Un fantasma recorre Europa. Y no es el de la ultraderecha, aunque lo parezca por los titulares que la mayoría de la prensa nacional ha dedicado a Norbert Hofer, que ha estado a punto de ganar las elecciones austriacas con el Partido de la Libertad. Un puñado de votos -31.000- le separaron de la presidencia que ocupará el verde Alexander Van der Bellen. En las generales de 2018 podría ganar definitivamente.
Los guardianes de lo políticamente correcto no pasan ni media cuando se trata de partidos que discuten las imposiciones de Bruselas, la hegemonía cultural de la izquierda y la globalización. El diagnóstico: que vienen los bárbaros.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
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Suscríbete ahoraSi hay un discurso vetado sin contemplaciones por la élite política europea no es, desde luego, el de la extrema izquierda: ahí está el caso de Alexis Tsipras, que si hace un año parecía Robin Hood hoy es el limpiabotas de la troika (ha subido los impuestos y ha bajado las pensiones a los griegos). ¿Obedecerían con la misma docilidad Le Pen o Hofer?
Por ello los partidos que en realidad teme la UE -y por eso no tolera- son aquellos que llevan en su ADN la recuperación de la soberanía nacional y una cosmovisión propia del mundo basada en la tradición. Por decirlo en breves palabras: serían los verdaderos antisistema.
Mantener una posición genuina sobre el aborto, la familia natural o la crisis de refugiados, entre otros asuntos sensibles, suscita la protesta más enérgica de la UE. Que se lo pregunten a Hungría o Polonia, que están en el punto de mira de una Comisión Europea cada vez más intransigente con quienes se oponen a sus directrices.
Sin ir más lejos el pasado 13 de enero la Comisión Europea abrió un proceso para evaluar si algunas de las primeras medidas del Gobierno polaco se ajustaban al Estado de Derecho. Las reformas aprobadas sobre el Tribunal Constitucional y el sector de medios de comunicación fueron la coartada de la UE para acorralar a la nueva presidenta Beata Szydlo, de vocación provida y defensora del matrimonio natural.
La prueba del algodón: la crisis de los refugiados
La victoria del Partido Ley y Justicia (PiS) por mayoría absoluta el pasado octubre no fue ni mucho menos el resultado deseado en Bruselas. El motivo es simple: de marcado carácter conservador y de principios católicos, el PiS es partidario de una política económica basada en la justicia social. Pero el procedimiento contra Polonia no achantó lo más mínimo a Szydlo. «No vamos a hacer política de rodillas, nuestra asociación con la UE no es un privilegio, sino nuestro derecho», dijo.
Meses antes fue el presidente de Hungría, Viktor Orban, quien sufrió una campaña desfavorable desde la UE. La reclamación del líder húngaro de controlar sus fronteras ante la oleada de refugiados sirios levantó ampollas en Bruselas, que el pasado 10 de diciembre abrió un procedimiento de infracción al considerar que la ley húngara de asilo -que incluye penas de cárcel por entrar al país de forma ilegal-, es incompatible con el derecho comunitario.
No es de extrañar, por tanto, los titulares que durante estos días la prensa más europeísta dedica a Norbert Hofer y al Partido de la Libertad. «La extrema derecha queda al borde de la presidencia en Austria», titulaba El País este lunes. Si no lo entiendes, llámalo ultraderecha, recogía el Brief de Actuall.
Los pecados de Hofer se pueden resumir en su defensa de la soberanía -control de las fronteras-, y su posición ante el islam -al que ve incompatible con la sociedad moderna-
Los pecados de Hofer se pueden resumir en su defensa de la soberanía -lo que incluye el control de las fronteras frente a la inmigración masiva-, y su posición ante el islam -al que ve incompatible con la sociedad moderna-, algo que contradice el mensaje multiculturalista de la UE. El Partido de la Libertad es la forma en la que los austriacos han mostrado su rechazo a este modelo de Europa.
Otro de los asuntos que ha fomentado la ruptura de muchos ciudadanos europeos con Bruselas es la crisis de los refugiados. Más allá del drama humanitario, los europeos han contemplado con estupefacción cómo la clase política -y buena parte de la prensa- ocultó los ataques sexuales masivos protagonizados por refugiados la pasada nochevieja en Colonia y otras ciudades alemanas.
Marine Le Pen, favorita en las encuestas
Por supuesto, son pocos los políticos que se atreven a hablar sin tapujos sobre el islam y las consecuencias que hoy ya son visibles en aquellas ciudades del viejo continente con un alto porcentaje de musulmanes. Suecia, Hungría, Polonia, Austria o Francia son testigos de este fenómeno. Quizá por eso no es casualidad que en todos estos países hayan surgido movimientos políticos identitarios.
En Francia el Frente Nacional de Marine Le Pen es hoy la primera fuerza política en intención de voto en las encuestas. Si en 2017 no se convierte en presidenta será porque el sistema electoral francés a doble vuelta propiciará un voto en contra masivo. Aunque su llegada al poder sea cuestión de tiempo.
«¿Qué pasa con la prensa en Occidente? ¿Acaso la corrección política impide denunciar lo que está pasando?», se pregunta Hermann Tertsch
Baste comprobar la reacción impulsada por Bruselas y el progresismo en general tras los atentados islamistas de París: cuidado con caer en la islamofobia. A este respecto se pronunciaba el columnista de ABC, Hermann Tertsch, en Actuall: «¿Qué pasa con la prensa en Occidente? ¿Acaso la corrección política impide denunciar lo que está pasando?».
En opinión de Tertsch el auge de estos partidos contra el mundialismo y la burocracia asfixiante de Bruselas es una reacción contra la globalización. «Hay miedo a la pérdida de identidad y soberanía. Hay quienes creemos que el Estado-Nación es el garante de nuestra soberanía, nuestra forma de vida y civilización. La gran diferencia entre estos partidos con Pablo Iglesias es que están dispuestos a cumplir la Constitución, como sucede con Marine Le Pen o Norbert Hofer».