Las autoridades paquistaníes han detenido a unos 300 manifestantes en la protesta que por tercer día consecutivo mantienen alrededor de 2.000 islamistas frente al Parlamento, donde reclaman que el Estado reconozca como mártir al radical Mumtaz Qadri, asesino del gobernador del Punjab, que defendió a la cristiana Asia Bibi, condenada a muerte acusada de blasfemia.
Un oficial de la Policía de Islamabad que pidió el anonimato indicó a Efe que «116 de los 300 detenidos fueron llevados hoy ante tres magistrados distintos y enviados a prisión».
Algunas personas creen que La Sexta da información.
Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.
Suscríbete ahoraLa fuente indicó que se han presentado cargos contra los detenidos por seis delitos diferentes, que no precisó, aunque indicó que en ningún caso los cargos fueron por terrorismo. «En este momento alrededor de 1.500 a 2.000 manifestantes están todavía frente al Parlamento», añadió.
Los manifestantes han acampado en la avenida de la Constitución en la llamada Zona Roja de Islamabad, un área de alta seguridad que alberga instituciones del Gobierno y embajadas, lo que ha obstaculizado su funcionamiento y ha cortado en tráfico.
La protesta comenzó el pasado domingo al conmemorase el primer mes de la ejecución de Qadri, condenado por el asesinato confeso de un gobernador contrario al extremismo religioso, para reclamar que el ahorcado sea nombrado mártir por el Gobierno y que la celda que ocupó en la prisión sea convertida en una biblioteca.
Los concentrados exigen también que sea ejecutada la cristiana Asia Bibi, condenada a muerte por blasfemia, y que sean liberados los compañeros detenidos desde que empezó la protesta.
Para frenar la ejecución de la cristiana Asia Bibi, la plataforma cívica HazteOir.org ha iniciado una recogida de firmas en la que se le pide al presidente de Pakistán que sea fuerte y resista a la presión del fundamentalismo.
Qadri fue condenado por matar a tiros en Islamabad en 2011 al gobernador de la provincia oriental de Punyab, Salman Tasir, del que como miembro de las fuerzas de elite punyabíes era uno de sus guardaespaldas, tras confesar que lo hizo por considerarlo un blasfemo.
El gobernador era uno de los más firmes defensores de Bibi, condenada en un caso que adquirió mucha notoriedad incluso fuera de Pakistán, una república islámica.
La ejecución de Qadri, el pasado 29 de febrero, desató protestas en diferentes partes del país y su funeral en Rawalpindi fue acompañado por decenas de miles de personas que lo despidieron como si fuera un héroe.