Carta abierta al médico que logró la desconexión de Charlie Gard, un bebé de ocho meses

    La muerte del bebé de ocho meses Charlie Gard por orden de la justicia supuso la indignación de muchos médicos, entre ellos uno que ha escrito una carta para recordar a su compañera cuál es su misión como médicos.

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    Charlie Gard será desconectado de su soporte vital por orden de un juez contra el criterio de sus padres.
    Charlie Gard fue condenado a muerte por orden de un juez contra el criterio de sus padres.

    Aunque Charlie Gard nació hace apenas ocho meses, su vida no pudo pasar de ahí debido a dos motivos: el primero es que padece Síndrome de Agotamiento Mitocondrial, una enfermedad genética de bajísima prevalencia que comparte con otros 15 ninos en todo el mundo.

    El segundo es la Justicia británica, que consideró que los esfuerzos de sus padres por sacar adelante a su hijo a pesar de la enfermedad no merece la pena y accedió a la petición de los médicos del hospital pediátrico Great Ormond Street para desconectar el soporte vital de Charlie.

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    Una decisión que indignó a miles de médicos y millones de personas en todo el mundo a pesar de que el juez tomó esta decisión «con el mayor de los pesares» -y «la mayor de las convicciones»-.

    Pero entre los indignados hay un médico que ha escrito una carta abierta a su colega, ese que pidió al juez la desconexión del bebé de ocho meses. Por su interés, reproducimos esa carta:

    «Estimado colega,

    ¿Te acuerdas de aquello que se promete cuando se es médico, de servir a la vida y no pretender ser los que definimos sus tiempos? ¿Estás enterado de la razón de ser de los cuidados paliativos, que buscan el bienestar de los enfermos sin alargar pero tampoco sin acortar la vida? es decir, no puedes justificar tu acto de eutanasia argumentando que es una medida de cuidado paliativo; porque son dos cosas totalmente distintas.

    ¿Por qué involucrar a la justicia en un asunto que se resuelve con una adecuada relación médico y enfermo y en este caso también con su familia?

    ¿Será que la opinión de esos padres no te importó y querías llevar a cabo lo que a ti te pareció?

    ¿Será que la opinión de esos padres no te importó y querías llevar a cabo lo que a ti te pareció? ¿Sabías antes de tomar esa decisión el grave daño que le hacías a esos padres y esa familia?

    Ciertamente que la muerte es inevitable y muchas veces presenciamos el sufrimiento de una familia por la pérdida de un ser querido, pero, en este caso, ¿no es más traumático y doloroso sumarle este daño al que de por sí ya sufrían estos padres?

    Hablas que el nino sufría “innecesariamente” ¿Qué te hace pensar que el dolor y el sufrimiento no tiene también aspectos importantes en la vida del hombre? ¿Eres de los que crees que el hombre puede vivir evitando el sufrimiento perpetuamente? Te recuerdo que lo más propio del hombre es su realidad de limitación y que durante su vida está expuesto a sufrimientos que muchas veces lo hacen crecer y ser mejor.

    No me corresponde a mí juzgar tus acciones, creencias, opiniones acerca de cómo ejerces la medicina, pero una cosa es cómo tu hayas decidido vivir tu profesión y la otra es que hay límites, especialmente cuando se atropella la autonomía, la opinión de tu paciente, y en el caso de este nino, la de sus padres.

    Finalmente, querido colega, te quiero recomendar que pienses en estas palabras que el Papa Francisco le dirigió a un grupo de médicos: «El pensamiento dominante propone a veces una ‘falsa compasión’: la que se presenta como una ayuda a la mujer el favorecer el aborto; como acto de dignidad procurar la eutanasia; como una conquista científica ‘producir’ un hijo considerado como un derecho y no como un don; o usar vidas humanas como conejillos de Indias para salvar presumiblemente a otras.

    Papa: «La misión de los médicos los pone cada día en contacto con tantas formas de sufrimiento: los aliento a hacerse cargo de ellos como ‘buenos samaritanos’»

    La compasión evangélica, sin embargo, es la que acompaña en el momento de la necesidad, es decir la del Buen Samaritano, que ‘ve’, ‘se compadece’, se acerca y ofrece ayuda concreta. (Lc 10,33). La misión de los médicos los pone cada día en contacto con tantas formas de sufrimiento: los aliento a hacerse cargo de ellos como ‘buenos samaritanos’, cuidando de forma especial a los ancianos, a los enfermos y a los discapacitados. La fidelidad al Evangelio de la vida y al respeto de la misma como don de Dios requiere a veces opciones valientes y contracorriente que, en particulares circunstancias, pueden llegar a la objeción de conciencia”

    Dios te bendiga y te ilumine con el don de la Sabiduría, para que en adelante, sepas tomar decisiones que busquen el mayor bien, aunque sea más difícil, aunque te cueste un mayor compromiso».

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