Un padre con un hijo pasean por el campo / Pixabay
Un padre con un hijo pasean por el campo / Pixabay

Si las mujeres tienen derecho a abortar, ¿por qué los hombres no? Esa es la pregunta que se han hecho en el ala juvenil del Partido Liberal sueco del Oeste (LUF Vast) y a la cual pretenden responder con una medida que permitirá al hombre reclamar a la mujer que aborte o repudiar a su hijo en caso contrario.

“Esto significa que un hombre renuncia a los derechos y a las obligaciones de la partenidad», según declaró Marcus Milsen, presidente de LUF Vast, al periódico sueco ‘Local’

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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Para equiparar el «derecho del padre al aborto» al legislado para las madres, el hombre tendría 18 semanas para decidirse, las mismas de las que dispone la mujer para matar a su hijo. 

De esta forma, defienden en LUF Vast, la mujer podrá saber desde el principio si el padre se va a responsabilizar del hijo o no.

Lo que no se incluye en esta propuesta es que el hombre pueda oponerse al deseo de la mujer de abortar.

Necrofilia e incesto

No es la primera idea polémica que proponen los cachorros del Partido Liberal sueco. Hace unas semanas ya se pronunciaron a favor de legalizar la necrofilia y el incesto en el país nórdico.

Según declaró Cecilia Johnson, portavoz de la formación juvenil al rotativo británico Daily Mail, “creemos que debe ser aceptado que dos hermanos mayores de 15 años tengan relaciones sexuales entre ellos“, si ambos están de acuerdo.

Del mismo modo,apuestan por que se pueda mantener sexo con un cadáver, siempre y cuando el finado hubiera consentido con anterioridad al deceso. A este respecto, la portavoz ha señalado que “todo el mundo debería tener control sobre su cuerpo, incluso cuando uno está muerto. Puede donarse a la ciencia, pero también a otros para tener sexo con su cuerpo cuando ha muerto”.

Según Johnson, “no creemos que la ley deba moralizar sobre con quién mantiene la gente relaciones sexuales”. En ese sentido, ya subrayaron que estas prácticas puedan ser vistas como inusuales o desagradables, “pero la legislación no puede estar basada en lo que es desagradable“.

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