Wilhelm Reich, de un tipo así salió la revolución sexual cuyas consecuencias son palpables

    Marxista radical, obsesionado con el sexo y con duros traumas infantiles, este psicoanalista que fue expulsado de la Escuela de Viena se convirtió con sus ideas en el padre de una de las ideologías que más daño han hecho a los seres humanos en el siglo XX.

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    Wilhem Reich, psicoanalista y uno de los padres de la revolución sexual

    La ideología de género, la hipersexualización y el relativismo extremo hunden sus raíces en el marxismo y en la revolución sexual, una ideología esta última que tiene mucho que ver con lo que ocurre en el mundo actual.

    Uno de los padres de la revolución sexual es el psicoanalista Wilhelm Reich. Aunque no muy conocido por el gran público este personaje obsesionado con el sexo y con graves problemas psicológicos consiguió que décadas después de su muerte se esté consolidando todo lo que él defendía entonces.

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    En un interesante reportaje realizado por Roberto Marchesini en La Nuova Bussola Quotidiana y que traduce Religión en Libertad se analiza la oscura figura de Reich, lo que sin duda arrojará mucha luz a la hora de comprender el mundo en el que vivimos. Por su interés les ofrecemos el artículo de este periodista italiano:

    Entre los padres de la actual situación social y moral no puede olvidarse al padre de la revolución sexual, Wilhelm Reich. Nacido en 1897 en la periferia del imperio austro-húngaro [en la actual Ucrania], creció en una familia donde las relaciones eran en exceso complicadas y fue iniciado en el sexo por una camarera cuando tenía solo cuatro años.

    A partir de ese momento el sexo se convirtió para él en una obsesión: él mismo refiere haber tenido relaciones sexuales habituales con la servidumbre desde los once años; a partir de los quince se convirtió en cliente habitual de los burdeles, y era adicto a la masturbación compulsiva (con fantasías de tener relaciones sexuales con su propia madre, u observando el apareamiento de animales).

    A los trece años reveló a su padre la infidelidad de su madre; ambos se suicidaron tras esta revelación. Se hizo cargo de la granja familiar hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, en la cual combatió en el frente italiano.

    Después de la guerra se matriculó en la facultad de Medicina de la Universidad de Viena. En el segundo año organizó un seminario de sexología, al cual invitó como conferenciante a algunos psicoanalistas.

    Descontento con la calidad de los profesores, conoció a Sigmund Freud (1856-1939) y empezó a frecuentar la Sociedad Psicoanalítica de Viena; de hecho, comenzó a ejercer como psicoanalista antes incluso de licenciarse. Le había impactado mucho la teoría sexual freudiana, según la cual el impulso sexual es el impulso originario, cuya insatisfacción produce la neurosis.

    Para Reich el sexo ligado a la reproducción y el matrimonio monógamo impedían la felicidad sexual de las familias trabajadoras

    Abrió una clínica psicoanalítica en la cual ofrecía (junto a otros psicoanalistas) terapia gratuita a personas con pocos recursos. En el curso de esta experiencia consideró que la satisfacción sexual (y por tanto la felicidad) de los jovenes y de las personas más pobres no se veía obstaculizada por motivos psicológicos, sino sociales: el sexo ligado a la reproducción y el matrimonio monógamo impedían la felicidad sexual de las familias trabajadoras; la educación familiar y la falta de independencia económica y de vivienda impedía la de los jovenes.

    Sólo una revolución social podría conducir a la plena satisfacción sexual de toda la poblacion, y por tanto a la felicidad y al bienestar universal; fue así como se acercó al socialismo y al comunismo. Se volcó a favor de la contracepción, del divorcio (lo más breve posible) y la educación sexual a ninos y adolescentes.

    Entretanto, el mismo Freud había abandonado la teoría sexual tal como había sido concebida inicialmente: ahora, junto al impulso sexual estaba el impulso de muerte, y la sublimación de la sexualidad tenía una connotación positiva, en cuanto que canalizaba la energía hacia actividades útiles para la sociedad.

    Pero Reich continuó aferrado a su idea: la felicidad de la humanidad se alcanzaría cuando se garantizase a todos un orgasmo frecuente. Esta postura, además de su aproximación a la izquierda partidista, lo hizo sospechoso en el interior de la Sociedad Psicoanalítica (ocupada en una búsqueda desesperada de aprobación cultural y social) y le costó la expulsión.

    Mientras tanto, comenzó a considerar la energía sexual (la libido freudiana) como una energía cósmica presente en el Universo, que era posible canalizar a través de los órganos genitales; llamó a esta energía “orgónica”. Llegado a Estados Unidos en 1939, comenzó a realizar experimentos para curar los tumores mediante la energía orgónica canalizada especialmente mediante jaulas metálicas.

    Este psicoanalista semi-desconocido es la encrucijada de muchísimas tendencias revolucionarias que, nacidas en el siglo XX, han explotado en el nuevo milenio

    En 1941 fue detenido por el FBI como “amenaza para la seguridad de los Estados Unidos”. En 1947 fue investigado por la Food and Drug Administration (FDA) [organismo público de inspección de alimentos y fármacos] por fraude, violencia sobre menores y agresiones de trasfondo sexual.

    Los años siguientes los pasó buscando ovnis que volaban sobre su finca, llamada Orgonon. En 1957 fue detenido y encarcelado en una cárcel federal, donde murió poco después de su sexagésimo cumpleaños.

    Este psicoanalista semi-desconocido es la encrucijada de muchísimas tendencias revolucionarias que, nacidas en el siglo XX, han explotado en el nuevo milenio: la educación sexual a edades muy tempranas; la liberación sexual; el vínculo entre revolución y sexualidad; la aversión a toda forma de autoridad, incluida la familiar; la contracepción y el divorcio.

    Muchas de las ideas difundidas por la llamada Escuela de Frankfurt, por ejemplo, nacieron en Reich. Siempre es bueno conocer el origen de las ideologías: sobre todo, sirve para recordar que no nacen espontáneamente, si son simplemente fruto de la época.

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