El sufrimiento de los habitantes de la ciudad de Alepo, ubicada al norte de Siria, continúa. El Padre David Fernández, un sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), ha contado a la página de Facebook SOS Cristianos en Siria cómo es la vida en medio de los bombardeos, que pueden durar horas, y con la angustia de no saber dónde caerá el próximo proyectil.
«Esta semana (del 1-8 de mayo) fue terrible. Llegué a contar más de cien bombas en un solo día… Imagínese lo que es vivir en una ciudad donde un día como el miércoles (el 4 de mayo) hubo 20 horas de bombardeos sin parar”, comentó el sacerdote argentino.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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— Fuente Latina (@FuenteLatina) May 3, 2016
Siria está inmersa en una guerra civil desde hace cinco años. En el año 2012 el conflicto alcanzó a la ciudad de Alepo. Esta ciudad era considerada la segunda ciudad más importante del país después de la capital Damasco.
La mayor parte de Alepo está controlada por el ejército sirio y es el objetivo de conquista de los grupos extremistas islamistas Frente al-Nusra, vinculado a Al- Qaeda; el Estado Islámico (ISIS) y el Ejército Libre.
«Por ahora las tropas del gobierno mantienen abierta la única ruta que ingresa a la ciudad. Así es como nos llegan las provisiones de alimentos y medicinas. Pero hay semanas enteras que está todo bloqueado y entonces empieza la lucha por la supervivencia», explicó el P. Fernández.
El 10 de mayo Rusia anunció que se ha acordó una nueva tregua de 48 horas en Alepo entre los grupos rebeldes y el ejército sirio. Tanto Rusia como Estados Unidos han manifestado públicamente que colaborarán para que cesen las hostilidades.
P. Fernández: «Los bombardeos se ensañan especialmente contra las poblaciones vulnerables”
Al respecto, el Patriarca caldeo de Bagdad (Irak), Mons. Louis Sako indicó en una entrevista a Radio Vaticana que “la tregua es frágil. La gente quiere la paz, quiere estabilidad. Se necesita ayudar a las personas a mantener un diálogo civilizado y asumir su propia responsabilidad”.
Por su parte, el P. Fernández indicó que «los bombardeos se ensañan especialmente contra las poblaciones vulnerables”, como fue el ataque al hospital maternal Al-Quds, donde murieron unas 50 personas, “la mayoría embarazadas y bebes recién nacidos”.
Añadió que a pesar de los bombardeos “la gente trata de trabajar y los jovenes van a clases, aunque uno muchas veces se juega la vida hasta cuando sale a la calle a hacer las compras en un almacén. Todos vivimos esperando que esto en algún momento se termine y volvamos a vivir en paz».
El IVE tiene dos casas en esta ciudad. Ambas están ubicadas cerca de la Universidad de Alepo y sirven de alojamiento para 40 estudiantes provenientes del interior del país. A raíz de la guerra civil, varias familias fueron a refugiarse allí porque sus casas fueron destruidas. El sacerdote indicó que el estado de ánimo de esos refugiados es muy grave.
«Esta gente ahora tiene pánico hasta de acercarse a una ventana»
«Esta semana nos trajimos una familia cuya vivienda había sido destruida por un misil y no querían salir de la habitación en la que habían quedado encerrados. El traslado hasta acá fue además muy peligroso, porque en la calle uno puede ser blanco de los misiles y también de francotiradores. Y esta gente ahora tiene pánico hasta de acercarse a una ventana», comentó.
«Hay dos cosas que no me dejan dormir. Una es el ruido de las bombas y otra es el estado de alerta, porque estoy permanentemente pensando en cuándo llegará el momento de tener que escapar. Es mucha gente que está a nuestro cargo y sentimos la responsabilidad de cuidar la vida de cada uno de ellos”, expresó el P. Fernández.
Añadió que mucha gente pobre no huye de Siria porque cuesta “miles de euros y el final es siempre incierto. Además, lanzarse a las rutas con toda una familia puede ser algo suicida. Los caminos están copados por los grupos rebeldes que se ensañan con los civiles que huyen”.
Según indicó SOS Cristianos en Siria, el P. Fernández llegó a ese país en el año 2009 cuando tenía 41 años para acompañar a un sacerdote misionero argentino durante un tiempo. Cuando estalló la guerra, “comprendió entonces que Dios tenía pensado para él algo más que una estadía temporaria en Alepo”.
Recordó que durante sus primeros años en Siria, “había una convivencia pacífica entre las diferentes etnias y religiones, cristianos, judíos y musulmanes. Si bien Al-Assad nunca fue un presidente democrático, era alguien con quien Occidente podía dialogar. Pero lo que estamos viendo es que en las áreas que caen ahora bajo control de los islamistas se aplica un régimen de terror y de persecución, especialmente contra los cristianos.»
Por otro lado, el sacerdote dijo que para que el conflicto se solucione “lo primero es que los países que están vendiendo armas y financiando a los rebeldes islamistas dejen de hacerlo. Ésta es una guerra creada y fomentada desde el exterior. Hay que permitir que Siria encuentre su propio camino hacia la democracia”.
Añadió que “no hay que engañarse: ninguno de los grupos que enfrentan al ejército nacional quiere la democracia. Si Occidente sigue apoyándolos se va a encontrar luego con un problema mucho más difícil de resolver».
Esta información fue publicada originalmente por María Ximena Rondón en AciPrensa