Ricardo es español, y como tal de vez en cuando sale de su casa con una bandera de España. Lo que Ricardo no sabía (aunque ahora ya sí) es que estaba siendo un imprudente por atreverse a tanto. Y esa imprudencia, aunque habitual en el resto de países del mundo, le ha costado una paliza por parte de dos chavales.
La historia de Ricardo no tiene nada de especial, un día cualquiera, en el pasado mes de abril, salió de su casa a recoger a su hija.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraPasó por un parque, y sus agresores, al ver que se atrevía a llevar una pequeña bandera de España en su ropa, le advirtieron de su osadía, tal vez por si se trataba un error: «¡Eh, tú!», le gritaron, «facha de mierda, no te queremos en este barrio, cerdo».
Era un grupo de unos 15 jovenes antifascistas, así se definen, que estaban patinando con el skate en los alrededores del centro comercial San Ignacio de Loyola, en el distrito de Carabanchel de la ciudad de Madrid.
A pesar de los insultos Ricardo ‘el imprudente’ continuó caminando sin darse cuenta de que era él el supuesto seguidor de Hitler, hasta que se fijó en la pequeña bandera de España que llevaba bordada en su chaqueta.
Pero ahí estuvo el segundo error de Ricardo, porque con o sin hija, la bandera seguía en su chaqueta
Este padre de 49 años hizo caso omiso a las advertencias y fue al instituto en el que estudia su hija para recogerla. A la vuelta decidió recorrer el mismo camino pensando que los jovenes le dejarían en paz, sobre todo ahora que iba con su hija de 16 años.
Pero ahí estuvo el segundo error de Ricardo, porque con o sin hija, la bandera seguía en su chaqueta. Por si no le habían oído la primera vez, estos jovenes le insistieron a Ricardo de que su osadía le podía costar caro.
«¡Nazi de mierda, te vamos a matar!», fue su última contemplación, porque en ese momento, Ricardo, harto de la situación y temiendo por su hija, se paró y contestó: «Ya está bien, ¿qué queréis?» y la respuesta de este grupito fue rápida y clara: Darte una paliza.
No lo dijeron, sino que lo hicieron. En especial dos de ellos, que aprovecharon sus monopatines para atizarle en la cabeza. Tras unos, me imagino, interminables segundos, Ricardo se zafó de ellos y buscó el hospital más cercano.
Llegó a la clínica Quirón con un fuerte traumatismo en la nuca y cortes en la oreja, y aún hoy continúa con un pitido constante en el oído que le obliga a mantener un tratamiento con el otorrino, pero tuvo suerte y no hay que lamentar daños mayores.
Pasó un tiempo hasta que Ricardo fue a la Policía a presentar una denuncia, con los partes médicos correspondientes. Los chavales, que no se molestaron en dejar de patinar por esa zona (quizá querían comprobar que nadie más era un ‘nazi’ en su barrio) fueron detenidos.
No tenían antecedentes, aunque dos de ellos ya no eran vírgenes cuando salieron de la comisaría. Delito por lesiones y delito de odio, porque al menos, según la ley, pegar a un hombre con una bandera de España no es lo mismo que librar a Europa de uno de los mayores dictadores de la historia (sino el primero).