Ni Rouco se rebela contra el Papa ni la mayoría de los obispos están a favor del matrimonio gay

    Así manipula la prensa a Francisco y a los obispos en materia de moral sexual y pastoral familiar.

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    El Papa Francisco y Rouco Varela. Vaticano Televisión.

    «El Cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». La frase de Jesucristo está bastante clara desde que Mateo la recogió hace dos mil años en su Evangelio (Mt, 24.35). Para todos… menos para determinados medios de comunicación que tratan de tergiversarla haciendo creer que la Iglesia puede cambiar la doctrina de su Fundador en un par de Sínodos.

    Confunden el talante misericordioso y acogedor del Papa Francisco con un borrón y cuenta nueva en materia de moral sexual. Toman frases del pontífice o de determinados purpurados las sacan de contexto, les dan la vuelta o extraen temerarias conclusiones sobre la licitud de dar la comunión a los divorciados vueltos a casar, o sobre el matrimonio homosexual.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    Han conseguido que éste último sea el tema estrella del Sínodo ordinario, aprovechando el –estratégico- anuncio hecho por un monseñor polaco de que era gay y tenía pareja y su posterior expulsión. Pero sus titulares poco tienen que ver con la realidad. Veámoslo.

    Time: El Vaticano echa a un cura después de decir que es gay

    Noticia publicada por Time
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    La versión online del semanario no dice toda la verdad. Porque el motivo por el que la Santa Sede ha despedido a monseñor Charamsa no es exactamente porque sea homosexual. Sino porque proclama públicamente que tiene novio, lo hace en víspera del Sínodo, y «somete a la asamblea sinodal a una presión mediática injustificada», como dijo el portavoz vaticano Lombardi.

    Lo más grave no es que sea homosexual, sino que exhiba esa conducta («tengo novio») explícitamente condenada por la Iglesia como «acto intrínsecamente desordenado», que la utilice como instrumento de presión contra el Sínodo, y que anime a «tantísimos sacerdotes homosexuales que no tienen la fuerza de salir del armario».

    Pero Time obvia todo eso y se centra exclusivamente en un aspecto, con lo cual está distorsionando la verdad.

    El País: Rouco se rebela contra el Papa

    El rotativo español tituló así la información previa al inicio del Sínodo, publicada el sábado 3 de octubre: ¿Por qué habla de rebelión? Porque según el autor de la información, Juan G. BedoyaRouco ha participado con otros diez cardenales en un libro que publicará la editorial Ignatius Press (Once cardenales hablan sobre el matrimonio y la familia) en el que abordan la pastoral familiar desde la doctrina católica.

    El adjetivo «necesaria» referido a la apertura de la comunicación a divorciados vueltos a casar no lo ha dicho el Papa sino que es de la cosecha del periodista

    ¿Dónde está la rebelión? Los once cardenales no cuestionan nada que no haya dicho antes el Catecismo. El que sí parece cuestionarlo es el propio periodista de El País cuando da entender que quien ha cambiado ha sido el Papa: «Francisco ha ido preparando el camino [del Sínodo] con delicadeza y con reiteradas declaraciones sobre la necesaria apertura a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, una nueva manera de ver la homosexualidad».

    Noticia publicada por El País
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    El adjetivo «necesaria» es de la cosecha del periodista. El Papa no ha calificado de «necesaria» la apertura a la comunión a los divorciados. La confrontación no existe por lo tanto ni en el Papa ni en Rouco y los otros diez cardenales, sino en El País.

    Es más, Rouco se muestra partidario, en línea con el Papa Bergoglio, de acoger a «separados y divorciados», pero sin desvirtuar «la indisolubilidad del matrimonio».

    El Mundo: La mayoría de los obispos a favor de una apertura a los divorciados y homosexuales (Sínodo 2014)

    Las tergiversaciones y falsedades arrancan del Sínodo Extraordinario del año pasado. El caso de El Mundo es palmario. Titulaba, en octubre de 2014, que «la mayoría de los obispos a favor de una apertura a los divorciados y homosexuales», afirmación que contradecía el mismo subtítulo, dos líneas más abajo: Aunque esas dos cuestiones no tuvieron los dos tercios para ser aprobadas por el sínodo. Luego no cabe hablar de mayoría.

    Sin embargo, la autora de la crónica saca sus propias conclusiones. Afirma que «son mayoría los están a favor de que los divorciados casados en segundas nupcias puedan recibir la comunión que los que están en contra».

    Noticia publicada por El Mundo
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    Pero también dice que el documento final (llamado ‘Relatio Synodide’)  no recoge absolutamente ningún cambio de esas polémica cuestión, ni de la homosexualidad. Y que los tres párrafos en los que se hacía mención a ellas no han obtenido los dos tercios de votos necesarios. ¿Entonces?

    El Papa no hace guiños a los gays

    Ya en el primer año de pontificado de Francisco, tras la Jornada Mundial de la Juventud de 2013, algunos medios de comunicación trataron de dar la vuelta a palabras del Papa sobre los homosexuales.

    Todo empezó con una declaración del pontífice: «Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para criticarlo? El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy bella. Dice que no se deben marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser hermanos. El problema es hacer un lobby».

    Es decir, Francisco no condena la condición homosexual, igual que el Catecismo de la Iglesia Católica, que lo que condena son los actos homosexuales: «son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural» y añade «no pueden recibir aprobación en ningún caso» (nn. 2357-2359)

    Sin embargo hubo medios, como el diario MSN de Microsoft que manipuló el contenido con un titular tan tendencioso como éste: El Papa hace un guiño a los gays.

    En ningún momento Francisco ha aprobado la conducta homosexual, lo que ha hablado es de tener respeto por los homosexuales y misericordia con los pecadores que, por otro lado, es el mensaje del Evangelio, el magisterio de la Iglesia y la tradición.

    Una movida de Satanás

    Tampoco es cierto, como sugieren algunos medios españoles (El País, El Mundo) que el jesuita argentino haya endurecido su discurso al llegar a la sede de San Pedro.

    Siendo arzobispo de Buenos Aires escribió en una carta a monjas carmelitas que el proyecto de ley argentino para permitir el matrimonio a personas del mismo sexo es «una movida del Padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios».

    En su catequesis sobre la familia, siendo ya pontífice, ha seguido la misma línea, denunciando expresamente a la ideología de género como una amenaza para la familia.

    «Dios confió a la tierra la alianza del hombre y de la mujer» dijo en 2014. Y añadió: «Su fracaso vuelve árido el mundo de los afectos y oscurece el cielo de la esperanza. Las señales son ya preocupantes y las vemos». Ponía el dedo en la llaga al preguntarse si «la así llamada teoría del género no sea también expresión de una frustración y de una resignación, que tiene en vista borrar la diferencia sexual porque no sabe más confrontarse con ella».

    ¿Lobby gay dentro de la Iglesia?

    El problema es que en su campaña por imponer la ideología de género en la agenda mundial, a través de las legislaciones y de los planes educativos, el lobby gay ha logrado presionar a determinados obispos, que se han mostrado condescendientes o, cuando menos, ambiguos sobre la licitud moral de la conducta homosexual.

    Es el caso del cardenal alemán Walter Kasper al que le pareció bien que Irlanda aprobara el matrimonio homosexual: «Si la mayoría de la gente quiere este tipo de uniones homosexuales, el Estado tiene el deber de reconocer tales derechos».

    Sin llegar a abogar explícitamente por esa unión dentro de la Iglesia, Kasper dijo que es preciso honrar las relaciones del mismo sexo de larga duración, que contienen «elementos buenos», y que la Iglesia debe encontrar «un nuevo lenguaje» para abordar la cuestión moral de la homosexualidad.

    «La comunión de los divorciados puede ser utilizada como caballo de Troya para el reconocimiento de las uniones homosexuales»

    Esa ambigüedad, unida a la posición de algunos pastores condescendientes con el matrimonio homosexual, ha sido una punta de lanza del lobby LGTB para que en la agenda el Sínodo se plantee el debate sobre ese tipo de uniones.

    Como han subrayado numerosos prelados, una cosa es que la Iglesia sea más misericordiosa con los homosexuales, que no deje de prestar atención pastoral a cristianos en esa situación, y otra muy distinta que apruebe algo que doctrinalmente va contra ella misma. Sería «la subversión de la ley natural» han subrayado varios cardenales.

    Ya en el Sínodo Extraordinario de 2014, el cardenal australiano George Pell advirtió que «la comunión para los divorciados vueltos a casar es para algunos padres sinodales –muy pocos, ciertamente no la mayoría– solo la punta del iceberg, el caballo de Troya».

    Lo que pretenden algunos –añaría Pell- son «cambios más amplios, el reconocimiento de uniones civiles, el reconocimiento de uniones homosexuales. La Iglesia no puede ir en esa dirección».

    Daneels, otra «presa» de los medios de comunicación.

    Pero mientras tanto, los medios de comunicación aprovechan el menor resquicio de ambigüedad para hacer creer que la Iglesia sí que puede ir en esa dirección.

    Uno de los casos más expresivos es el del cardenal belga, Godfried Danneels, de 80 años, que fue presentado por la prensa francesa y de su país como un defensor del matrimonio homosexual dentro de la Iglesia.

    No era exactamente así. Lo que dijo Daneels es que «los estados deben ser libres de abrirse al matrimonio civil para los homosexuales, si así lo quieren», un poco en la línea con Kasper sobre su pronunciamiento con el caso irlandés.

    En declaraciones al periódico de lengua holandesa «Tijd», dijo que habría que llamar de una forma diferente a ese tipo de uniones. Y explicó, claramente, que a los ojos de la Iglesia, ese tipo de unión no es un «matrimonio real», y que éste puede ser solo entre un hombre y una mujer.

    Es cierto que Daneels no siempre fue tan preciso con sus palabras, como cuando dijo: «Debemos entender: la Iglesia nunca se ha opuesto al hecho de que haya un cierto tipo de «matrimonio» entre personas del mismo sexo, pero hablamos de un cierto tipo de matrimonio».

    Pero en ninguno momento declaró que en la Iglesia pueda haber matrimonio canónico homosexual. El verdadero –subrayaba- sólo es entre hombre y mujer. «No es el mismo matrimonio verdadero entre un hombre y una mujer, debemos encontrar otro término en el diccionario».

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