Nadie que se mueva por una genuina compasión hacia los seres vivos, nadie que se oponga al sufrimiento de un animal, puede desearle la muerte a un nino.
No me pondré filosófica o teológica para recordar la perogrullada de que la distancia entre un animal y un hombre debe ser inconmensurable o no hay esperanza para la civilización.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraSeré más ‘biológica’: esos animales que más que amar parecen venerar están más cerca de los que se indignan con los animalistas que con los propios animalistas, al menos en esto: todos prefieren a los individuos de su especie.
Los animalistas no aman especialmente a los animales, del mismo modo que los grupos feministas no existen esencialmente para defender la igualdad de la mujer
Los animalistas no aman especialmente a los animales. Estamos virtualmente rodeados de gente que ama a los animales que ni en sueños se haría llamar animalista ni centraría su vida en esa causa. Yo misma, por citar un caso cercano, tengo un perro, un perro estupendo.
Todo se resume en esto: que los grupos feministas no existen esencialmente para defender la igualdad de la mujer, ni los ecologistas oficiales tienen como primer objetivo la supervivencia del planeta, ni los colectivos LGTB son, sin más, defensores de las variedades, cada día con novedades, de orientación sexual, y así sucesivamente. No, todos esos grupos son, fundamentalmente, tentáculos de la progresía, organizaciones pantalla de la izquierda.
Veamos el caso que nos ocupa, esta Etxezarraga. Es, por lo que puede deducirse de sus comentarios en Twitter, votante de Bildu.
Es decir, es partidaria de un grupo que nunca ha condenado a ETA y en el que figuran de forma prominente ex miembros de la banda que no se han arrepentido.
Cómo puede ser crueldad inefable matar a un toro -que al menos tiene alguna posibilidad, como saben tantas viudas de toreros-, y no serlo descerrajar un tiro en la nuca a un desconocido por diferencias ideológicas se me escapa.
Salvo, naturalmente, que recordemos la Primera Directiva: son izquierda. Lo de los animales es una derivación, una especialización. Pero nunca votarían con la derecha, nunca admitirían políticas de derechas incluso en lo que nada tenga que ver con su asunto.
Por ejemplo, hace relativamente poco fue el Eid al-Adha, la festividad mayor de los musulmanes. Lo sé porque esos mismos podemitas que solo hablan de la Semana Santa para insinuar que querrían frustrarla se ponen muy cariñosos en redes sociales deseando un feliz Eid a todos los musulmanes, que en España son (aún) una exigua minoría.
Pues bien, en esta fiesta se degüellan miles de corderos. Nada de hacerlo indoloro, nada de métodos rápidos y científicos: a la tremenda. ¿Manifestaciones de los animalistas, indignación en las redes? Va a ser que no.
Otro tanto con el grupo con fiel más fina de la modernidad, los LGTB. España es el país más tolerante y con leyes más favorables al colectivo según todas las tablas y gráficos que he consultado, pero oyéndoles se diría que viven una continua Noche de los Cristales Rotos en versión homófoba.
En cambio, ¿qué sociedades en el planeta son más hostiles a los homosexuales? Las islámicas. ¿Significa eso que los LGBT protestan ante las embajadas de estos países o presionan para que se limite su entrada en España? Al contrario, son muy partidarios del ‘Welcome Refugees!». ¿Cómo se explica? Fácil: porque ante todo son izquierda, y la izquierda los considera un aliado táctico.
¿Hubo una ola de islamofobia en el colectivo LGTB ante el ataque de un musulmán a un club gay, en el que murieron 49 personas?
A principios del verano pasado, hace no tanto aunque se diría que sucedió hace décadas, un musulmán con vinculaciones con IS entró en un club gay y mató a 49 de los allí congregados. 49. Lo escribiré: cuarenta y nueve.
¿Hubo una ola de islamofobia en el colectivo, alguna reticencia, al menos, a seguir importando inmigrantes de esos países? Al contrario: al día siguiente organizaron diversas marchas por varias ciudades de Estados Unidos y en todas alguna pancarta señalaba al ‘verdadero’ culpable: Trump.
De Trump se puede sospechar que sea machista, y aunque estar contra la inmigración ilegal no debería tener nada que ver, también se le puede considerar vagamente xenófobo.
Pero no se le conoce el menor comentario, la más pequeña insinuación negativa contra las homosexuales. Sencillamente, Trump está en la trinchera contraria, no hay más.
Yo animaría muy seriamente a no tomarles en serio. A mirar a los animalistas y ver un grupo de izquierdas más, a mirar a los LGTB, los ecologistas, los feministas, etcétera y ver la pantalla de la izquierda que son en realidad. Al menos mientras sus clamorosas contradicciones así lo indiquen.
Y, ah: Adrián, te vas a curar.