Según un reciente informe de la Policía, los ataques en Suecia con granadas han aumentado a casi el triple en 2016 sobre 2015: de 10 a 25 el pasado año. El aumento puede impresionar, pero lo más llamativo es que la Policía se vea obligada a hacer un recuento de los ataques con granadas en su país.
Los explosivos de mano son un instrumento muy querido por las bandas criminales porque son baratas, efectivas, y no dejan rastro. Estas armas, hagan el recorrido que hagan, suelen acabar en el barrio de Malmö, en el que la violencia callejera es permanente. El pasado 27 de febrero encontraron dos granadas de mano en una papelera en frente de la comisaría de policía, en Kista, una pedanía de Estocolmo.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.
Suscríbete ahoraAunque las granadas son difíciles de rastrear, su efectividad es más incierta que una bala lanzada con la dirección adecuada. Este sábado, un hombre resultó muerto y otro herido en Malmö tras producirse un tiroteo. Los asesinos huyeron del lugar en bicicleta, según varios testigos. Se trata del decimoquinto asesinato en Malmö desde febrero de 2016, y es un ejemplo más de la violencia de las bandas. Cada quince días, aproximadamente, se produce además un homicidio.
El índice de criminalidad en Malmö es de 3,4 asesinatos por cada 100.000 habitantes, un dato que no parece muy alto visto desde los Estados Unidos, pero que sí lo es mirado desde Europa. Más que dobla el índice de Estocolmo.
La violencia no se limita a Suecia. En Dinamarca 300 personas propagaron el caos a su paso por las calles de Copenhague
Los problemas con la integración de los inmigrantes no se limitan a Suecia. Dinamarca, otro país nórdico, ha vivido recientemente una batalla campal. El primer día de marzo tres centenares de personas, entre inmigrantes y grupos de izquierda fueron dejando el caos a su paso por las calles de Copenhague. Restaurantes, bancos, tiendas… Formaban parte de una manifestación por el décimo aniversario de la ‘desokupación’ del edificio Ungdomshuset, que se convirtió en una demostración de fuerza frente a la Policía. Luego se atrincheraron en un centro juvenil. La Policía tuvo que recurrir a excavadoras y vehículos especiales para abrirse paso y obligar a los intrusos a salir del edificio. Desde dentro lanzaban tuercas con hondas, así como adoquines y botellas contra las fuerzas anti disturbios. Al final, las fuerzas policiales lograron desalojar el edificio,
El episodio de Dinamarca sólo tiene que ver en parte con los fenómenos de violencia que aquejan a Suecia, pues el motivo de las protestas tiene que ver con la gestión de un espacio público, y sólo una parte de los manifestantes violentos procedían de fuera del país. Pero tampoco se puede desgajar por completo.
En Suecia, los conflictos de este tipo se producen muy habitualmente en barrios de inmigrantes en los que la política no ha logrado que funcione la inmigración. Es muy posible que en ese fracaso de la integración la responsabilidad no sea toda de la sociedad o de los políticos del país de acogida.
El informe sobre el por qué de esta violencia recoge la labor de proselitismo de los Hermanos Musulmanes
El gobierno ha elaborado un informe que aborda la cuestión, y sus conclusiones son bastante claras, según recoge la prensa internacional. El informe, de la Agencia de Contingencias Civiles del Ministerio de Defensa, recoge la labor de proselitismo de los Hermanos Musulmanes.
Su estrategia pasa por crear lazos entre los musulmanes llegados al país, y oponer esas relaciones trabadas, y encauzadas por las mezquitas, a las instituciones del país. De hecho, según recoge Breibart, buscan una confrontación con la sociedad sueca.
El informe también recoge que esta situación se facilita por los valores del país, que inciden en el intento por aceptar a las personas procedentes de otras culturas. Pero lo que resulta clave, según el informe, son los mecanismos de freno a cualquier discusión seria sobre los problemas que se puedan vincular a su presencia en el país.
Cualquier crítica puede ser entendida como una vulneración de “los derechos religiosos», y los críticos “corren el riesgo de ser llamados ‘racistas’ o ‘islamófobos’, y tales clasificaciones ponen en peligro la carrera de dichas personas», señala el informe. La espiral de silencio es la zona oscura en la que los Hermanos Musulmanes traban su red de relaciones entre musulmanes. Así, el fracaso de la integración estaría buscado por esta organización, y permitido por las instituciones y la sociedad suecas.