Querido lector, cuántas incongruencias tenemos que soportar en esta sociedad arrodillada ante el bienestar y la búsqueda de la satisfacción y realización personal.
Nuevamente nos situamos ante el ataque feroz de las progres, resentidas en muchos ámbitos de su vida, contra las familias, especialmente, contra las que nos ha dado por tener más hijos de los que se consideran hoy los que hay que tener para… ¿cumplir? Pues sí, en cuántas ocasiones me habré encontrado con padres que dicen “cerrar el grifo” porque ya con dos han cumplido. Si tener hijos es un deber u obligación, no me extraña que, cuando se antepongan otros deberes y obligaciones, se posponga el tener hijos, e incluso, se renuncie a ello. Normal actitud si tenemos en cuenta que eso hace desvirtuar el verdadero sentido de lo que es un hijo. Pues traer una criaturita al mundo no tiene nada que ver con compromisos con la sociedad, con apetencias o no, con tener más tiempo o solvencia económica o menos, o que te gusten más o menos los niños…
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraY expongo esto por las críticas que el Ministerio de Igualdad ha expresado contra la campaña de la Asociación de Familias Numerosas.
No, querido lector, tener hijos es el bien más precioso que nos ha podido regalar Dios, pues nos ha hecho cooperadores suyos en esta grandiosa obra de la creación. Claro está que el que cree que somos una casualidad o una especie de masa energética sin más trascendencia que lo tangible, no podrá nunca llegar a alcanzar el conocimiento de esta afirmación.
Tener hijos no es un juego, no es un capricho… es una inmensa responsabilidad que recae sobre esos padres que, por el amor que les une, dan vida a un ser que podrá disfrutar y amar en este mundo que, cada vez más, desprecia la vida.
Porque la vida es un regalo y es maravillosa. Pero claro, el que la vive como una batalla diaria por alcanzar una cima de poder y satisfacción personal con cosas materiales, no puede entender que la vida es dar, es compartir, es servir a los demás por amor. Y esto, en una familia numerosa, se experimenta a lo grande.
Por esto, tener hijos, a la inmensa mayoría les hace felices cuando lo viven así: dándose incondicionalmente por amor a sus hijos. El que lo siente como un peso que quita tiempo, dinero y bienestar, malamente lo llevará.
De ahí que considero que esta campaña vaya dirigida especialmente a todos aquellos que, en su interior, sienten esa llamada a ser padres, pero aún no han decidido a dar el paso, y claro, el arroz se pasa se quiera o no.
Querido lector, estoy rodeada de personas que han comenzado a tener hijos tarde, más tarde de lo que biológicamente el cuerpo de la mujer está preparado para ello, y se arrepienten. Pero también las hay que, pudiendo tenerlos, lo van retrasando… Ahora no me veo preparada, quisiera primero viajar con mi pareja, estoy terminando un proyecto para lograr un mejor puesto laboral, la situación económica no acompaña… En fin, estas y otras tantas, son las excusas que se suelen pronunciar.
Seamos claros, la mujer lleva en sí el don de la maternidad, un auténtico privilegio, no puede ir contra su naturaleza. Y aunque hay cada vez más mujeres que se dicen ser mujeres sin hijos felices por elección, no me cabe la menor duda de que son presas de la mentalidad antivida que nos rodea por todos los rincones. No es que no se pueda ser feliz sin hijos, faltaría más, pero sí que no se puede ser feliz sin realizar lo que la naturaleza humana nos hace desplegar saliendo de nuestro yo para entregarnos a los demás, y esto, en su máximo esplendor, para un hombre y una mujer que se aman, se consigue en una familia.
Sí, querido lector, hay que decirlo bien alto, aunque les pique y moleste a las feministas: “se te pasa el arroz”.
Decide en libertad, pero recuerda, que la libertad consiste en elegir el mayor bien posible según la verdad, no según intereses egoístas que nos pueden hacer caer en un, cada vez más profundo, pozo de sufrimientos, sin sentidos y remordimientos del que luego difícil será la salida.
Alicia Beatriz Montes Ferrer, Colaboradora de Enraizados