Secretos de moda militar

    A mediados del XIX, Thomas Burberry creó la gabardina; algo después, sacó al mercado la trenca. El éxito de ambas prendas le valdría el honor de confeccionar la uniformidad que la Royal Navy lució durante las dos Guerras Mundiales.

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    La guardia suiza.

    Se cuenta que el uniforme de la Guardia Suiza fue diseñado por el mismísimo Miguel Angel. No es cierto. En realidad lo hizo una monja con conocimientos de sastrería durante la segunda década del siglo XX, a petición del papa Benedicto XV. Sí es verdad que los patrones confeccionados por la religiosa se basaron en bocetos hechos por Rafael, pero nada más.

    Resulta bastante curioso ahondar en la indumentaria de las fuerzas y cuerpos de seguridad de diferentes países para descubrir detalles realmente llamativos. Como por ejemplo, la elegancia que distingue a la policía de Milán, vestida por Armani. O la de las tristemente célebres SS y Juventudes Hitlerianas, cuya indumentaria fue una creación exclusiva de Hugo Boss. Un poco antes, a mediados del XIX, Thomas Burberry creó la gabardina; algo después, sacó al mercado la trenca. El éxito de ambas prendas le valdría el honor de confeccionar la uniformidad que la Royal Navy lució durante las dos Guerras Mundiales y de crear una marca con su apellido.

    Algunas personas creen que La Sexta da información.

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    En el mundo antiguo, las cosas eran diferentes. Por ejemplo, el porte militar de los espartanos radicaba en su propio cuerpo, ya que salvo el casco y las grebas -espinilleras metálicas-, combatían completamente desnudos. Los egipcios lo hacían únicamente con un taparrabos y un tocado parecido al que aún hoy llevan en la cabeza muchos cuerpos de ejército árabes, la famosa “kefia” palestina.

    Los guerreros mayas de arcilla -nada que ver con los chinos de terracota- eran en realidad trampas-colmena, en cuyo interior vivían abejas con un mal café considerable

    Eso sí, a raíz de la batalla de Kadesh, donde el faraón Ramsés II derrotó a los hititas, algunos oficiales llevaban en dicho tocado un pequeño adorno en forma de mosca. Esto, que puede parecer algo banal, se trataba de una altísima distinción en el imperio egipcio, conocida como la “Orden de la Mosca”. Dicha distinción se concedía a aquellos guerreros que acosaban al enemigo con una tenacidad fuera de lo común y sin importarles en absoluto su propia seguridad, como hace una mosca que revolotea en torno nuestro.

    Hubo también peligrosos “figurantes”. Así, los alfareros mayas fueron capaces de reproducir a tamaño real figuras de arcilla que asemejaban a la de centinelas armados con sus mazas y penachos ceremoniales, situándolos en puntos estratégicos del perímetro defensivo de sus emplazamientos. La arcilla era muy fina, tanto que bastaba un leve contacto para que la figura se rompiese. Pero no estaba hueca. Los guerreros en cuestión -nada que ver con los chinos de terracota- eran en realidad trampas-colmena, en cuyo interior vivían abejas con un mal café considerable. De este modo, si algún enemigo intentaba liquidar a lo que ellos creían guardias armados, se exponía a un aluvión de picaduras.

    Peor suerte corrían aquellos que osaban introducirse en los harenes orientales. Fuertemente vigilados, la seguridad estaba al cargo de eunucos, cuya anatomía facilitaba considerablemente que no descuidasen sus obligaciones. Para ello, contaban con la ayuda de animales guardianes, aunque no exactamente perros, sino pavos reales.

    El pavo real es sumamente escandaloso si alguien franquea sus dominios, por lo que era habitual ver muchas de estas aves en los jardines que rodeaban los serrallos. En el palacio Topkapi de Estambul se conservan un par de tocados adornados precisamente con plumas de pavo real, y que pertenecieron a dos eunucos al servicio de Mehmet II, el conquistador de Constantinopla.

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