
Sin dinero, sin apoyo de los grandes medios de comunicación, con 8 segundos de propaganda oficial, con el establishment operando en su contra, con una campaña soportada por sus electores e impulsada enteramente a través de las redes sociales, Jair Messias Bolsonaro impuso a la izquierda brasileña una histórica derrota este domingo 7 de octubre.
Los resultados del primer turno de la elección presidencial son contundentes: el candidato del Partido Social Liberal (PSL) recibió 46% de los votos, frente a 29% de su más cercano adversario, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), el candidato del expresidente Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, preso por corrupción y lavado de dinero. Ambos, se enfrentarán en el balotaje el próximo domingo 28 de octubre.
Algunas personas creen que La Sexta da información.
Suscríbete a Actuall y así no caerás nunca en la tentación.
Suscríbete ahoraEn el mensaje que dirigió al pueblo brasileño, después de la divulgación oficial de los resultados, dio un mensaje claro «ni un paso más a la izquierda, nuestro camino estará en el centro-derecha».
Nunca antes un candidato de derecha había obtenido casi 50 millones de votos en una elección presidencial. La hegemonía política y cultural de la izquierda permanecía inquebrantable desde la elección de 1995, en la que llegó al poder el socialista Fernando Henrique Cardoso, uno de los fundadores del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Bolsonaro venció en 17 de las 27 unidades federativas del país, Haddad solo en 9, concentradas en el Nordeste, tradicional bastión petista
La primera gran grieta en esa hegemonía fue el movimiento ciudadano, desarticulado y plural, que entre 2015 y 2016 llevó a millones de personas a las calles para exigir el impeachment de la presidente Dilma Rousseff.
Y aunque la sucesora de Lula cayó el 31 de agosto de 2016, la factura completa se cobró este domingo. Meses atrás, el fundador del PT, que quería ser candidato de la sigla a pesar de estar preso, repitió insistentemente que las urnas determinarían si debería estar preso o libre. Haddad y toda la plana mayor del petismo le hicieron eco: los electores les respondieron con votos.
Más de 18 millones de sufragios le dieron Bolsonaro una amplia ventaja sobre Haddad: 17 puntos porcentuales. Y no solo el petista fue castigado. También los otros candidatos de izquierda: el cacique nordestino, Ciro Gomes, exministro de Lula, obtuvo solo 13% de los votos; y Marina Silva, que inició con un 21% de intención electoral acabó con 1% de los sufragios.
El hombre que se considera “hijo espiritual de Lula”, Guilherme Boulos, del radical Partido Socialismo y Libertad (PSOL), obtuvo con una campaña de 6 millones de reales, solo 600 mil electores, o sea, 0.58%. Y Geraldo Alckimin, del edulcorado y reformista Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que llegó a tener 10% concluyó arañando un penoso 5%.
Bolsonaro venció en 17 de las 27 unidades federativas del país, Haddad solo en 9, concentradas en el Nordeste, tradicional bastión petista, y Ciro Gomes en uno, Ceará, donde él y su familia domina la escena política local. Si consideramos sólo las capitales, Bolsonaro ganó la votación en 23, Haddad en 3 y Ciro en 1.
El PT venció únicamente en 3 estados la disputa a Gobernador, todos en el Nordeste. Dos de las derrotas más severas la sufrió en Minas Gerais, en el sudeste del país, y en Rio Grande del Sur, en la frontera con Argentina y Paraguay.
El caso de Minas es singular. Se trata del segundo mayor colegio electoral del país, y el candidato petista Fernando Pimentel, uno de los hombres de confianza de Rousseff y un operador fiel de Lula, quedo fuera de la contienda.
Habrá un balotaje del que fue marginado por el empresario Romeu Zema, del liberal Partido Novo, que saltó -en una semana- del 10% de las intenciones de voto al 43% de sufragios. ¿Qué hizo? Entre otras cosas, hizo público su apoyo a Bolsonaro, y manifestó su respeto a la vida, a la familia y a la libertad de educación de los padres. Ahora Haddad ya no tiene placo en una plaza clave.
Elecciones legislativas
En cuanto al Legislativo, según los datos que arroja un primer análisis aún no muy detallado, parece configurarse el Congreso más conservador, o por lo menos, menos izquierdista, desde la redemocratización del país.
El PSL, partido de Bolsonaro, actualmente tiene una bancada de 8 diputados, ahora tendrá 51 y será el segundo mayor bloque partidista; superado solo por el PT, que tendrá 55 diputados, 15 menos de los que eligió en 2014.
El PSDB fue reducido a 24 deputados, se trata de su menor bancada desde 1994; y Red Sustentabilidad, de Marina Silva, eligió solo a 1.
En general en número de diputados abiertamente de izquierda pasará de los casi 240 actuales a aproximadamente 180.
Además, habrá un bloque abiertamente «no izquierdista», integrado por conservadores y liberales, que tendrá en torno de 175, un número que jamás habían alcanzado estos segmentos en la Cámara. El resto forman de los 513 diputados forman parte de un “centro” que podrá oscilar entre uno y otro polo.
Estos resultados difícilmente pueden considerarse fruto de un voto “ideológico” de derecha
El el Senado el panorama es similar, de los 81 lugares, aproximadamente 23 serán ocupados por conservadores o liberales, y 31 por miembros de siglas de izquierda. El resto estan en diversos partidos de “centro”.
Entre los izquierdistas que fueron derrotados está la expresidente Dilma Rousseff, que buscaba instalarse en el Senado, así como Vanessa Grazziotin, Ideli Salvatti, Lindberg Farias, Eduardo Suplicy, Jorge Viana, Jilmar Tatto, Chico Alencar, Cristovam Buarque, Roberto Requião, Damous, Nilmario Miranda. Todos, además de socialistas, favorables a la agenda abortista y de género.
Agendas ideológicas en disputa
Estos resultados difícilmente pueden considerarse fruto de un voto “ideológico” de derecha.
Son más bien producto de un creciente y arraigado antipetismo entre el pueblo, de la articulación de diversas organizaciones civiles -desde promotoras del combate a la corrupción hasta defensoras de la vida y la familia-, de la acción capilar de la comunidad evangélica y de algunos sectores de católicos y del «Efecto Bolsonaro».
El nuevo mapa político del país abre ventanas de oportunidad para frenar el avance de la agresiva agenda progresista impulsada tanto en el Congreso como a través del Supremo Tribunal Federal, y para impulsar reformas estructurales, el combate a la corrupción y al crimen organizado.
En tanto, en las próximas tres semanas, la campaña antes del balotaje se prefigura como una guerra sin cuartel, más intensa y contundente, en la que la tentativa de desconstruir a Bolsonaro no tendrá límites. El PT formalizará alianzas con todos los actores políticos que pueda y el juego sucio estará a la orden del día.
Para ganar, Haddad, necesita conquistar 6 millones de votos por semana, o un grave escándalo que se los tumbe a Bolsonaro
Con una mano golpeará, y con la otra propondrá un pacto contra los “extremismos”, de corrimento hacia el “centro”, al que se sumarán todos los sátelites de la sigla y los principales agentes del establishment.
Maniobra difícil, si consideramos que, su plan de gobierno contempla una nueva Constituyente -que recuerda a Venezuela- y el control “social” de los medios de comunicación -un eufemismo para la censura-, entre otras perlas.
Para ganar, Haddad, necesita conquistar 6 millones de votos por semana, o un grave escándalo que se los tumbe a Bolsonaro. Por su parte, en teoría, bastaría al capitán cuidar y consolidar a los electores que le apoyaron este domingo.
Aproximadamente 5 millones de electores más no tendrán problema para ahora respaldarlo el día 28: son los que sufragaron por João Amoêdo, Daciolo dos Santos y Álvaro Dias.
El PT no esta muerto. Vive aún y nada está definido en la elección. Con todo, desde la redemocratización, el resultado de todos las segundas vueltas en Brasil han confirmado el triunfo del líder del primer turno. En veinte días veremos.