Comenzó un sínodo ordinario con mucho de extraordinario, por el revuelo mediático que rodeaba a sus puntos más polémicos. Con el intento de Arcoiris y otros grupos del lobby gay por marcar la agenda del evento, con la “salida del armario” del cura polaco Charamsa.
Tres semanas después, la cita del Papa y los padres sinodales acabó sin que la doctrina sobre el matrimonio y la eucaristía haya variado ni un ápice.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn ningún momento el texto final dice que los divorciados vueltos a casar sean admitidos en la Eucaristía, aunque si habla de que el “discernimiento y acompañamiento orienta a estos fieles tomar conciencia de su situación ante Dios”.
Y les pide a esos divorciados vueltos a casar que “hagan examen de conciencia”, y que esas parejas “sean informadas” sobre “la posibilidad de recorrer el proceso de nulidad del matrimonio”. Pero no dice que la comunión pueda darse a los divorciados vueltos a casar.
Tampoco han faltado las apelaciones del Papa Francisco, en su discurso final, a la misericordia recordando que la Iglesia “no es solo de los justos y de los santos”, sino también “de los pecadores en busca de perdón”.
Sobre los divorciados vueltos a casar
La Relatio final dice textualmente:
“El camino de discernimiento y acompañamiento orienta a estos fieles tomar conciencia de su situación ante Dios. El coloquio con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre lo que dificulta la posibilidad de una participación más plena en la vida de Iglesia y los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer”
Y rechaza que haya alguna gradualidad en la ley de Cristo sobre la indisolubilidad del matrimonio:
“Teniendo en cuenta que la misma ley no hay gradualidad, este discernimiento no podrá nunca prescindir de las exigencias de la verdad y de la caridad del Evangelio propuesto por la Iglesia. Para que esto suceda, se garantizan las condiciones necesarias de la humildad, la confianza, el amor a la Iglesia y su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y el deseo de lograr una respuesta más perfecta”.
No es equiparable unión homosexual con matrimonio
El sínodo también ha sido muy claro al rechazar cualquier legislación que equipare, “siquiera remotamente”, a las uniones homosexuales con el «matrimonio».
Textualmente la Relatio señala:
“No hay fundamento alguno para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotamente, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios para el matrimonio y la familia”.
El Sínodo considera inaceptable que las iglesias locales sufran presión al respecto y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países en desarrollo a la introducción de leyes que establecen el «matrimonio» entre personas del mismo sexo.
Rechazo del aborto y los anticonceptivos
El Papa y los obispos han ratificado la doctrina contenida en la encíclica Humanae Vitae (1968) de Pablo VI que condena los anticonceptivos y el aborto.
“La elección de la paternidad responsable presupone la formación de la conciencia, que es ‘el núcleo más secreto y el sagrario, donde está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella’ (GS, 16). Cuanto más trate la pareja de escuchar en su conciencia a Dios y sus mandamientos (cf. Rom 2:15), y sean acompañados espiritualmente, su decisión será más íntimamente libre de una arbitrariedad subjetiva y ajustada a las formas de comportamiento de su entorno”
(….) la Iglesia rechaza con todas sus fuerzas las acciones de ejecución del Estado en favor de la anticoncepción, la esterilización e incluso el aborto.
Se fomentará el uso de métodos basados en ‘ciclos naturales de la fertilidad’ (Humanae Vitae, 11).
Se pondrán de relieve que ‘estos métodos respetan el cuerpo de los esposos, fomentan el afecto entre ellos y favorecen la educación de una libertad auténtica’ (Catecismo, 2370).
Cabe destacar más que los ninos son un regalo maravilloso de Dios, una alegría para los padres y para la Iglesia. A través de ellos el Señor renueva el mundo”
Una mano tendida al pecador
Esa firmeza en la doctrina, no es incompatible con el amor hacia el pecador, no para rebajar la exigencia moral sino para tenderle la mano y facilitarle la comprensión.
Así lo subrayó el Papa Francisco en el discurso final del Sínodo al recordar que «el primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas, sino proclamar la misericordia de Dios, de llamar a la conversión y de conducir a todos los hombres a la salvación». Unas palabras que merecieron el aplauso unánime de todos los padres sinodales puestos en pie.