A la derecha, Bruno Gulotta; a la izquierda, junto a sus compañeros de la revista Tom's Hardware

Se fue de este mundo dando la vida por su hijo mayor. Bruno Gulotta paseaba junto a su mujer y sus dos hijos –Alessandro, siete años, y Aria, siete meses- por La Rambla la fatídica tarde del jueves.

La madre llevaba en la mochila portabebés a la pequeña mientras que Alessandro iba de la mano de su padre. Esta familia del norte de Italia visitaba Barcelona como hacen tantos turistas en estas fechas.

Algunas personas creen que La Sexta da información.

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De pronto una furgoneta perturbó la tranquilidad de los que paseaban al invadir la zona peatonal de La Rambla. Bruno se enfrentaba al momento más dramático en sus 35 años de vida: huir y salvar su vida o proteger la de los suyos.

Tuvo poco tiempo para decidirlo, pero su reacción no deja lugar a la duda: Bruno cubrió con su cuerpo a su hijo Alessandro para salvarlo de una muerte segura. Murió al ser arrollado por la furgoneta que conducía el yihadista, pero al menos su hijo sigue con vida.

Un equilibrio envidiable

La tragedia podía haber sido mayor, pero Martina de 28 años, logró salir ilesa. Precisamente fue ella la que llamó a los compañeros de trabajo de su marido -director de marketing de Tom’s Hardware, revista digital especializada en tecnología- para contarles lo sucedido.

Esta familia corriente vive en Legnano, muy cerca de Milán. Bruno llevaba cinco años en la revista y su director, Pino Bruno, lo recuerda como una persona curiosa, atenta y llena de entusiasmo.

Sus compañeros le recuerdan: «Era generoso y con un corazón grande. Sabía cómo compaginar una vida familiar rica con una brillante carrera profesional»

Hoy en la web de la revista se puede leer: «A Bruno, que era un punto de referencia para todos los que le conocimos. Era nuestro pilar. Llevaba siempre consigo un equipo de emergencia para [reparar] ordenadores».

«Era capaz de solucionar cualquier problema, en cualquier momento, aunque no fuera de su especialidad. Bruno era una persona generosa y con un corazón grande. Sabía cómo compaginar una vida familiar rica con una brillante carrera profesional con un equilibrio que siempre le envidiaré».

«Siempre te vamos a recordar. Fuiste un maestro de vida, y te prometo que voy a aprender mucho incluso de tu último acto», concluye el obituario.

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