La joven yazidí Samia Sleman fue secuestrada por Estado Islámico con tan sólo 13 años, vendida como esclava sexual y violada en múltiples ocasiones. Su infierno no ha terminado porque 45 miembros de su familia “siguen en cautiverio” y porque no olvida que hay aún más de 3.000 ninas viviendo el horror que ella ha sufrido.
“Yo pude escapar pero hay más de 3.000 ninas yazidíes que son esclavas sexuales” en poder del Estado Islámico, ha asegurado este sábado la joven yazidí Samia Sleman durante el Congreso #WeAreN2016, que se celebra en Nueva York, organizado por CitizenGO y MasLibres.org.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraSu intervención se ha producido en un panel centrado en el sufrimiento de las víctimas de ISIS en el que también participaron los padres de Kayla Mueller, la joven cooperante estadounidense raptada y asesinada por Estado Islámico, y que fue moderado por el director del programa del proyecto ‘Haven’ de la organización In Defense of Christians, Stephen Hollingshead.
Sleman ha relatado cómo IS atacó su aldea y su familia fue secuestrada. “Cuarenta y cinco personas de mi familia siguen en cautiverio. Mi padre, mi abuelo, mi tío siguen presos y no sabemos nada de ellos”, ha contado a los presentes en el Congreso.
Durante su cautiverio, esta niña vivió un auténtico infierno. “Vi situaciones horribles, violaban a las ninas con siete u ocho años, torturaban a las personas y las hacían morir de hambre”, ha recordado. Y es que a las jovenes como ellas las vendían a miembros del Estado Islámico como esclavas sexuales.
Esta yazidí ha contado lo que vivió en ese momento: “Me acuerdo que me vendieron a un miembro de IS de 50 años, que luego me vendió a otro más mayor. Estos hombres viejos nos mantenían en sus casas como esclavas sexuales. Estuve dos meses con el último hombre al que me vendieron y que me hacía cosas horribles”.
“Estuve dos meses con el último hombre al que me vendieron y que me hacía cosas horribles”
A las mujeres que no accedían a mantener relaciones sexuales las maltrataban o las mataban. Ella ha contado cómo finalmente logró escapar: “Me puse ropa de nino, me corté el pelo y una mañana temprano empecé a caminar, caminar y caminar”.
Finalmente, logró subir a un taxi con la fortuna de que el taxista no era de Estado Islámico y la ayudó a escapar. “Me llevó a su casa, me dio una tarjeta de identidad con otro nombre y me ayudó a llegar a Kurdistán”, ha concluido su intervención.
El legado de Kayla Mueller
Con tan solo 26 años, Kayla Mueller fue secuestrada por Estado Islámico y trasladada Raqqa, bastión de la organización terrorista en Siria. Sus padres, Carl y Marsha Mueller, y su hermano Eric guardaron silencio para no obstaculizar la posible liberación de la trabajadora humanitaria. Pero el 6 de febrero de 2015, tras 18 meses de angustia, confirmaron la peor noticia: Kayla falleció tras ser alcanzado por un proyectil el lugar en el que estaba retenida, durante uno de los bombardeos jordanos a objetivos yihadistas.
Carl y Marsha Mueller han contado al mundo el drama que vivieron con el secuestro de su hija, que fue entregada como esclava sexual al jefe de Estado Islámico, Al Bhagadi, antes de ser asesinada.
Durante su intervención, los padres de Kayla han leído una carta que su hija les escribió en 2011 y en la que decía que encontraba a Dios en los que sufrían y que “toda lucha por la libertad y la justicia” era su lucha por lo que todos “los inocentes que están siendo sacrificados” eran para ella su propio pueblo.
“Siento todo el sufrimiento que os he hecho pasar, perdonadme; mamá, me decías que al fin y al cabo lo único que tenemos es Dios. Estamos en un lugar en el que todo el sentido lo pone el Creador, y con vuestras oraciones me siento en manos de Dios. Él nos libera de todas las cárceles. A veces solo hay que buscar lo bueno de cada situación y rezo para que sintáis vosotros esta cercanía (…) No me he hundido, voy a seguir luchando. No tengáis miedo por mí, gracias a Dios volveremos a unirnos”, explicaba la joven cooperante en la misiva,
Sus padres la han recordado como una joven luchadora. “Nuestros corazones están rotos y la echamos terriblemente de menos y lloramos por todo lo que tuvo que soportar”, ha contado emocionada la familia Mueller.
De este modo, los padres de esta joven han luchado desde que les informaran de la muerte de su hija para que la obra de Kayla no caiga en el olvido y se defienda a tantas miles de personas que están siendo perseguidas por Estado Islámico. “La única cosa que podemos hacer es continuar contando al mundo el sufrimiento del que ella fue testigo, hacer un llamamiento al mundo a que actúe con una sola voz para proteger la libertad y para aliviar el sufrimiento por el que Kayla dio su vida negándose a permitir que este sufrimiento se convierta en algo normal”, han contado a los presentes.
“No se fíen del Gobierno americano. Nosotros depositamos toda nuestra fe para que rescataran a Kayla…”
Igualmente, los padres de esta joven cooperante han destacado la fortaleza de su hija. Un grupo de franceses que también estaba en cautiverio y que finalmente fue liberado les dijo que ella llegó a decir a uno de los jefes islamistas: “Lo siento, no me he convertido”. “Nadie se atrevía a hablar así delante de él”, le dijeron estos franceses posteriormente a Carl y Marsha Mueller.
Por último, este matrimonio se ha mostrado muy crítico con el Gobierno de Estados Unidos. Preguntados qué recomendarían a alguien que pasara por su situación han dicho: “Me duele decirlo pero les aconsejaría que no se fíen del Gobierno americano. Nosotros depositamos toda nuestra fe para que rescataran a Kayla y la única forma era un rescate”.
Ellos no tenían los seis millones de dólares que los yihadistas les exigían pero sí había gente dispuesta a ayudarles. “Los que tenían el dinero y estaban dispuestos a ayudar fueron amenazados con ser enjuiciados, han asegurado (…) Nos iban cerrando todas las puertas, una tras otra”.