuestra propia libertad de expresión.
Sin libertad de expresión no existe la Democracia. Introducir el delito de opinión es propio de las más oprobiosas dictaduras.
Si permitimos ahora que vayan contra Lidia Falcón y no hacemos nada, quizá dentro de unos años, cuando vengan a por nosotros, terminemos lamentándonos, diciendo algo parecido al final del célebre poema de Martin Niemöller:
“Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar».