Los preceptos de la Santa Madre Corrección Política

    Hay que creer en la igualdad de hombres y animales o en el paraíso que hemos perdido con la derrota de Hillary.

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    Manifestación en Alcorcón contra David Pérez
    Manifestación en Alcorcón contra David Pérez / YouTube

    Al alcalde de Alcorcón lo han puesto a caer de un burro por unas declaraciones en las que decía que algunas feministas eran unas amargadas. David Pérez cometió el sacrilegio de cuestionar el feminismo, esa ideología que ha hecho menos mujeres a las mujeres pero que es uno de los dogmas que defiende la Santa Madre Corrección Política.

    El alcalde pidió disculpas por esas afirmaciones, pero algunas mujeres con cara amargada y algunos hombres devotos de la Santa Madre Corrección Política se echaron a la calle el pasado fin de semana para pedir su cabeza. Los feligreses de la Santa Madre Corrección Política son tremendamente observantes y no permiten que nadie peque siquiera levemente contra cualquiera de sus preceptos.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    Además, no perdonan una; son fieles seguidores de aquello de “el que la hace, la paga” y, por tanto, no admitieron las palabras de reconciliación del regidor de Alcorcón. Aquí no vale aquello del dolor de los pecados y propósito de la enmienda. Más bien, que cada palo aguante su vela.

    Ellos están ciegamente convencidos de sus dogmas y jamás permitirán que los herejes que los contradigan salgan vivos

    Los partidarios de esta religión han puesto en marcha una implacable Inquisición y queman en la hoguera de las redes sociales y del escarnio público a todos aquellos que infringen sus mandamientos, por pequeños que sean. Ellos están ciegamente convencidos de sus dogmas y jamás permitirán que los herejes que los contradigan salgan vivos.

    Algunas de las herejías más perseguidas son las que cuestionan el aborto y defienden la vida, o las que afirman que es posible sanar las heridas emocionales que desencadenan la homosexualidad, o la de los padres que quieren elegir la educación de sus hijos sin someterse al rodillo uniformador del Estado, o la de aquellos que quieren vivir públicamente sus convicciones religiosas con naturalidad y sin meterse con nadie. Y, por supuesto, el feminismo más radical e intransigente.

    Estos nuevos fariseos tienen larguísimas filacterias y un credo que regula hasta el último detalle. Hay que creer en la igualdad de hombres y animales, en el derecho de un nino de cuatro años que dice que quiere ser una niña, en los 17 tipos distintos de géneros para que cada uno pueda elegir, en el cambio climático provocado por el hombre, en las teorías neomaltusianas y en el paraíso que hemos perdido con la derrota de Hillary.

    Los feligreses de la Santa Madre Corrección Política son mamporreros y bravucones, y hay que reconocer que tienen bastante éxito. Son millares los aterrados seguidores que profesan con absoluta devoción los postulados de esta religión, y muy pocos los que se atreven a contradecirla. Por eso, sin duda, es el credo mayoritario de nuestra sociedad actual.

    El populacho que ayer pedía que se quemara al hereje brama hoy en Twitter contra los que han transgredido los preceptos de la Santa Madre Corrección Política

    No, nunca ha sido fácil resistirse a la Santa Madre Corrección Política. El hombre no ha cambiado. El populacho que ayer pedía que se quemara al hereje por romper la ley de Dios es el mismo que brama hoy en Twitter contra los que han transgredido los preceptos de la Santa Madre Corrección Política. Mismo perro con distinto collar. Cuesta trabajo decidir cuál de las dos inquisiciones, si la de hace 500 años o la de hoy, es más rigurosa.

    A los partidarios de la Santa Madre Corrección Política los encuentras en todos los foros, ambientes y partidos políticos. Los que se manifestaron contra David Pérez portaban banderas de Podemos, pero la propia Cristina Cifuentes, una de las mayores profetisas de dicha religión y escrupulosa cumplidora de sus preceptos, se apresuró a desacreditar a su compañero de filas. Puede más la unión de credo que la unión de partido.

    Hay un punto más sobre los fieles de esta religión. Son implacables, sí, pero hacen la vista gorda si el infractor es uno de sus feligreses. Cuando Pablo Iglesias habló de que “azotaría hasta que sangrara” a una presentadora de televisión, los inquisidores miraron hacia otro lado, al igual que cuando un vicepresidente de la Junta de Andalucía alabó públicamente “las tetas de una consejera”. Los ejemplos abundan, pero no es cuestión de aburrir al lector.

    Hoy, como ayer, fariseos y sepulcros blanqueados. El hombre no ha cambiado.

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