Ha pasado el 1 de octubre, con toda Europa mirando a España. Da igual que no hubiera autorización ni censo electoral; los separatistas han demostrado de lo que son capaces de hacer… y también ha demostrado Rajoy de lo que es capaz de no hacer el gobernante de una de las naciones más ricas del mundo, miembro de la OTAN, de la OCDE y de la zona euro.
Antes que nada, hemos de señalar, sobre todo para nuestros lectores hispanoamericanos, que no estamos ante un enfrentamiento entre catalanes y españoles, como si fuese una guerra internacional, sino entre españoles, como en una guerra civil.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.
Suscríbete ahoraPor un lado, dentro de Cataluña entre catalanes separatistas y no separatistas, agravado porque los separatistas catalanes cuentan con aliados casi incondicionales en Aragón, Castilla o Andalucía; y por otro lado, entre españoles que quieren ‘hacer la revolución’ y aprovechan cualquier circunstancia.
Dos conclusiones. Una válida en todo momento histórico y político: una minoría decidida y organizada puede imponer su voluntad a una mayoría indolente y confundida.
Ocurrió el 14 de abril de 1931, cuando los republicanos y socialistas, que habían perdido las elecciones municipales, hicieron huir al rey de España. Y ocurrió también, hace cien años, cuando los bolcheviques derrocaron el Gobierno liberal de Kerenski.
La segunda conclusión, limitada a España, es que los grupos nacionalistas tienen unos objetivos y planes diferentes a los partidos de ámbito nacional.
Les interesan más lo material (la educación, los medios de comunicación, los símbolos…) que lo inmaterial (los ministerios, las carreteras, los presupuestos generales, el BOE…).
El centenario de la revolución bolchevique debería servir a los políticos y creadores de opinión de ese sector que se llama ‘derecha’ para comprender cómo actúa la extrema izquierda.
Ésta, estructurada en torno a Podemos, ya ha dejado claro que está con el desmantelamiento de España, no sólo porque identifiquen lo español con el franquismo, sino, también, porque el ‘procés’ (como antes ETA) les puede servir para su plan de derribar la Constitución de 1978 y el sistema político del que no forman parte porque así lo decidieron los españoles desde las elecciones de 1977.
Iglesias y también Anna Gabriel invocan al ‘poder popular’, movilizado en las calles, para abrir un ‘proceso constituyente’ que les permita alcanzar el poder y desmembrar España
Pablo Iglesias, y también Anna Gabriel (CUP), quieren imitar a Hugo Chávez y a sus aliados Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador.
Esto es, invocar al ‘poder popular’, movilizado en las calles, y abrir un ‘proceso constituyente’ que les permita romper los principios y procedimientos legales y alcanzar el poder.
En esta situación, Podemos colaborará con los separatistas y las CUP, ya lo han dicho, se negarán a aceptar una negociación entre la Generalitat y el Gobierno nacional. Más gasolina al fuego y encima con los etarras y su brazo político llevando unas cuantas latas.
Los aburguesados del PDCat (antigua CiU de Jordi Pujol y Artur Mas) y Esquerra Republicana (ERC) están sacando pecho, como ya hicieron en noviembre de 2014, (cuando la consulta organizada por Artur Mas), porque han podido cumplir su anuncio y dejar en ridículo al Estado.
“En Cataluña mandamos nosotros”, es su mensaje, por desgracia avalado con pruebas. También dijeron antes del ‘butiferéndum’ que renunciaban a la declaración unilateral de independencia (DUI). Atentos a esto.
El PNV, que a fin de cuentas es un partido de orondos en una región envejecida, está a la espera. De nuevo, el juego de que unos agiten el árbol, sean los asesinos etarras o los burgueses catalanes, y otros (ellos) recojan las nueces.
Por tanto en un escenario en el que están siendo arrolladas las reglas del régimen parlamentario y demolidos los pilares de la nación, ¿qué puede hacer el Gobierno de Mariano Rajoy?
¿Elecciones generales anticipadas? Dudo que Rajoy quiera poner en riesgo su cargo a falta de tres años para el agotamiento de la legislatura.
¿Elecciones generales anticipadas? En mi opinión podemos descartarlas. Rajoy ya forzó unas nuevas elecciones en 2016 para volver a ser presidente, y dudo de que quiera poner en riesgo su cargo a falta de tres años para el agotamiento de la legislatura.
Por otro lado, su programa de 2016, que se redujo a ser lo contrario de Podemos, ya no vale. Todos los miedos ya están aquí, traídos por él, desde el “España se rompe” al “vienen los rojos”.
Incluso los afiliados del PP no pueden negar el ridículo que está haciendo su líder.
Bien se le pueden escapar al PP dos o tres millones de votos a Ciudadanos, a VOX y a la abstención. Y entonces el primer partido de España sería el PSOE.
¿Moción de censura a Rajoy? ¿Ya no nos acordamos de que tuvimos una en junio, en la que a Pablo Iglesias le propuso para presidente del Gobierno su novia Irene Montero (¡eso es amor!)?
Habría que sumar a PSOE (85), todas las siglas de Unidos Podemos (71), ERC (9), PDCat (8), PNV (5) y Bildu (2).
Esta combinación quizás llevase a La Moncloa a Pedro Sánchez, pero los socialistas quedarían partidos por la mitad.
En Andalucía ha renacido la división de las primarias: el PSOE de Susana Díaz ha apoyado en el Parlamento autonómico una moción de Ciudadanos de respaldo al Gobierno central a la que los socialistas ‘de Madrid’ y en otros parlamentos autonómicos se opusieron.
Por venganza o por peleas entre bandas, que no por patriotismo español (para los miembros de una partitocracia no existe más patriotismo que el de partido), el PSOE está tajado.
Un pacto con los de “¡España nos roba!” y con los que quieren sustituirles como principal partido de la izquierda parece improbable… si Sánchez y su ejecutiva quieren sobrevivir.
Y a primera vista parece imposible que el PP y el PSOE aparquen sus enfrentamientos por el interés nacional y por la defensa de la legalidad frente a unos racistas sublevados.
Pero usted, amigo lector, quiere una respuesta a la pregunta con la que he empezado: “Y ahora, ¿qué?”.
Lo más probable: un Gobierno del PP que se pondrá de acuerdo -a espaldas del pueblo español- con el PSOE y con los golpistas catalanistas para introducir una reforma constitucional que siga debilitando al Estado y fortaleciendo a las taifas.
La Unión Europea no quiere un desorden que se prolongue durante meses y que en España comience una ‘era de la secesión’ que se extienda a Europa y América
La Unión Europa, más los países que pueden sufrir un contagio separatista similar al español, como Francia e Italia, y Estados Unidos, cuyas elites conocen perfectamente la blandura de Rajoy, insistirán en que este lío se cierre con una negociación.
Tampoco dirían nada si el Gobierno detuviera a Puigdemont, seamos sinceros. En cualquier caso, no quieren un desorden que se prolongue durante meses y que en España comience una ‘era de la secesión’ que se extienda a Europa y América.
A partir del 2 de octubre, Rajoy bien podría presentarse como el único que puede asegurar la estabilidad mediante una reforma constitucional que haga tragar a la derecha sociológica.
Ya le ha colado tantas cosas, como la memoria histórica, la ideología de género, el aborto, la corrupción… que tiene las tragaderas dilatadas y parece que por ellas podría pasar la ‘plurinacionalidad’ de España.
¿Decide el PNV que el pacto con el PP y el dineral comprometido no son suficientes? Pues se prorrogan los Presupuestos Generales del Estado.
Rajoy, incluso, puede decir que tiene a la persona adecuada para negociar con Puigdemont y Junqueras: Soraya Sáenz Santamaría, quien ya dispone de un despachito en la Delegación del Gobierno en Barcelona y entiende el catalán.
Y en esta maniobra podría participar el PSOE. Ya comprobamos hace unas semanas que el madrileño Sánchez es capaz de aceptar el discurso de los separatismos e inventarse ‘naciones’ en España (“al menos cuatro”) para caer bien a sus posibles socios.
Pero la reforma que confederalice España equivaldrá para el régimen actual al pronunciamiento militar del general Primo de Rivera en Barcelona en 1923. Sería una manera de ganar tiempo, pero también el último recurso para aplazar el derrumbamiento.
Comenzaría la misma carrera del egoísmo en otras regiones para atrapar a los catalanes descolgados (¿al final, quién pagaría todo?) y las instituciones como la Corona y la Iglesia perderían a gran parte de sus seguidores.
Quizá sea el frankestein constitucional la solución que nos ofrezca Rajoy … otra cosa es que la extrema izquierda acepte aplazar su ruptura del régimen
Los españoles de a pie se han sacudido en estas semanas los complejos impuestos y las lealtades que han funcionado durante décadas y ya piensan y actúan por su cuenta, al margen de los partidos y de la ‘prensa de calidá’.
A pesar de todos los inconvenientes, quizás sea el frankestein constitucional la solución que nos ofrezca Rajoy el 2-O, envuelta en mucho celofán y en proclamas como “Mientras yo sea presidente del Gobierno, ni se celebrará ese referéndum ilegal ni se fragmentará España”.
Otra cosa es que la extrema izquierda acepte aplazar su ruptura del régimen y su venganza contra la nación unos años más.