Cruda realidad / ‘Público’ se asombra de que los cristianos sigan considerando la castidad una virtud

    Da como vergüenza recordar lo obvio, pero cada vez más la modernidad parece una conspiración contra el sentido común.

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    La castidad es una virtud cristiana.
    La castidad es una virtud cristiana.

    El diario (online, que el de papel lo cerró Roures, mandando a todos sus periodistas al Fogasa porque a él no le llegaba para pagarles) Público ha descubierto el método perfecto para que no se le acaben nunca los temas con los que azuzar a su parroquia y convertir en noticia lo que es tan viejo como nuestra civilización: hacerse de nuevas.

    Podría, en teoría, hacerlo con cualquier religión; podría, digamos, repasar el Corán y asombrarse y convertir en noticia que haya gente que crea tal o cual sura, o repasar los ahadith en busca de novedades por el estilo.

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    No, no aguanten la respiración esperando que lo haga, que el panfleto tiene toda la fresca novedad de El Frailazo y el mismo enemigo: el cristianismo. Puede presumir de ser de una rojez por la que no pasan los años, heredera de esa que convirtió una contienda esencialmente política en una persecución religiosa en nuestro país.

    Informa en titulares de que ‘El Opus Dei advierte de que «el modo de vestir» provoca los «pecados» de otros‘.

    No sé, yo creo que los redactores de Público tienen el Catecismo de la Iglesia Católica como documentación primaria y libro de cabecera, empeñados en convertir cada punto en una noticia.

    'Meme' sobre la castidad que promueve el amor desde una visión cristiana de la antropología.
    ‘Meme’ sobre la castidad que promueve el amor desde una visión cristiana de la antropología.

    Ya, señores de Público, ya sé que a ustedes les escandaliza, como los trasuntos de damas victorianas en proceso de desmayo que son, que otros piensen de manera diferente a la suya. Pero, al menos, háganos la merced de nos tratar de vender su ignorancia como novedad y su desacuerdo como noticia.

    En realidad, y eso es quizá lo más triste, Público no se escandaliza en absoluto ni se asombra. El redactor, con toda probabilidad, es un hombre de mundo con instintos normales como para entender que si existe toda una formidable industria que mueve miles de millones llamada pornografía, será porque la forma de ir vestido, poco vestido y nada vestido por parte de los representantes del sexo femenino tiene un efecto en el despertar de los deseos del varón.

    Da como vergüenza recordar lo obvio, pero cada vez más la modernidad parece una conspiración contra el sentido común.

    Ahora, a mí me importaría menos que los progresistas del mundo negaran la realidad en todos sus extremos y propusieran una teoría alternativa, siempre que vivieran según este principio.

    «Ustedes son decididos apóstoles de lo que toque a ese respecto, antes la revolución sexual, ahora el puritanismo feminista y la teoría de género»

    Pero lo realmente indignante, desde mi punto de vista, es tener que refutar una teoría al tiempo que tengo la seguridad absoluta que mi contrincante no cree en ella. Si yo les viera asombrarse casi diariamente del formidable dinero que mueve la pornografía, o de que las adolescentes pongan por lo común tanta atención en el vestir, o de que la publicidad prefiera asociar sus productos con señoritas de muy buen ver escasas de ropa en lugar de hacerlo con seres de sexualidad indefinida cubiertos con un saco, entonces podría hablarles muy despacito como se hace con los desequilibrados, o refutarles con los datos que todos conocemos.

    Pero no hay nada de eso. De hecho, en el texto de la noticia aburren a su público explicándoles lo que es un examen de conciencia y fingiendo asombrarse de que un cristiano -¡en pleno siglo XXI!- considere la castidad una virtud. Nos ha quedado clarísimo: ustedes no creen que sea una virtud. Ustedes son decididos apóstoles de lo que toque a ese respecto, antes la revolución sexual, ahora el puritanismo feminista y la teoría de género.

    Han pasado unos cuantos añitos y podríamos hacer un interesante estudio de la enorme felicidad y armonía que ha traído la Revolución Sexual, pero no es el momento ni tengo ganas: basta con que ustedes sigan a su rollo y tengan la espectacular audacia intelectual de concebir que hay otros con la petulancia de pensar de forma distinta.

    Pero no caerá esa breva. De hecho, el único sentido de la noticia está en este revelador sumario: «El Constitucional avala la financiación pública de los colegios que segregan por sexo». Acabáramos. Ustedes no es que se asombren de lo que, simplemente con un mínimo de cultura general, deberían saber ya del cristianismo; es que quieren que solo puedan enseñarse sus dogmas.

    ¿Se acuerdan de la tolerancia, la apertura, el libre pensamiento? Pues era mentira.

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