El puzle europeo: ¿macronización o micronización?

    Gran Bretaña sale de la Unión Europa advirtiendo que sin ella todos pierden; el que gana es Macron que se sitúa en primera línea; y España, ¿cómo encaja en este nuevo puzle europeo?

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    Trabajadores dan los últimos retoques a una figura que representa al presidente francés, Emmanuel Macron, durante las preparaciones del carnaval de Niza
    Trabajadores dan los últimos retoques a una figura que representa al presidente francés, Emmanuel Macron, durante las preparaciones del carnaval de Niza / EFE

    El 7 de mayo de 2017 la BBC publicaba un paternalista artículo explicando que la victoria aplastante de Emmanuel Macron en las generales francesas se debía en primer lugar a la suerte, que anteponía a la astucia, a lo novedoso de sus propuestas, a su actitud positiva y al miedo que daba la ultraderechista Marine Le Pen a cientos de miles de franceses.

    Desde ese día primaveral en que Macron fue elegido presidente de Francia hemos leído decenas de análisis ―e incluso escrito alguno― sobre la transversalidad política y sobre el ‘pospartidismo’ occidental que pretende fusionar lo mejor de la derecha con lo mejor de la izquierda.

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    Sin perder comba, Emmanuel Macron se ha hecho en ocho meses con el bastón de mando de la Unión Europea y raro es el día en que no oímos hablar de alguna de las rompedoras medidas que pretende aplicar en el Viejo Continente el ambicioso político galo.

    Sin abandonar del todo el argumento de la suerte como explicación del fenómeno Macron, la prensa británica pasó a comparar al carismático presidente francés con el ex primer ministro laborista Tony Blair, que en 1997 ganó las elecciones británicas con una mayoría histórica a los 43 años.

    Lo que hoy llamamos transversalidad política asomaba en la capacidad de Blair para cooperar con dos políticos conservadores de otros países

    Recordemos que Blair se saltó las barreras partidistas cuando apoyó al entonces presidente estadounidense George W. Bush ―conservador y aborrecido por la prensa de su país― en su estrategia para derrocar al dictador iraquí Sadam Hussein, con la cooperación del entonces presidente español José María Aznar (también conservador, como es sabido).

    Al publicarse en Reino Unido en julio de 2016 el Informe Chilcot sobre la guerra de Iraq, la decisión más polémica de la ‘década Blair’, el ex primer ministro británico desdeñó las críticas, alegando que volvería a hacerlo, que en aquel momento creía firmemente que Iraq tenía armas de destrucción masiva y que “el mundo es un mejor lugar sin Sadam Husein en él”.

    En todo caso, el germen de lo que hoy llamamos transversalidad política asomaba en la capacidad del político laborista británico para cooperar con dos políticos conservadores de otros países occidentales en una maniobra criticada mundialmente (y en Reino Unido por la izquierda entera).

    Pues bien, una década después de haber salido de Downing Street, Blair conserva intacto el europeísmo con que denunciaba en 2003 que “Francia y Alemania siempre han mangoneado al resto de los países europeos y no están acostumbrados a que nadie les haga frente. Es esencial que Gran Bretaña demuestre que representamos a Europa más que ellos”.

    Todavía un ‘antibrexitero’ feroz, Tony Blair ha empleado su intervención en el Foro Económico de Davos 2018 para lanzarle al presidente Macron el mensaje agorero de que el joven líder de Francia se verá gravemente perjudicado por la onda expansiva de la salida de Reino Unido.

    Blair, embarcado en una campaña para lograr celebrar un segundo referéndum sobre el Brexit, ha acudido a Davos con la intención de conseguir el respaldo europeo para detener la huida de Reino Unido de Europa.

    En el Foro suizo tuvo que responder a la peliaguda pregunta de un periodista francés: ¿Se beneficia Macron del Brexit, dado que Francia parece ser el país líder de Europa?

    “Macron ha protagonizado una entrada notable en el escenario mundial, dando un gran empuje a Francia y llenándola de optimismo”, respondió Blair. “A corto plazo, el contraste entre una Francia reactivada y una Gran Bretaña rezagada mientras debate sobre el Brexit es demoledor”.

    Albert Rivera representa la versión funcional de la política transversal que ha roto con el viejo paradigma izquierda/derecha

    Pero el ex líder británico matizó rápidamente que a largo plazo la versión ‘brexitada’ de Europa acabaría perjudicando a Francia, porque Reino Unido es una de las grandes economías mundiales y sin ella Europa será mucho menos poderosa, especialmente al afrontar el inmenso poder de Estados Unidos y de China.

    Insistiendo en su empeño de celebrar un segundo referéndum sobre Brexit, agregó: “Estamos a tiempo. No nos iremos hasta marzo de 2019 y hasta ese momento, tenemos derecho a reconsiderarnos como país”.

    ¿Y cómo encaja España en este nuevo puzle europeo? El escenario plausible es un eje franco-alemán liderado por Macron con un telón de fondo en el que algunos líderes británicos como Blair sobreactuarán con mayor o menor éxito la convicción anti-Brexit.

    Lo indudable es que Francia llevaba una década en la segunda fila de Europa y con Macron se ha situado en la vanguardia. En España tenemos en esta ocasión un político equiparable al lúcido Macron: Albert Rivera representa la versión funcional de la política transversal que ha roto con el viejo paradigma izquierda/derecha.

    Para que el líder de Ciudadanos pudiera situar de una vez a España en el mapa europeo y mundial, tendría que ganar las siguientes elecciones generales.

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    Periodista, escritora y traductora de inglés de literatura, ensayo y cine. Pasó su infancia entre París y Washington DC. Licenciada en Filología Inglesa, trabajó durante una década el sector cultural, en empresas como Microsoft Encarta y Warner Music. Tiene tres novelas publicadas. Ha traducido al español a clásicos como Dickens, Kipling, Wilde, Poe y Twain. Colabora desde hace décadas en prensa española y latinoamericana. Tras una década colaborando en revistas femeninas como Vogue, Gala y Telva, se inició como columnista en La Razón, labor que continuó en La Gaceta.