Juan Bonilla Goyzueta no es uno de los mártires oficiales de Cataluña porque murió a manos de los ‘descontrolados’ de Lluís Companys.
Sí, las hordas que entre julio de 1936 y mayo de 1937 impusieron su ley sembrando de muertos las calles catalanas, todo ello bajo el mandato del presidente de la Generalidad catalana.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEse fue el trágico final del fiscal general de Cataluña Bonilla Goyzueta, que al poco de estallar la Guerra Civil recibió la inesperada visita de los presos que Lluís Companys tuvo a bien liberar y proveer de armas para luchar contra los sublevados.
Un cocktail fatal porque además tenían sed de venganza: Bonilla, como fiscal, había enviado a prisión a muchos de ellos.
Con esta carta de presentación la revolución irrumpió en el Palacio de Justicia (salón Víctor Pradera, hoy, ironías del destino, llamado Lluís Companys) en el que Bonilla vivía con su familia. Le encontraron rezando el Rosario y eso desconcertó a sus verdugos. «Soy cristiano, y cristiano pienso morir», les respondió firme Juan.
Los milicianos le arrojaron a culatazo limpio por las escaleras, quedó gravemente herido y tres días después moriría por los múltiples golpes y heridas.
«Mi bisabuelo fue matado indirectamente por Companys, que sacó a muchos criminales de la cárcel y les dio armas, eso es de mala persona», asegura 80 años después para Actuall, la bisnieta
«Mi bisabuelo fue matado indirectamente por Companys, que sacó a muchos criminales de la cárcel y les dio armas, eso es de mala persona», asegura 80 años después para Actuall, la bisnieta del fiscal, Mercedes Puiggrós.
Nadie en la Barcelona de los años treinta podía hablar mal de Bonilla. «Jamás aceptó un soborno», señala su bisnieta. Y eso que ocasiones tuvo de hacerlo. «Mi madre veía los muchos regalos que llegaban y cómo su abuelo los devolvía todos».
Lo que tanto tiempo después chirría es que Companys sea considerado una figura admirable por el nacionalismo catalán.
«Es lo mismo que pasa con Rafael Casanovas, al que homenajean sin saber quién fue. Si supieran la verdadera historia de Companys quedarían ‘esgarrifats’ (horrorizados).