Tiene 39 años, es mallorquina y se llama Victoria Braquehais, aunque en la República del Congo la conocen como ‘ushindi’ (victoria). Es la imagen de la campaña anual de Manos Unidas ‘Plántale cara al hambre: siembra’.
Desde que nació tenía dos cosas claras: que quería ser de Dios y que quería vivir en África. No le gustan los elogios como ‘heroína’ o ‘súpermonja’, sin embargo, por la historia que le acompaña, bien se los merece.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraY es que esta misionera española, junto a otras tres hermanas de la Congregación Pureza de María, dirigen una escuela infantil, una escuela primaria femenina y una secundaria mixta, un hospital y dos internados.
Además, lo hace, ni más ni menos, en Kazenze, un poblado al sur del Congo en el que abundan los casos de desnutrición y la malaria es la primera causa de muerte infantil.
Actuall ha hablado con ella sobre su labor en África para hacer frente a la epidemia del hambre.
«Siempre supe que quería dedicar mi vida a Dios»
Pero la historia de esta hermana se remonta a 1976, año en el que nació. Enamorada de su vocación llega a asegurar que: «Dios creció conmigo. Desde que nací supe que quería dedicar mi vida al Señor».
Durante su juventud se mudó a estudiar con las Teresianas a Madrid hasta que decidió viajar a Roma para licenciarse en Estudios Eclesiásticos. Posteriormente, volvió a Palma de Mallorca donde estudió Filología Inglesa, mientras se encargaba de proyectos de desarrollo en diferentes escuelas.
En 2009 emprendió su camino como misionera hasta la poblacion africana, Kazenze. «La vocación misionera es un regalo de Dios y el deseo de África surgió en mí de manera natural», afirma esta misionera.
«Me sorprendió que en el poblado que me habían destinado el 99% de la poblacion vive con menos de euro al día»
La situación que se encontró al llegar a Kazenze, le impresionó desde diferentes puntos de vista. «A un nivel de primeras emociones, me sorprendió que en el poblado que me habían destinado el 99% de la poblacion vive con menos de euro al día, que 9 de cada 10 ninos no va a la escuela porque tiene que trabajar, que el 87% de los ninos muere antes de cumplir los cinco años», describe la hermana Victoria.
Y agrega que: «la mayoría de los ninos padecen fuertes retrasos en el crecimiento intelectual y físico a causa de la nutrición, que todos los días en el colegio hay casos de ninos que sufren la malaria».
A pesar de ello,»no he oído a nadie decir porque Dios me ha hecho esto. Hubo tres ninas del colegio que perdieron a su madre y yo la quería mucho. El mismo día del entierro, una de las ninas me dijo que agradecía a Dios el tiempo que había podido disfrutar de su madre. Mientras, que en Occidente, las personas no se toman así la pérdida de un ser querido».
«La falta de agua es un campo de cultivo para enfermedades como la malaria o diarrea»
En cuanto a las necesidades de su poblado, la hermana Victoria detalla que necesitan «sembrar tantas cosas: agua, tierra, semillas, capacidades, colaboración». E insiste en que «la base de todas las dificultades en África es la falta de agua. La falta de agua provoca un campo cultivo para enfermedades como la malaria o diarrea, que 9 de cada 10 ninos no vayan al colegio, que el índice de violencia sexual sea tan alto, porque las mujeres se ven obligadas a buscar el agua muy alejadas de sus hogares».
La misionera agradece el trabajo desarrollado por Manos Unidas en el territorio. «Manos Unidas ayuda en muchos proyectos: desde la rehabilitación de las escuelas y del hospital, la concesión de becas, la construcción de un huerto escolar, hasta en el abastecimiento de agua». De hecho, y según asegura, «son muchas las personas que se hacen eco del problema de agua y, que de manera particular, donan 200 euros para construir pozos».
«La solidaridad de muchas personas ha hecho posible la contrucción de19 pozos»
Y añade gracias a la solidaridad de estas personas, han logrado poner en marcha 19 pozos. Lo que ha permitido «cambiar la vida de muchas personas del poblado».
En este sentido, la hermana Braquehais defiende que «la Iglesia tiene que ser la voz de los que no pueden defenderse» para denunciar estos casos. Aunque considera que «nunca debe hacer política con ello».
«Crecí en una familia acomodada, pero África con su gente sencilla ha invertido el orden de mis valores»
A pesar del sufrimiento que, en ocasiones, vive en esta poblacion, Victoria es feliz en este pequeño poblado africano. Y reconoce que «este país me ha dado un conocimiento profundo de la humanidad. Ha puesto patas arriba mi vida, porque cosas que antes para mí eran muy importantes, ahora ya no lo son. Crecí en una familia acomodada, pero África con su gente sencilla ha invertido el orden de mis valores».
«En África el alma es la música»
Respecto a los proyectos de futuro, la misionera declara que «todavía quedan muchas cosas por hacer como equipar las escuelas, impulsar los microcréditos, mejorar el material informático, crear una biblioteca e incluso poner en marcha un estudio de grabación de discos porque en África el alma es la música».
Después de siete años en África, y de muchas situaciones de dolor, la hermana Victoria admite que «se siente muy feliz en el continente africano»y desea «vivir y morir en África», pero confiesa que tiene «un voto de obediencia»y, por lo tanto, irá donde Dios la reclame.