Ningún sistema político en sí mismo es pernicioso ni bondadoso. Democracia, monarquía, república o dictadura no son, en principio, más que marcos en los que se circunscriben las relaciones sociales y políticas.
Existen en todos ellos multiplicidad de factores que pueden modificar el juicio que hagamos: culturales, demográficos, políticos e incluso religiosos. Pero parece obvio que en los países desarrollados, al menos, el sistema que ha logrado un teórico desarrollo mayor es el de la democracia.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraEn los últimos siglos han sido muchos los sabios -y los necios- que han tratado de aportar sus ideas al acervo común sobre este sistema de organizar la sociedad, el poder, el servicio, la solidaridad, etc.
Ha aquí 10 reflexiones sobre la democracia, para provecho de quien tenga a bien tomarlas en consideración.
«Una de las derivas más dañinas del relativismo moral es que quedan descalificados del debate público aquellos que no se declaran abiertamente agnósticos o escépticos»
1.-La persona humana
La democracia es apreciada en la medida en que asegura la participación y garantiza la posibilidad de elegir y controlar a los gobernantes, así como de sustituirlos cuando lo estimen oportuno por vías pacíficas.
Pero una auténtica democracia sólo es posible en un Estado de derecho sobre la base de una recta concepción de la persona humana, para lo cuyal es necesario que se den las condiciones de desarrollo de cada persona a través de la formación en ideales y valores verdaderamente nobles y la creacción de estructuras de participación y de corresponsabilidad.
2.- Valores básicos
La democracia no pude reducirse al cumplimiento formal de una serie de requisitos o reglas, sino que todo su funcionamiento debe respetar unos fundamentos mínimos como la dignidad intrínseca de todo ser humano, nacido o antes de nacer, enfermo o sano, ilustrado o iletrado, rico o pobre, creyente o ateo, casto o promíscuo, etc.
Esto supone la protección de los derechos fundamentales empezando por el derecho a la vida y la asunción del bien común como fin y criterio de la vida política.
3.- El riesgo del relativismo
El relativismo ético se constituye com ouna de las principales amenazas del sistema democrático. Pues una cosa es que haya pluralidad de opiniones y otra muy distinta que se desprecien criterios objetivos sobre cuestiones cruciales.
Una de las derivas más dañinas del relativismo moral es que quedan descalificados del debate público aquellos que no se declaran abiertamente agnósticos o escépticos.
Aún peor, aquellos que afirman que es posible conocer y defender la verdad, son señalados como sospechosos de antidemócratas, de fanáticos o ser presos de fobias varias.
De esta manera, una democracia sin valores absolutos que guíen la acción política y social se convierte con facilidad en un totalitarismo más o menos visible o encubierto.
En definitiva, hay que volver a recordar que la democracia no es más que un instrumento y no un fin en sí misma y su moralidad, por tanto, no es autónoma, sino que depende de la moralidad de los fines que persiga y de los medios de los que se sirva para alcanzarlos.
«Rendir cuentas debe estar en el ADN de quienes obtienen la confianza de los ciudadanos para ejercer cualquier función de poder o representación pública»
4.- Control social del poder
El principio de la división de poderes es esencial en la construcción de la democracia. Pero no sólo la formal basada en los tres ejes clásicos de tomas de decisiones (Legislativo, Ejecutivo, Judicial).
Hay que contar también con el papel que en el control del poder ejercen los cuerpos sociales intermedios, empezando por la familia y pasando por las escuelas, las iglesias, las asociaciones, etc.
La responsabilidad de quienes han obtenido por cauces democráticos la legitimidad para gobernar, es, fundamentalmente hacia la sociedad. Por eso se debe someter de forma continuada al control social, tanto a través de los cauces de la opinión pública, como, sobre todo en su expresión más formal, a través de la celebración de elecciones libres y con garantías.
Rendir cuentas debe estar en el ADN de quienes obtienen la confianza de los ciudadanos para ejercer cualquier función de poder o representación pública.
5.- Libertad de los cargos electos
En efecto, las personas que tienen la responsabilidad política de dirigir tomar decisiones, están sometidos al escrutinio de los ciudadanos a través del ejercicio diario de la libertad de expresión o de derechos como el de reunión y manifestación.
Pero al mismo tiempo, gozan de un espacio de autonomía para que no se conviertan en meros títeres o agentes pasivos de los electores. Quienes tienen la responsabilidad, han de ejercerla, siempre con la vista puesta en el bien común, aún en ocasiones en contra de lo que expresan sus gobernados, porque el cuerpo social tampoco es infalible.
En todo caso cabe subrayar que esta autonomía y necesaria libertad están supeditadas a objetivos que no provengan de intereses de parte, propios o ajenos.
«La corrupción impide la realización del bien común de todos y abona el terreno para los populismos, las revoluciones y el desorden social»
6.- Práctica del poder con espíritu de servicio
Quien tiene la responsabilidad de gobernar o de ejercer cualquier servicio público con poder decisorio de cierta entidad, del Rey a los alcaldes y concejales pasando por jueces y legisladores, no deben olvidar la dimensión moral de su representación.
La autoridad verdaderamente responsable desde este punto de vista es aquella que se ejerce desde el espíritu de servicio. Y en ese empeño ha de poner en juego paciencia, modestia, moderación, caridad y generosidad.
7.- Corrupción, el gran cáncer
La corrupción política es una de las más graves deformaciones a través de las cuales puede degradarse una democracia. Bien lo sabemos. Y a qué precio. Y no sólo pecuniario, sino también moral.
Algunas de las consecuencias del comportamiento corrupto de quienes gobiernan son:
- Influye de forma negativa en la relación enmtre gobernantes y gobernados, comprometiendo el correcto funcionamiento del Estado.
- Impulsa una desconfianza creciente respecto a las instituciones públicas.
- Provoca un progresivo menosprecio de los ciudadanos por la actividad política.
- Debilita las instituciones y la consideración de sus represetantes.
- distorsiona el papel originario de dichas instituciones, al convertirse en zocos de intercambios de corruptelas.
En definitiva, la corrupción impide la realización del bien común de todos y abona el terreno para los populismos, las revoluciones y el desorden social.
«El referéndum puede mejorar la calidad de la participación ciudadana, siempre y cuando se realice en condiciones de legalidad suficientes»
8.- No a la burocratización excesiva
Partamos de la base de que toda administración pública, ya sea nacional, regional o municipal, como instrumento e intermediario del Estado, debe estar al servicio de los ciudadanos.
O lo que es lo mismo, debe servir, ser útil, facilitar. Y no lo contrario. ¡Triste el día en que se acuó el ‘vuelva usted mañana’, pero más triste la realidad que constata!
El Estado en cualquiera de sus escalas ha de evitar la burocratización excesiva. Cualquiera entiende que cada proceso lleva aparejado un impreso, una ventanilla, un tiempo de tramitación.
Pero cuando estas gestiones se vuelven endiabledamente complejas, la democracia pierde calidad a raudales, los ciudadanos desesperan y los propios funcionarios pasan a desempeñar una suerte de presentismo fatalista difícil de revertir.
En este sentido, cabe decir que quien trabaja en la Administración Pública, debe contribuir al bien comúin empezando por concebir su desempeño por un servicio a la comunidad.
9.- Cauces de participación
Resulta obvio, aunque no por eso deja sde ser importante, decir que los partidos políticos constituyen uno de los cauces de participación más importantes en la democracia. Y precisamente por eso, deben ser democráticos.
Lamentablemente, todos sabemos que la democracia interna de los partidos es cuanto menos, escasa en la mayoría de ellos, cuando no una mera decoración en un sistema basado en el clientelismo y un sentido viciado de la lealtad.
Al ser esta una reflexión que pretende ser generalista, no abundaremos en la relación de la democracia interna de los partidos con los sistemas de listas cerradas, el tamaño de las circunscripciones o los diferentes sistemas de recuento electoral y asignación de representantes.
Otro instrumento de gran interés en el desarrollo de las democracias es el referéndum que puede tener muchísimo valor para mejorar la calidad de la participación ciudadana, siempre y cuando se realice en condiciones de legalidad suficientes.
«La labor periodística debe desarrollarse, para una mayor eficacia en favor de la democracia, con el mayor grado de independencia posible»
10.- Información y pluralismo mediático
Como periodista, no puedo dejar de hacer referencia a la información y al pluralismo mediático como elementos clave de una sana democracia. Los medios, llamados antaño el cuarto poder, desempeñan una función esencial: la de perro guardián.
Eso sí, la labor periodística debe desarrollarse, para una mayor eficacia en favor de la democracia, con el mayor grado de independencia posible.
Por ello, las leyes deben tender a evitar la concentración de grandes grupos de comunicaicón, que acaparen enormes cuotas de facturación publicitaria, que lleven a la irrelevancia al resto de medios.
Porque a la concentración de medios sigue la concentración del discurso, lo cual no beneficia en nada al conjunto de la sociedad, dado que un sistema informativo orientado al bien común de la sociedad ayuda a madurar a las personas, las hace más conscientes de sus derechos y su dignidad y más responsables para tomar decisiones.
Tenga usted las ideas que tenga, si ha llegado hasta aquí y comparte la mayoría de esta ideas, permítame que le descubra algo. Pese a que llevo años devorando libros de contenido político, la mayoría de lo que aquí se ha mostrado no es cosecha propia.
Son ideas elaboradas, a lo largo de siglos de experiencia, por personas infinitamente mejor preparadas que quien suscribe. Personas vinculadas, paradójicamente, a una institución que no es democrática, ni republicana, ni atea.
Las pueden encontrar ustedes en el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia Católica. Están invitados.