El ambiente social, el debate público, ahora se llama ‘environment’, que antes significaba sólo medio ambiente. Parece que los seres humanos fuéramos ovejas o conejitos. Y la verdad es un cambio muy adecuado a la vista de cómo se desarrolla el debate de ideas en Europa y Estados Unidos desde hace unos años.
Yo represento el debate público como una inmensa sala a la que va entrando gente y más gente, pero donde una especie de acomodadores ordena silencio absoluto. Por los altavoces, en vez de un hilo musical, se escuchan reprimendas o soflamas: “la humanidad es un virus para el planeta”, “soy mujer, luego no puedo ser miembro del Sistema”, “los inmigrantes vienen a pagarnos las pensiones”, “el aborto reducirá el calentamiento global”, “España es el segundo país del mundo con más desaparecidos”, “las fronteras son violencia”…
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraVan armados con unas pegatinas escarlatas que colocan en el pecho de los que les desobedecen y que rezan “machista”, “homófobo”
Esos acomodadores vigilan que los presentes no hablen entre ellos, ni se rían. Van armados con unas pegatinas escarlatas que colocan en el pecho de los que les desobedecen y que rezan “machista”, “homófobo”, “populista”, “islamófobo”, “patriarcal”, “capitalista”, “taurino”, “mercenario de las petroleras”, “fascista”, “cazador”…
Sin embargo, hace unos meses se vivió una alteración. Cuando seguía entrando más gente, los sermones subían de volumen y el sudor empapaba las ropas, irrumpió en el salón un señor de pelo naranja y que gritó: “¡Jo… robar, qué calor hace aquí! ¡Abrid las ventanas, panolis, que nos vamos a asar!”. Y ante el asombro de todos empezó a abrir las ventanas; mientras entraba el aire fresco, se sacó una petaca de la chaqueta y se pegó un lingotazo. Cuando concluyó el trago volvió a gritar a los acomodadores: “¡Vosotros, pasmarotes, traed unas cervezas y unas hamburguesas, que hay hambre y sed!”.
Éste es Donald Trump.
Discutidores legítimos o excluidos
Desde hace años, en España y en todo Occidente hay discutidores legítimos y discutidores excluidos del debate público. Hay ideas aceptadas e ideas prohibidas; quienes promueven las primeras ascienden en el aparato intelectual y funcionarial del Estado y quienes se adhieren a las segundas son expulsados a las periferias.
Ningún diputado votó contra la proposición de exhumar el cuerpo de Francisco Franco del Valle de los Caídos cuando bastaba recorrer Twitter para comprobar que alguna oposición había
La lista de temas prohibidos y de ejemplos es interminable. Así, ningún diputado votó contra la proposición de exhumar el cuerpo de Francisco Franco del Valle de los Caídos cuando bastaba recorrer Twitter para comprobar que alguna oposición había. Ni ningún medio de comunicación catalán –entiendo por tales los subvencionados por la Generalitat- rechaza el ‘derecho a decidir’, aunque en torno a la mitad de la población lo haga.
En un artículo que escribí en Actuall con motivo de la eutanasia, mostré mi enfado por que El País pidiera “intensificar el debate” sobre este asunto cuando nunca ha publicado un artículo contrario a matar a los enfermos bajo la máscara de la autonomía de la voluntad.
Quien duda del dogma laico del calentamiento global por causas humanas, aunque aduzca datos y no pronósticos, es desacreditado, expulsado de la universidad en caso de ser científico y tachado de ‘negacionista’, otro simpático epíteto que pretende impedir la discusión.
Hay un pensamiento único al que se tienen que someter todos los que quieran tener poder en esta sociedad
¿Recuerda, amigo lector, cuando Rajoy puso en duda la teoría sobre el cambio climático, antes de ser presidente del Gobierno? Unos pocos años después, rectificó y lo elevó a la categoría de “mayor reto ambiental”. Se desconoce por qué un hombre tan soberbio como él cambió de opinión, ya que no se lo explicó ni a sus votantes y ningún periodista ni diputado se ha atrevido a preguntárselo. Hay un pensamiento único al que se tienen que someter todos los que quieran tener poder en esta sociedad. “Todo esto te daré si te pones de rodillas y me adoras.”
Ahora Trump ha retirado a Estados Unidos de Acuerdo de París –que no contiene más que buenas declaraciones, sin compromisos reales- y los ‘discutidores legítimos’ han estallado de ira. No me sorprendería saber que se está preparando una especie de juicio de Núremberg para Trump.
La izquierda defiende a la CIA
El presidente de EEUU está siendo un escándalo permanente para el ‘establishment’. Cumple las promesas gracias a las cuales ganó las elecciones, lo que es una ofensa para Rajoy, Sarkozy, Hollande y Cameron. Con su nombramiento de Neil Gorsuch como magistrado del Tribunal Supremo, como escribió Ignacio Ruiz Quintano, “aplaza la hegemonía progre por un cuarto de siglo”.
Baja los impuestos (más libertad para los ciudadanos) y reduce el tamaño del Estado socialdemócrata (menos poder para ONG y lobbies). Exige a sus aliados de la OTAN que cumplan sus compromisos y paguen parte de la factura. Hace que los progres de dos continentes defiendan a la CIA y se asusten del peligro ruso…
Pase lo que pase en lo que queda de su presidencia, Trump ya tiene el mérito de ser el único hombre con poder que se ha atrevido a orear el panorama de las ideas dominantes
Pase lo que pase en lo que queda de su presidencia, Trump ya tiene el mérito de ser el único hombre con poder que se ha atrevido a orear el panorama de las ideas dominantes. La que llamó John Carlin “la elite cosmopolita que lee diarios como El País o escribe en ellos” no soporta la disensión por parte de alguien a quien no puede acallar ni censurar. Porque esas ideas, ‘sus’ ideas -gracias a las que tiene poder sobre los demás-, son tan endebles y antinaturales que necesitan del miedo para imponerse. Y, por ello mi alegría, las novedades en ideas y en política que ocurren en Estados Unidos acaban llegando a todo el mundo, como la Coca-cola.
Si se resquebraja la corrección política en California, ¿cómo va a resistir la Complutense?
Sólo por ver a los progres, los periodistas y los meapilas rabiar, gritar y santiguarse cada vez Trump manda un tuit –incluso con erratas, como ‘covfefe’– ha merecido la pena su victoria. Gracias, Señor. Gracias ciudadanos de Ohio, Florida y Michigan.