Saturno devorando a su hijo. Francisco de Goya
Saturno devorando a su hijo. Francisco de Goya

Cientos de bebés son asesinados cada año en Holanda. Desde que en 2005 se aprobará el protocolo de Groningen, los médicos tienen permitido decidir si el sufrimiento de los recién nacidos es demasiado duro para soportarlo.

Se trata de casos en los que los bebés deben sufrir una enfermedad grave y por ello, consideran que su calidad de vida será peor que la de un bebé normal.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Desde su legalización en 2002, la práctica de la eutanasia en Holanda provoca unas 2.500 muertes anuales. Esta práctica se extendió a los menores, a los que se les puede aplicar la eutanasia de forma legal desde los 12 años.

Pero el nuevo paso fue extenderlo a los pacientes que no pueden decidir por sí mismos, los recién nacidos. Los últimos datos revelaron que al menos 650 bebes han muerto desde que se instaurara esta práctica.

Sin embargo, son los padres del recién nacido los que están legalmente autorizados para tomar la decisión que crean más conveniente. Pero en la práctica las decisiones de acabar con la vida del bebé se llegan a realizar sin consentimiento de los padres y muchas veces en contra de su opinión, tal y como reconoce el jefe del departamento de Neonatología del hospital académico de la Universidad Libre de Holanda.

Hay médicos que aplican la eutanasia sin contar con los padres: «No podemos dejar vivir a un nino en unas condiciones inhumanas»

En la unidad de neonatología de este centro es una práctica normal administrar una cantidad letal de sedantes a bebés a los que se ha decidido quitar el tratamiento intensivo aunque los padres manifiesten su intención de mantener la vida del bebé en el caso de que éste siga respirando por cuenta propia.

«Es una decisión difícil, pero no podemos dejar vivir a un nino en unas condiciones inhumanas, aunque los padres lo deseen. En una situación así, sólo el médico puede determinar objetivamente sobre lo que es lo mejor para el paciente«, afirma un responsable del departamento de Neonatología de dicho hospital.

Diseñaron el protocolo para librarse de la cárcel 

La pregunta es quiénes son los médidos para decidir qué es lo mejor para esos pacientes. El asunto es terriblemente delicado y resbaladizo. Sobre todo porque puede tratarse de un asesinato encubierto.

La eutanasia en Holanda se aplica en los bebés recién nacidos. /Pixabay
La eutanasia en Holanda se aplica en los bebés recién nacidos. /Pixabay

No es casual que el ‘protocolo de Groningen’ fue propuesto por los pediatras Eduard Verhagen y Pieter Sauer de la Clínica Infantil Beatrix de Groningen como ‘garantía’  para no ser perseguidos judicialmente en caso de aplicar la eutanasia a recién nacidos.

El propio protocolo reconoce que el criterio para aplicar la eutanasia en los recién nacidos es subjetivo y por ello, ofrece unas pautas que para guiar a los médicos: el grado de dependencia de los cuidados médicos que tendrá el paciente en el futuro, la posibilidad de llevar una vida más o menos autónoma, la capacidad de comunicación, el nivel de sufrimiento y la esperanza media de vida.

Los bebés que nacían con espina bífida, después de retirarles el tratamiento médico, no fallecían inmediatamente, por eso pedían la eutanasia

El ‘protocolo de Groningen’ distingue tres grupos de recién nacidos en los que los médicos tendrían que tomar una decisión respecto al mantenimiento de la vida del bebé.

Se trata de bebés que morirán poco después del nacimiento, los que requieran cuidados intensivos para sobrevivir, pero cuya calidad de vida sea muy baja y los que tengan un «pronóstico sin esperanza» y «sufrimiento intratable».

22 bebes murieron por la eutanasia infantil antes del protocolo

El objetivo de este protocolo es controlar jurídicamente una práctica que los médicos llevaban realizando de manera más silenciosa, desde que se aprobara la eutanasia en el país. Los autores del protocolo estudiaron los casos de 22 bebés que nacieron con espina bífida y después de retirarles el tratamiento médico, no fallecían inmediatamente. Por ello, los padres pidieron la eutanasia. Estos casos sucedieron antes de que se regulase este protocolo.

Sin embargo, un estudio publicado en la revista Pediatrics por el investigador del Erasmus MC Myrthe Ottenhof y, entre otros, el neurocirujano Rob de Jong, demostraba que «apenas tenían dolores» y que los padres, con la información correcta, podían haber elegido otro camino que no fuera el de la muerte.

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