Hasta ahora sólo ha respaldado a la República catalana, un campeón de la democracia y de los Derechos Humanos, llamado Nicolás Maduro. Punto, se acabó, nadie más.
El tiranuelo venezolano apoyó el referéndum de la “brava Cataluña” y llamó “dictador” a Rajoy. Eso se llama perspicacia.
Y sólo un diputado de un país ha reconocido a esa ficción de Estado: Karna Mikko, miembro del Parlamento finlandés, que ha anunciado una moción en el Parlamento finlandés para que reconozca oficialmente la República de Catalunya.
¿Alguien más? Silencio.
Ni siquiera Escocia, la que pretendía separarse del Reino Unido y máxime ahora que quiere quedarse en la Unión Europea, después del brexit.
Ni EEUU, ni la UE, ni Naciones Unidas, ni el Vaticano. Nadie.
Tan sólo la Wikipedia –en su versiones inglesa y catalana- admite la ficción, pero lo hace con la boca pequeña.
Wikipedia en su versión castellana habla de “comunidad autónoma española” aunque en la catalana se atreven a hablar de “país europeo constituido como República”
En la versión castellana llama al pan, pan: “comunidad autónoma española, considerada nacionalidad histórica, situada en el nordeste de la península ibérica”. Impecable definición que se ajusta a la Constitución de 1978.
En la versión catalana se atreven a decir, desde la tarde del 27 de octubre, que “es un país europeo situado en el Mediterráneo occidental constituido, desde el 27 de octubre de 2017, como República Catalana”.
En la inglesa, que es la más leída de la enciclopedia, dieron por válida la independencia en un primer momento, diciendo que es “una república independiente en el noroeste de la Península Ibérica”. Evitaban así referirse a España.
Pero rápidamente rectificaron y optaron por algo menos atrevido y más ambigüo: “territorio disputado en el noreste de la península ibérica”.
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