Hay pocas personas que conozcan Madrid mejor que José María Blanco Corredoira. Y no hablamos de encontrar cualquier calle sin usar el GPS, que también, sino de conocer los puestos del Rastro al dedillo o los lugares exactos de la Casa de Campo donde aún es posible encontrar balas y trozos de proyectiles de la Guerra Civil.
La guerra y Madrid son dos de sus grandes pasiones -amén de la tauromaquia y el flamenco-, y quizá por eso se fijó en Otto Skorzeny para escribir «Objetivo Skorzeny” (La Esfera de los libros), la novela histórica sobre uno de los personajes más fascinantes de la Segunda Guerra Mundial, que acabó sus días en la capital de España.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraCoronel de las Waffen SS, casi dos metros de altura y una cara cortada por un duelo a esgrima durante su juventud en Viena, protagonizó uno de los episodios más increíbles de la guerra: el rescate de Benito Mussolini en el Gran Sasso.
Un golpe a los aliados que, años más tarde, le colgarían la etiqueta de ‘hombre más peligroso de Europa’.
Blanco Corredoira ha tenido acceso al impresionante archivo que la viuda de Skorzeny -Ilse- logró mantener tras la muerte de su marido y que hoy está en poder de Luis Pardo.
De ahí y de un viaje a California a finales de los 90 surge la idea de rescatar la gesta del grandullón austriaco en la novela histórica que en realidad es la segunda parte de la trilogía de la Cruz de Hierro que comenzó con «Añoranza de guerra”.
¿Por qué le fascina Skorzeny?
A todos los aficionados a la Segunda Guerra Mundial y a la historia nos fascina este personaje que salta a la fama mundial por el rescate de Mussolini. Fue un rescate de leyenda en el Gran Sasso, lugar que visité en mayo de 2016. El hotel en que estaba encerrado Mussolini, el Gran Sasso Campo Imperatore, está igual que cuando fue rescatado en 1943. Fue un hecho fascinante, comparable a la operación de comandos que acaba con la muerte de Bin Laden. Y sobre todo porque en aquella época era muy novedosa la participación de las fuerzas de operaciones especiales.
¿Qué papel desempeñó Skorzeny en el rescate?
Fue una operación de los paracaidistas donde Otto Skorzeny se encargó de investigar el paradero de Benito Mussolini. Su papel fue brillante y fue el primer oficial que se presenta ante Mussolini, y el propio Mussolini entiende que Skorzeny es el rescatador y lo acompaña hasta el propio cuartel general de Hitler.
Aquello le catapultó para siempre.
En realidad Skorzeny no era un cualquiera, era el jefe de comandos de operaciones especiales de Alemania, una unidad novísima. Fue reclutado personalmente por Hitler junto al general Kurt Student. Sorprende el arrojo y atrevimiento de Skorzeny por las cosas que le dijo a Hitler. Por este rescate recibe las máximas condecoraciones y reconocimientos de Hitler y Mussolini, pero años más tarde también de Nasser, Husein de Jordania, Stroessner, Perón… Es una personalidad fascinante.
«En la época de lo políticamente correcto Skorzeny no es un personaje del agrado de la mayoría de los públicos»
Pero no sólo participó él en el rescate.
Es cierto que no es el único, es uno más entre los oficiales que llevan a cabo la gesta. Pero los públicos sólo tienen sitio para un sólo hombre. Ya sea Amundsen, Robert Scott, Edmund Hillary… No podemos saber los nombres de todos los que tuvieron mérito en la hazaña, había más oficiales que tenían mérito.
Si no hubiera habido guerra, no existiría el mito Skorzeny. ¿Es un personaje, por tanto, proscrito para nuestros tiempos?
Efectivamente. En la época de lo políticamente correcto Skorzeny no es un personaje del agrado de la mayoría de los públicos. Es el arquetipo del guerrero audaz, del condotiero moderno, del aventurero, del hombre de operaciones inverosímiles, y él mismo fue su mejor propagandista porque escribió sus memorias y se convirtieron en ‘best sellers’. Además tuvo éxito en todo aquello que hizo, como en los negocios cuando se estableció en España tras la guerra.
Su biografía es espectacular: además del famoso rescate sobrevivió a un accidente de avion en el mar de Córcega y escapó de un campo de desnazificación en la posguerra. Luego se establece en España con contactos a altísimo nivel. Skorzeny es por méritos propios una figura mundial.
¿Fue un protegido del régimen de Franco?
El ministro de Exteriores se preocupa mucho cuando se entera de que Skorzeny llega a España, pero tenía el favor y la simpatía de personalidades como Girón, el Conde de Mayalde o Leon Degrelle. También de Víctor de la Serna (el último de los irreductibles que defendió los ideales nacionalsocialistas). Es precisamente Víctor el que le facilita las relaciones con el conglomerado de sociedades alemanas que explotaron sus negocios en España. Skorzeny se gana la simpatía de todos estos personajes, pero nunca tuvo hilo directo con Franco.
Tras “Añoranza de guerra” y “Objetivo Skorzeny”, ¿va a seguir indagando en la Segunda Guerra Mundial?
Me gustaría terminar esta ‘trilogía de la cruz de hierro’. En las dos portadas aparece la cruz de hierro. En la primera novela aparece una cruz de segunda clase que me regaló un divisionario. En esta segunda es una cruz de caballero de cruz de hierro con hojas de roble. La cruz de hierro representa la fascinación que sentimos muchos por el ejército alemán de aquella época, no por sus ideales. Ojalá sea capaz de escribir otro libro en esta línea, pero no sé si será el próximo.
¿Es más difícil resaltar la heroicidad de los que perdieron la guerra?
Creo que hay una corriente mayoritaria de lo políticamente correcto que desprecia y silencia el papel de las grandes figuras del Eje, pero no se puede evitar que hombres como Hans-Ulrich Rudel, Skorzeny o el mariscal Rommel sean admirables en muchos aspectos. Hay mucho aficionado que sabe distinguir perfectamente el trigo de la paja.
«No es verdad que Skorzeny colaborara con el Mosad, fue fiel a sus ideas aunque en la posguerra lo único que le preocupó fue hacer negocios»
¿Era Skorzeny, más allá del hombre de acción, un hombre de ideas?
Hemos tenido acceso a la agenda personal de Skorzeny, que es la prueba palmaria de que se sentía íntimamente ligado a lo que yo llamo los irreductibles del búnker: la secretaria de Hitler, el edecán de Hitler, Karl Donitz, al hermano de Martin Bormann, a Leni Riefenstahl, a Hanna Reitsch… Las cartas de pésame que recibe su viuda son la constatación de que él se sintió en íntima camaradería con todos ellos hasta el final de sus días.
¿Es cierto lo que se ha publicado los últimos años de que colaboró con el Mosad?
Hoy algunos suscitan la sospecha de que Skorzeny colaboró con el Mosad. El encuentro del Mosad con Skorzeny en Madrid está tratado en la novela. Varios periodistas e historiadores israelíes dan nombres y apellidos sobre un encuentro absolutamente inverosímil, yo sostengo que no se produjo tal encuentro.
¿En qué se basa?
En que hace años conocí en Los Ángeles a un argentino nacionalizado israelí que fue parte del grupo de hombres del Mosad que llegaron a Madrid con el equipo de rodaje de «El Cid campeador» para seguir los pasos de Skorzeny. Además tenemos documentos que nos hacen ofrecer la más verosímil de las tesis: Skorzeny pudo facilitar al Mosad algún nombre sin importancia de ingenieros que estaban en Egipto colaborando con el programa armamentístico de Nasser. Pero la realidad es que Skorzeny fue fiel a sus ideas, más allá de que después de la guerra lo único que le preocupó fue hacer negocios.
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Entrevista realizada a: José María Blanco Corredoira