Llegó a la Moncloa con una finta parlamentaria, y acaba de reforzar su legitimidad democrática mediante el respaldo de las urnas. Nada que objetar, aunque esta victoria de Pedro Sánchez -que ha sabido rebañar votos de Podemos y aprovecharse de la dispersión del centro-derecha- tenga cierto perfume masoquista. Porque el votante debe saber que el PSOE es sinónimo de ruina económica, destrucción de empleo, despilfarro del político a costa del trabajador, ingeniería social, corrupción y un peligro para la unidad de España.
Sobre todo si Sánchez vuelve a caer bajo el chantaje de los “indepes”. Resulta inquietante, en este sentido, el crecimiento logrado por Esquerra Republicana. Menos peligroso para la unidad de España y mayor estabilidad se garantizaría si los socialistas pactaran con Ciudadanos. Un gobierno de coalición con Rivera sería un mal menor, aunque está por ver que un acuerdo así -inédito hasta ahora en España- llegara a cristalizar.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraLa buena noticia en medio de un panorama bastante oscuro es la irrupción de Vox en la vida parlamentaria, frente a un PP que no representa a la derecha, al confundirse con el paisaje socialdemócrata. Prueba de ello es la debacle sufrida por éste, a pesar del esfuerzo de Pablo Casado por imprimir un giro a la derecha, que quizá ha llegado demasiado tarde o ha resultado poco creíble.
Vox ha pasado de cero a dos decenas largas de escaños con todo en contra: ha sido vilipendiado por el establishment mediático, tachado de facha, xenófobo y ultra…
Más capacidad de convocatoria y más mérito ha tenido Vox, que ha logrado un notable respaldo popular, con todo en contra: no ha estado en los debates televisivos, ha sido vilipendiado por el establishment mediático, ninguneado por los líderes de opinión, tachado de facha, xenófobo y ultra… Y ha pasado de cero a dos decenas largas de escaños en el Congreso. Toda una proeza.
Aunque algunas encuestas les daban mayor número de diputados, cabe calificar de histórica su puesta de largo parlamentaria. Porque no se trata de un partido más -como en su momento lo fueron otras terceras vías frente al bipartidismo, como Ciudadanos o UPyD-, sino de la primera manifestación, en España, de la resistencia frente al establishment cultural de la izquierda sesentayochista.
Esta última ha crecido como una carcoma ideológica que amenaza con ir perforando la civilización occidental, e incluso llevándose por delante los derechos humanos y la misma democracia -comenzando por el derecho a la vida y la familia, con nuevas manifestaciones de totalitarismo como la ideología de género-.
La derecha tradicional -como el PP- no ha sabido ver que, en las últimas décadas, ha cambiado el viento de la Historia, y la vieja pugna izquierda-derecha ha dado paso a nuevas dialécticas. Perdida la batalla de la lucha de clases, la izquierda ha abierto otro frente en la cultura, siguiendo el guión de Gramsci. Y ahí es donde el PP, y los obsoletos dinosaurios conservadores de Europa, se ha rendido sin oponer resistencia.
En materia de familia, vida, libertad de educación, o libertad religiosa, la derecha -con escasas excepciones- ha cambiado de bando. Su votante de toda la vida no ha caído en la cuenta de que, en esas materias, está ayudando al enemigo. Y que éste va resueltamente a imponer nuevas formas de totalitarismo… Lo va a hacer con la ideología de género, los vientres de alquiler, la manipulación genética, el aborto libre, los ataques a la familia, el multiculturalismo “asimétrico” (idealización sistemática de las culturas no occidentales y denigración de la occidental), o el ecologismo anti-industrial y antihumanista… como sintetizó Francisco José Contreras en un ensayo clarificador.
Los enemigos de la libertad ya no son solo los nietos de Marx, sino también sus aliados de la vieja derecha, convertidos en tontos útiles del marxismo cultural
Los enemigos de la libertad ya no son solo los nietos, más o menos descafeinados, de Marx, como los socialismos -o los podemitas-, sino también sus aliados, más o menos involuntarios, de la vieja derecha -caso del PP- convertidos ahora en tontos útiles del marxismo cultural. O de la filial española del macronismo.
Como apunta Jiménez Losantos, la Derecha va cambiando con las modas de la Izquierda: ”Esta semana no tocaba antifranquismo sino feminismo… pues feministas. ¿Mañana toca cambio climático? Pues a ecologizar. ¿Pasado mañana ideología inclusiva contra la exigencia educativa? Adiós a la autoridad profesoral, y universidad gratis para todos”.
De ahí la necesidad de que surja una suerte de resistencia frente a invasores y colaboracionistas -por usar la terminología de la Francia ocupada de 1940-. En EEUU llevan décadas de ventaja, con el surgimiento de una cultura disidente, lo que se ha llamado “revolución conservadora”, con fuerte anclaje en una sociedad civil, orgullosa de sus derechos y libertades, amenazados por el marxismo cultural.
El efecto Arquímedes
En España, tenemos a Vox. Ya ha puesto su pica en Flandes en la Carrera de San Jerónimo, materialización de un cambio de tendencia en la política española. En realidad es su segunda pica, porque desde hace meses ha conseguido poner otra en la agenda mediática y social, al cuestionar, sin complejos, los dogmas ideológicos de la izquierda. Ha roto la ley del silencio que impedía mencionarlos.
Dos millones y medios de españoles tienen ya una voz en el Parlamento. Y una voz distinta que se va a oír por encima del pensamiento único, por primera vez en décadas. Esa es la buena noticia. Podía haber sido un resultado mejor. Sin duda, pero sirve, porque lo importante es Arquímedes. Recuerden: dadme un punto de apoyo y cambiaré el mundo.